jueves, mayo 29, 2014

De dónde saldrán los dólares para pagarle al Club de París

ACUERDO POR LA DEUDA EN DEFAULTEl Banco Central saldrá a tomar préstamos para evitar una caída de las reservas
Axel Kicillof en París. (Noel Smart)
Axel Kicillof en París. (Noel Smart)
Gustavo Bazzan
El plan de pagos que se acordó con el Club de París para poner en regla una deuda de 9.700 millones de dólares obligará al Banco Central a agilizar las negociaciones que tiene en marcha para incrementar el stock de reservas. Juan Carlos Fábrega y el Gobierno en general saben que el stock actual de dólares a disposición del BCRA no es suficiente como para encarar estas obligaciones.
En función de las conversaciones que están muy avanzadas, los primeros pagos que se harán a los acreedores del Club de París -uno de 650 millones de dólares en julio próximo, y otro de 500 millones de dólares en mayo de 2015-- se harían con los dólares que el Banco Central saldrá a tomar prestados. Las ruedas de auxilio que están disponibles para no afectar el actual nivel de reservas, que están en torno a los 28.500 millones de dólares, son estas.
Una línea de crédito por hasta 3.000 millones de dólares que ya estaría acordada con el Banco Central de Francia. Sería una operación de "repo", que consiste en que el BCRA ponga como garantía de pago del préstamo, los dólares de sus propias reservas que están depositados en el Banco de Basilea. Es un mecanismo habitual entre bancos centrales y barato. La Argentina lo ha utilizado mucho desde 2008. Entre 2013 y lo que va de 2014 el BCRA se ocupó de ir saldando un "repo" que alcanzó los 4.000 millones de dólares. Ahora, con la cuenta en cero, el Central volvería a utilizar esa ventanilla.
Una operación similar de "repo" pero pactada con bancos privados, también está en carpeta. Goldman Sachs y otras entidades ya hicieron ofrecimientos con una mecánica similar a la que se utilizará con el Banco de Francia. La discusión se centró, además de la tasa de interés que pretende Goldman, en qué bonos entregaría el Banco Central como garantía del préstamo. Lo último que se sabe es que intervendría la ANSeS como proveedor de esos títulos públicos. Se habló de una oferta de al menos 1.000 millones de dólares.
También el Central podría incrementar sus reservas en el corto plazo a través de los dólares que entren al país por la colocación de deuda de algunos estados provinciales. Buenos Aires está a días de anunciar una colocación por 500 millones de dólares. Y la ciudad de Buenos Aires también es encuentra encaminada en el mismo sentido.
Estas operaciones son las que le permitirían al Banco Central cumplir con el muy modesto objetivo de cerrar 2014 con un stock de reservas similar al que se computa hoy. A pesar de que los precios de los granos están en niveles muy altos y la cosecha agrícola ha sido la más voluminosa de la historia.

Francisco exige a la OIT que "una fuerzas" para acabar con la trata de personas y la esclavitud

"Es inaceptable que el trabajo hecho por esclavos sea en nuestro mundo moneda de cambio"

Redacción, 28 de mayo de 2014 a las 16:35 
 
El Papa Francisco ha exigido a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que una "fuerzas" para acabar con el tráfico de personas y con la esclavitud, en un mensaje dirigido a su director, Guy Ryder, con motivo de la reunión que tendrá lugar en Ginebra del 28 de mayo al 12 de junio.
"Es inaceptable que el trabajo hecho por esclavos sea en nuestro mundo moneda de cambio", ha exclamado al tiempo que ha sentenciado que "esto no puede continuar".
De esta forma, Francisco ha arremetido de nuevo contra el tráfico de personas diciendo que es "una plaga" y "un crimen contra entera humanidad".
Ante el máximo responsable de la organización de las Naciones Unidas a la que pertenecen 185 países, el Papa ha pedido que se refuercen "las formas existentes de cooperación" y que se establezcan "nuevos caminos para hacer crecer la solidaridad".
Además, ha manifestado que es necesario "un renovado esfuerzo a favor de la dignidad de las personas" y una valoración de "las responsabilidades de las multinacionales de los países donde operan".
Asimismo, ha pedido un "esfuerzo coordinado" para ayudar a los gobiernos a que faciliten los movimientos de los migrantes, de manera que se elimine "el tráfico de personas" y "las peligrosas condiciones del viaje".
En cuanto a los fenómenos migratorios, ha señalado que los migrantes son "hombres y mujeres obligados a buscar trabajo lejos de su patria" y que esto es "un motivo de preocupación" sobre todo porque "su esperanza por un futuro mejor" choca muchas veces "con la incomprensión y la exclusión" y con "tragedias y desastres".
Según ha añadido, los migrantes "no consiguen encontrar un trabajo digno" y se convierten "en víctimas de la globalización de la indiferencia". También ha alertado de los peligros a los que tienen que enfrentarse como "el horror de la trata de personas, los trabajos forzados y la esclavitud".
En su mensaje, el Papa ha subrayado que el trabajo es parte de "la creación de Dios" y por eso es a la vez un "don" y una "obligación" al tiempo que ha manifestado que "no es solo una mercancía", sino que tiene "dignidad y valor".
Por otro lado, ha agradecido la contribución de la OIT a la "defensa del trabajo" al servicio del "bien común de la familia humana" porque promueven "la dignidad de los trabajadores", pero ha matizado que la desocupación laboral está "trágicamente expandiendo las fronteras de la pobreza".
El Papa se ha referido a los jóvenes en paro "que pueden desmoralizarse fácilmente" al perder conciencia de "su valor" y sentirse "alienados por la sociedad" y ha pedido a la organización internacional que fomente "las oportunidades de trabajo".
(RD/Ep)

Imperdible homilía del padre Raniero Cantalamessa

La predicación del padre Cantalamessa fue, sin dudas, de una gran profundidad, con palabras claras hacia un mundo que reemplaza a Dios y pone en su lugar los bienes materiales, en especial el dinero.
 


"El dinero es el anti-dios porque crea un universo espiritual alternativo, cambia el objeto a las virtudes teologales", dijo. "Como todos los ídolos, el dinero es «falso y mentiroso»: promete la seguridad y, sin embargo, la quita; promete libertad y, en cambio, la destruye".

Con rotunda claridad sentenció: "El mayor pecado de Judas no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia".Texto completo de la homilía del Viernes Santo en la basílica de San Pedro, viernes 19 de Abril de 2014
"Estaba también con ellos Judas, el traidor"
Dentro de la historia divino-humana de la pasión de Jesús hay muchas pequeñas historias de hombres y mujeres que han entrado en el radio de su luz o de su sombra. La más trágica de ellas es la de Judas Iscariote. Es uno de los pocos hechos atestiguados, con igual relieve, por los cuatro evangelios y por el resto del Nuevo Testamento. La primitiva comunidad cristiana reflexionó mucho sobre el asunto y nosotros haríamos mal en no hacer lo mismo. Tiene mucho que decirnos.
Judas fue elegido desde la primera hora para ser uno de los doce. Al insertar su nombre en la lista de los apóstoles, el evangelista Lucas escribe: «Judas Iscariote que se convirtió (egeneto) en el traidor» (Lc 6, 16). Por lo tanto, Judas no había nacido traidor y no lo era en el momento de ser elegido por Jesús; ¡llegó a serlo! Estamos ante uno de los dramas más sombríos de la libertad humana.
¿Por qué llegó a serlo? En años no lejanos, cuando estaba de moda la tesis del Jesús «revolucionario», se trató de dar a su gesto motivaciones ideales. Alguien vio en su sobrenombre de «Iscariote» una deformación de «sicariote», es decir, perteneciente al grupo de los zelotas extremistas que actuaban como «sicarios» contra los romanos; otros pensaron que Judas estaba decepcionado por la manera en que Jesús llevaba adelante su idea de «reino de Dios» y que quería forzarle para que actuara también en el plano político contra los paganos. Es el Judas del célebre musical «Jesucristo Superstar» y de otros espectáculos y novelas recientes. Un Judas que se aproxima a otro célebre traidor del propio bienhechor: ¡Bruto que mató a Julio César para salvar la República!
Son todas construcciones que se deben respetar cuando revisten alguna dignidad literaria o artística, pero no tienen ningún fundamento histórico. Los evangelios —únicas fuentes fiables que tenemos sobre el personaje— hablan de un motivo mucho más a ras de tierra: el dinero. A Judas se le confió la bolsa común del grupo; con ocasión de la unción de Betania había protestado contra el despilfarro del perfume precioso derramado por María sobre los pies de Jesús, no porque le importaran los pobres —hace notar Juan—, sino porque «era un ladrón y, puesto que tenía la caja, cogía lo que echaban dentro» (Jn 12,6). Su propuesta a los jefes de los sacerdotes es explícita: «¿Cuanto estáis dispuestos a darme, si os lo entrego? Y ellos fijaron treinta siclos de plata» (Mt 26, 15).
Pero, ¿por qué extrañarse de esta explicación y encontrarla demasiado banal? ¿Acaso no ha sido casi siempre así en la historia y no es todavía hoy así? Mammona, el dinero, no es uno de tantos ídolos; es el ídolo por antonomasia; literalmente, «el ídolo de metal fundido» (cf. Éx 34,17). Y se entiende el porqué. ¿Quién es, objetivamente, si no subjetivamente (es decir, en los hechos, no en las intenciones), el verdadero enemigo, el competidor de Dios, en este mundo? ¿Satanás? Pero ningún hombre decide servir, sin motivo, a Satanás. Quien lo hace, lo hace porque cree obtener de él algún poder o algún beneficio temporal. Jesús nos dice claramente quién es, en los hechos, el otro amo, al anti-Dios: «Nadie puede servir a dos amos: no podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24). El dinero es el «Dios visible» , a diferencia del Dios verdadero que es invisible.
El dinero es el anti-dios porque crea un universo espiritual alternativo, cambia el objeto a las virtudes teologales. Fe, esperanza y caridad ya no se ponen en Dios, sino en el dinero. Se opera una siniestra inversión de todos los valores. «Todo es posible para el que cree», dice la Escritura (Mc 9,23); pero el mundo dice: «Todo es posible para quien tiene dinero». Y, en un cierto nivel, todos los hechos parecen darle la razón.
«El apego al dinero —dice la Escritura— es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Detrás de todo el mal de nuestra sociedad está el dinero o, al menos, está también el dinero. Es el Moloch de bíblica memoria, divinidad filistea a la que se le inmolaban jóvenes y niñas (cf. Jer 32,35), o el dios Azteca, al que había que ofrecer diariamente un cierto número de corazones humanos.
¿Qué hay detrás del comercio de la droga que destruye tantas vidas humanas jóvenes, la prostitución, detrás del fenómeno de la mafia y de la camorra, la corrupción política, la fabricación y el comercio de armas, e incluso —cosa que resulta horrible decirlo— a la venta de órganos humanos extirpados a niños? Y la crisis financiera que el mundo ha atravesado, y este país está aún atravesando, ¿no es debida en buena parte a la «detestable codicia de dinero», la auri sacra fames , por parte de algunos pocos? Judas empezó sustrayendo algún dinero de la caja común. ¿No dice esto nada a algunos administradores del dinero público?
Pero, sin pensar en estos modos criminales de acumular dinero, ¿no es ya escandaloso que algunos perciban sueldos y pensiones cien veces superiores a los de quienes trabajan en sus dependencias y que levanten la voz en cuanto se apunta la posibilidad de tener que renunciar a algo, de cara a una mayor justicia social?
En los años 70 y 80, para explicar, en Italia, los repentinos cambios políticos, los juegos ocultos de poder, el terrorismo y los misterios de todo tipo que afligían a la convivencia civil, se fue afirmando la idea, casi mítica, de la existencia de un «gran Anciano»: un personaje espabiladísmo y poderoso, que por detrás de los bastidores habría movido los hilos de todo, para fines que sólo él conocía. Este «gran Anciano» existe realmente, no es un mito; ¡se llama Dinero!
Como todos los ídolos, el dinero es «falso y mentiroso»: promete la seguridad y, sin embargo, la quita; promete libertad y, en cambio, la destruye. San Francisco de Asís describe, con una severidad inusual en él, el final de una persona que vivió sólo para aumentar su «capital». Se aproxima la muerte; se hace venir al sacerdote. Éste pide al moribundo: «¿Quieres el perdón de todos tus pecados?», y él responde que sí. Y el sacerdote: «¡Estás dispuesto a satisfacer los errores cometidos, devolviendo las cosas que has estafado a otros?» Y él: «No puedo». «¿Por qué no puedes?» «Porque ya he dejado todo en manos de mis parientes y amigos». Y así muere —concluye san Francisco—, impenitente y apenas muerto los parientes y amigos dicen entre sí: «¡Maldita alma la suya! Podía ganar más y dejárnoslo, y no lo ha hecho!»
Cuántas veces, en estos tiempos, hemos tenido que repensar ese grito dirigido por Jesús al rico de la parábola que había almacenado bienes sin fin y se sentía al seguro para el resto de la vida: «Insensato, esta misma noche se te pedirá el alma; y lo que has preparado, ¿de quién será?» (Lc 12,20)! Hombres colocados en puestos de responsabilidad que ya no sabían en qué banco o paraíso fiscal almacenar los ingresos de su corrupción se han encontrado en el banquillo de los imputados, o en la celda de una prisión, precisamente cuando estaban para decirse a sí mismos: «Ahora gózate, alma mía». ¿Para quién lo han hecho? ¿Valía la pena? ¿Han hecho realmente el bien de los hijos y la familia, o del partido, si es eso lo que buscaban? ¿O más bien se han arruinado a sí mismos y a los demás?
La traición de Judas continua en la historia y el traicionado es siempre él, Jesús. Judas vendió a la cabeza, sus imitadores venden su cuerpo, porque los pobres son miembros de Cristo, lo sepan o no. «Todo lo que hagáis con uno solo de estos mis hermanos más pequeños, me lo habéis hecho a mí» (Mt 25,40). Pero la traición de Judas no continúa sólo en los casos clamorosos que he mencionado. Pensarlo sería cómodo para nosotros, pero no es así. Sigue siendo famosa la homilía que tuvo en un Jueves Santo don Primo Mazzolari sobre «Nuestro hermano Judas». «Dejad —decía a los pocos feligreses que tenía delante—, que yo piense por un momento en el Judas que tengo dentro de mí, en el Judas que quizás también vosotros tenéis dentro».
Se puede traicionar a Jesús también por otros géneros de recompensa que no sean los treinta denarios de plata. Traiciona a Cristo quien traiciona a su esposa o a su marido. Traiciona a Jesús el ministro de Dios infiel a su estado, o quien, en lugar de apacentar el rebaño que se la confiado se apacienta a sí mismo. Traiciona a Jesús todo el que traiciona su conciencia. Puedo traicionarlo yo también, en este momento —y la cosa me hace temblar interiormente— si mientras predico sobre Judas me preocupo de la aprobación del auditorio más que de participar en la inmensa pena del Salvador. Judas tenía un atenuante que yo no tengo. Él no sabía quién era Jesús, lo consideraba sólo «un hombre justo»; no sabía que era el Hijo de Dios, como lo sabemos nosotros.
Como cada año, en la inminencia de la Pascua, he querido escuchar de nuevo la «Pasión según san Mateo», de Bach. Hay un detalle que cada vez me hace estremecerme. Allí, en el anuncio de la traición de Judas, todos los apóstoles preguntan a Jesús: «¿Acaso soy yo, Señor?» «Herr, bin ich’s?» Sin embargo, antes de escuchar la respuesta de Cristo, anulando toda distancia entre acontecimiento y su conmemoración, el compositor inserta una coral que comienza así: «¡Soy yo, soy yo el traidor! ¡Yo debo hacer penitencia!», «Ich bin´s, ich sollte büßen» . Como todas las corales de esa obra, expresa los sentimientos del pueblo que escucha; es una invitación para que también nosotros hagamos nuestra confesión del pecado.
El Evangelio describe el fin horrible de Judas: «Judas, que lo había traicionado, viendo que Jesús había sido condenado, se arrepintió, y devolvió los treinta siclos de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos, diciendo: He pecado, entregándoos sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿Qué nos importa? Allá tú. Y él, arrojados los siclos en el templo, se alejó y fue a ahorcarse» (Mt 27, 3-5). Pero no demos un juicio apresurado. Jesús nunca abandonó a Judas y nadie sabe dónde cayó en el momento en que se lanzó desde el árbol con la soga al cuello: si en las manos de Satanás o en las de Dios.
¿Quién puede decir lo que pasó en su alma en esos últimos instantes? «Amigo», fue la última palabra que le dirigió Jesús y él no podía haberla olvidado, como no podía haber olvidado su mirada.
Es cierto que, hablando de sus discípulos al Padre, Jesús había dicho de Judas: «Ninguno de ellos se ha perdido, excepto el hijo de la perdición» (Jn 17,12), pero aquí, como en muchos otros casos, él habla en la perspectiva del tiempo, no de la eternidad; la envergadura del hecho basta por sí sola, sin pensar en un fracaso eterno, para explicar la otra tremenda palabra dicha de Judas: «Mejor hubiera sido para ese hombre no haber nacido» (Mc 14,21). El destino eterno de la criatura es un secreto inviolable de Dios. La Iglesia nos asegura que un hombre o una mujer proclamados santos están en la bienaventuranza eterna; pero ella misma no sabe de nadie que esté en el infierno.
Dante Alighieri que, en la Divina Comedia, sitúa a Judas en lo profundo del infierno, narra la conversión en el último instante de Manfredi, hijo de Federico II y rey de Sicilia, al que todos en su tiempo consideraban condenado porque murió excomulgado Herido de muerte en batalla, él confía al poeta que, en el último instante de vida, se rindió llorando a quien «perdona con gusto» y desde el purgatorio envía a la tierra este mensaje que vale también para nosotros:
Horribles fueron los pecados míos;
pero la bondad infinita tiene tan grandes brazos,
que toma a quien se dirige a ella .
He aquí a lo que debe empujarnos la historia de nuestro hermano Judas: a rendirnos a aquel que perdona gustosamente, a arrojarnos, también nosotros, en los brazos abiertos del crucificado. Lo más grande en el asunto de Judas no es su traición, sino la respuesta que Jesús da. Él sabía bien lo que estaba madurando en el corazón de su discípulo; pero no lo expone, quiere darle la posibilidad hasta el final de dar marcha atrás, casi lo protege. Sabe a lo que ha venido, pero no rechaza, en el Huerto de los Olivos, su beso helado e incluso lo llama amigo (Mt 26,50). Igual que buscó el rostro de Pedro tras la negación para darle su perdón, ¡quién sabe como habrá buscado también el de Judas en algún momento de su vía crucis! Cuando en la cruz reza: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34), no excluye ciertamente de ellos a Judas.
¿Qué haremos, pues, nosotros? ¿A quién seguiremos, a Judas o a Pedro? Pedro tuvo remordimiento de lo que había hecho, pero también Judas tuvo remordimiento, hasta el punto que gritó: «¡He traicionado sangre inocente!», y restituyó los treinta denarios. ¿Dónde está, entonces, la diferencia? En una sola cosa: Pedro tuvo confianza en la misericordia de Cristo, ¡Judas no! El mayor pecado de Judas no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia.
Si lo hemos imitado, quien más quien menos, en la traición, no lo imitemos en esta falta de confianza suya en el perdón. Existe un sacramento en el que es posible hacer una experiencia segura de la misericordia de Cristo: el sacramento de la reconciliación. ¡Qué bello es este sacramento! Es dulce experimentar a Jesús como maestro, como Señor, pero más dulce aún experimentarlo como Redentor: como aquel que te saca fuera del abismo, como a Pedro del mar, que te toca, como hizo con el leproso, y te dice: «¡Lo quiero, queda curado!» (Mt 8,3).
La confesión nos permite experimentar sobre nosotros lo que la Iglesia canta la noche de Pascua en el Exultet: «¡Oh, feliz culpa, que mereció tal Redentor!» Jesús sabe hacer, de todas las culpas humanas, una vez que nos hemos arrepentidos, «felices culpas», culpas que ya no se recuerdan si no por haber sido ocasión de experiencia de misericordia y de ternura divinas!
Tengo un deseo que hacerme y haceros a todos, Venerables Padres, hermanos y hermanas: que la mañana de Pascua podamos levantarnos y oír resonar en nuestro corazón las palabras de un gran converso de nuestro tiempo:
«Dios mío, he resucitado y estoy aún contigo!
Dormía y estaba tumbado como un muerto en la noche.
Dijiste: «¡Hágase la luz! ¡Y yo me desperté como se lanza un grito! [...]
Padre mío que me has generado antes de la aurora, estoy en tu presencia.
Mi corazón está libre y la boca pelada, cuerpo y espíritu estoy en ayunas.
Estoy absuelto de todos los pecados, que confesé uno a uno.
El anillo nupcial está en mi dedo y mi rostro está limpio.
Soy como un ser inocente en la gracia que me has concedido» .
Es lo que la Pascua de Cristo puede hacer de nosotros.

La verdadera historia de la carta del Papa a Cristina Kirchner

 

 

La carta primero era cierta, después falsa y a continuación verdadera. Esa secuencia siguió la misiva del Papa a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, para felicitar al país por el 25 de mayo, fiesta nacional. La confusión reinó en el Ejecutivo, los medios de comunicación y la población, durante 24 horas, en una situación cercana al escándalo que provocó desmentidas contradictorias de la Iglesia, incredulidad y comentarios burlones en la prensa y las redes sociales contra el Gobierno.
Todo empezó el miércoles. La Casa Rosada recibió, por el conducto habitual, unas letras –todas en mayúsculas– del Papa Francisco donde se dirigía a la presidenta de Argentina como Cristina. En el texto, además de saludar y felicitar a “todos los argentinos” insta a que el país “encuentre caminos de convivencia pacífica, de diálogo constructivo y mutua colaboración. Y crezca así por doquier la solidaridad, la concordia y la justicia”.
El mensaje se interpretó en diferentes medios como un gesto del Pontífice a la presidenta pero también como una llamada de atención similar a la hecha por la Iglesia argentina hace unas semanas , cuando demandó soluciones a la espiral de violencia que vive el país. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, comenzaron los rumores de que la carta era “trucha” (falsa). El sacerdote argentino Guillermo Karcher, al frente de Protocolo del Vaticano, dijo “la carta es falsa”, estaba hecha con “mala leche” y era “un collage falso” y añadió que había solicitado una “rectificación” al Gobierno. A partir de ahí se advirtió que la carta estaba fechada el 15 de mayo y no el 20 como la del año anterior, que cuando hablaba de los "argentinos" le faltaba la última ese y además no llevaba el sello ni la firma del Papa etcétera.
El secretario de la Presidencia Oscar Parrilli, no salía de su asombro. Insistió que la carta había llegado desde la Nunciatura y reconocía, “no sabemos qué es lo que ocurrió, ni por qué el Vaticano dijo que esta carta era falsa. La verdad que lo desconocemos”. En ese impasse pasaron las horas hasta el viernes por la mañana que el Vaticano confirmó que la carta, “un telegrama”, era auténtica.
“Nunca fue falsa… Hubo una confusión que no viene de esta casa, de esta Nunciatura”, confió ayer el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig. Ante la pregunta clave: ¿Qué pasó?, respondió desconcertado, “Yo, no puedo explicar el malentendido”. De momento, ni él, ni nadie ha podido.

miércoles, mayo 21, 2014

Ordenan que el testigo del caso Boudou ingrese al sistema de protección judicial

por Nicolás Pizzi
El juez Sebastián Casanello ordenó hoy que Guillermo Capdevila, quien denunció presiones por su testimonio en el caso Ciccone, sea incorporado al Programa de Protección de Testigos. La medida se hará efectiva cuando el ex funcionario regrese al país.
Capdevilla es el ex director de Asuntos Jurídico del Ministerio de Economía que le recomendó a Amado Boudou no emitir un dictamen respecto a la empresa Ciccone. Ayer a la mañana se fue a Uruguay, en Buquebus, luego de denunciar amenazas en persona y por teléfono.
Uno de los aprietes ocurrió en el Rosedal, el 30 de abril. Como en el lugar no hay cámaras de seguridad, Casanello también le pidió hoy a la Policía Metropolitana ampliar el radio de las cámaras de seguridad para poder determinar si ocurrió el hecho.
"Prefiero ser un exiliado en democracia a un nuevo Jorge Julio López", dijo hoy el testigo en radio Ciudad.
Fuentes judiciales confirmaron a Clarín que Capdevilla estaba siendo buscado antes de irse al país tanto por el juez Casanello, que intenta probar las amenazas, como por el juez Ariel Lijo, que lo citó a declarar en el caso Ciccone para este viernes 23. El Ministerio de Economía informó un domicilio en San Pedro, provincia de Buenos Aires, donde ya no vive.  Finalmente fue notificado en Campana.
Casanello le pidió hoy a la Policía de Campana que confirme si Capdevila hizo alguna denuncia en sede policial antes de dejar el país. También le pidió al Ministerio de Economía el legajo del ex funcionario.  
Antes de irse a Uruguay, Capdevila presentó ante el juzgado de Casanello una declaración jurada realizada el 7 de mayo ante el escribano Eduardo Mihura de Estrada, donde no da detalles del hecho en el Rosedal y no menciona el resto de las amenazas. Casanello ya citó al escribano para este viernes para ver si puede dar mayores detalles.

Boudou, un pleito imparable para Cristina

Clarín

Boudou, un pleito imparable para Cristina

Mala suerte. El mismo día que Cristina Fernández ordenó a Jorge Capitanich terminar con cierta tibieza kirchnerista y proteger a Amado Boudou, el escándalo Ciccone dio otro salto hacia la plena desvergüenza.
El ex jefe de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía, José Guillermo Capdevila, testigo clave en esa causa, huyó del país por miedo a las recurrentes amenazas, según describió en una carta. Esos aprietes habían trascendido la semana pasada, cuando dos hombres lo encerraron con un auto y un familiar suyo sufrió una persecución callejera.
Capdevila no es cualquiera en la historia que embreta al vicepresidente. Como funcionario de carrera del Palacio de Hacienda se había ganado la confianza de Boudou. Fue quien le recomendó que no opinara sobre un pedido de moratoria de la ex Ciccone Calcográfica a la AFIP para intentar salvar su quiebra. El ministro hizo todo lo contrario y Ricardo Echegaray lo terminó estampando en público cuando exhibió la nota de Boudou avalando la solicitud empresaria. Esas serían, apenas, algunas de las innumerables pruebas que tiene en su poder el juez Ariel Lijo, que debe convocar al vice a una declaración indagatoria. Fuentes judiciales indican que la AFIP habría arrimado con discreción nuevas evidencias, en ese trámite, que trasuntarían el inocultable interés ministerial. Un par de notas en las cuales le demandaba a Echegaray mayor celeridad.
El caso de Capdevila no es el primero que envuelve con cuestiones tenebrosas (las amenazas) el avance de la investigación. Antes había sucedido con Guillermo Reinwick, el yerno de uno de los fundadores de Ciccone, que resultó intimidado y recién se animó a declarar cuando Lijo lo incorporó al Programa de Testigos Protegidos. Fue quien aseveró que Boudou estuvo “detrás de la quiebra de Ciccone”. Un interrogante nacería del sentido común: ¿Por qué Capdevila no recibió igual trato? ¿Por qué motivo la inacción de la Justicia cuando ya hacía días que había comunicado intentos de persecución?
Aquellas mismas fuentes indicaron que Lijo le daría la condición de testigo protegido en las próximas horas para que regrese y se presente a declarar.
La disciplina le jugó de nuevo al jefe de Gabinete una mala pasada. Repitió ayer por la mañana la convicción presidencial acerca de que el vicepresidente estaría sufriendo un “linchamiento mediático”.
Cristina no habría quedado conforme con la vaselina que por el conflicto ensayó Florencio Randazzo. Menos con la admisión del titular de Diputados y nuevo presidenciable, Julián Domínguez, de que “no es bueno para el Gobierno que el vicepresidente figure todos los días en las tapas de los diarios”.
Seguirá estando, porque las irregularidades en el origen y en el avance de la investigación por Ciccone siempre lo encuentran en el medio.
Habrá que observar la administración de los tiempos que hace Lijo antes de llamar a Boudou a la declaración indagatoria. El vice aseguró que su objetivo es que la causa progrese con rapidez para que se sepa todo.
Suena a un desafío bravucón o a un sincericidio: no podría ignorar que en el entrecruzamiento de llamados pedidos por el magistrado figuran los que hacía con el teléfono móvil de su secretario para dialogar con Alejandro Vandenbroele, su presunto testaferro, a quien afirma no haber conocido jamás.
Boudou está aislado en el Gobierno aunque reciba todavía alguna protección de parte de Cristina. Esa protección no sería por amor. Lo es por conveniencia: la Presidenta intenta ganar tiempo, valida todos los artilugios que ensaya el vicepresidente en la Justicia, intercambia opiniones con su amiga Alejandra Gils Carbó, la procuradora General. Supone con cándida esperanza que si Lijo demora la citación y los meses que quedan del año se consumen, quedaría condicionado para hacerlo en el 2015, pleno de elecciones cruciales. Gritarían a los cuatro vientos, como esgrimen Boudou y su defensa, que se trataría sólo de una causa con sustancia política. Lijo no piensa lo mismo cada vez que revisa la parva de expedientes.
Una reciente coartada a Cristina no le funcionó. El pedido de sobreseimiento realizado por Boudou fue rechazado (2 a 1) por la Sala IV de la Cámara de Casación Penal. Era a priori un cuerpo fiable para los K pero una mayoría –ante el peso de las pruebas– optó por no inmolarse.
El único que careció de ese margen fue Ricardo Borinsky, un juez que llegó a la Justicia impulsado por el ex vicejefe de la SIDE en épocas de la Alianza, Darío Richarte.
Su buffet de abogados aporta ahora defensores a Boudou. La Presidenta y su vice transportaron las ilusiones a la Sala I de la Cámara Federal, que debe considerar la validez o no en la causa de los familiares de Ciccone. Si los tumba, con probabilidad Lijo sufrirá complicaciones.
Cristina parece empeñada en ensayar en todos los frentes una estrategia ultradefensiva, asimilable al viejo catenaccio del fútbol italiano que inventó Nereo Rocco. Al tiempo que busca prorrogarle la vida política a Boudou, para salvar su propia ropa y responsabilidad, explora una sanción ejemplar contra el fiscal José María Campagnoli, que osó indagar en un tramo de la ruta clandestina del dinero del empresario K, Lázaro Báez, y hurgó en vínculos oscuros del hermano de la ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez.
La hipotética lapidación de Campagnoli (su juicio político y destitución) no sería, bajo el cristal de una transición que tiende a complicarse, un episodio menor. Pretendería constituir un mensaje para todos los fiscales que sustancian denuncias sobre corrupción kirchnerista. Un aviso, además, a los dirigentes de la oposición que amagan con fundar en el 2015 una Conadep de la corrupción. Los únicos que insisten con hacerla, hacia adelante y hacia atrás de la década K, son los postulantes de la coalición del Frente Amplio con UNEN.
La suerte de Campagnoli, que ya fue suspendido, está en manos del Tribunal de Enjuiciamiento de Fiscales, cuya mayoría respondería a Gils Carbó. Uno de ellos, Rodolfo Ojea Quintana, pasó años en la Cancillería apañado por Jorge Taiana, con quien compartió épocas de cárcel. Ese pergamino lo catapultó como representante del Senado para enjuiciar a fiscales.
El plan para destituir a Campagnoli quedó al descubierto en la vidriosa reunión del Tribunal de Fiscales de ayer. Las primeras audiencias fueron fijadas para cuando arranque el Mundial de Fútbol. Faltan aún 20 días para esa fiesta. Coincidiría también con la ausencia del fiscal Guillermo Marijuán, en uso de licencia, y pieza clave en la posible defensa de Campagnoli. Aquella alusión al catenaccio italiano, adoptado ahora por Cristina para el resguardo judicial, no parecería una simple casualidad.

URGENTE lo pide el PAPA FRANCISCO.

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 No sólo lo pide nuestro Santo Papa, también la Santísima Virgen María.
  
El Papa Francisco pide a los sacerdotes abrir las puertas de sus iglesias
e invitar a la gente a rezar el rosario y rezar intensamente ante el Sagrario

Acudan a sus parroquias o Iglesia más cercana.
"La guerra en el Oriente Medio y ahora también en Ucrania y Crimea se convertirán en algo muy serio y se
extenderán".  Para detenerlas, debemos orar a Dios para que derrame
su Misericordia sobre el mundo y que el Espíritu Santo ilumine a los
gobernantes a tener consciencia del bien y del mal y
luchen unidos por la paz y el amor.
Le pide a los sacerdotes ser más humildes,
y  atender el llamado de sus feligreses cuando lo necesiten. 
También le pide a los sacerdotes que la Eucaristía sea sencilla y con amor. 

Oren, oren, oren. "Todos nos uniremos en oración todos
los días a las 6:30 PM

Donde quiera que estés en el mundo
deja todo y reza 3 veces el Ave María y 3 veces el Padre Nuestro
Oración para que  Dios envíe su Espíritu Santo sobre la tierra:
"SEÑOR JESUCRISTO,
HIJO DEL PADRE,
MANDA AHORA TU ESPÍRITU
SOBRE LA TIERRA.
HAZ QUE EL ESPÍRITU SANTO
HABITE EN EL CORAZÓN DE TODOS LOS PUEBLOS,
PARA QUE SEAN PRESERVADOS
DE LA CORRUPCIÓN, DE LAS CALAMIDADES
Y DE LA GUERRA.
QUE LA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS,
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA,
SEA NUESTRA ABOGADA

                                                                                                            
                                           REENVÍA ESTE MENSAJE   !!!ES URGENTE!!!

Habló el testigo del caso Boudou: "No sirve un testigo muerto"

Clarín 

Habló el testigo del caso Boudou: "No sirve un testigo muerto"

CASO CICCONE
Guillermo Capdevila, el testigo de la causa que decidió irse por amenazas, habló y dijo que "cuando tenga que volver a declarar, lo haré".
 Un testigo clave del caso Ciccone se fue del país.
Guillermo Capdevila, el testigo clave del caso Ciccone que denunció amenazas, afirmó: "Cuando tenga que volver a declarar, lo haré, porque no sirve un testigo muerto".
Capdevila era ex director de Asuntos Jurídico del Ministerio de Economía y quien le recomendó a Amado Boudou no emitir un dictamen, respecto a la empresa Ciccone, quien en ese momento se encontraba en concurso de acreedores.
El ex funcionario de Hacienda rompió el silencio tras su decisión de abandonar el país: "El expediente es claro y lo está ratificando el fiscal". Y relató uno de los últimos episodios que sufrió: "El último día me encerró un auto y me tuve que escapar violando alguna norma de tránsito".
Consultado respecto a las declaraciones de Jorge Capitanich, sobre su situación como testigo protegido: "Yo no tengo que pedirlo, ellos me lo tienen que ofrecer. El secretario de Justicia, Julián Álvarez, habló con el juez o el fiscal, pero yo no confío en quedarme en Argentina hoy. Prefiero preservarme".
Su testimonio ante el juez Ariel Lijo fue clave y por este motivo sufrió amenazas. En diálogo con Nelson Castro, por Continental, señaló que "hubo amenazas en la cara, no por teléfono. Y tomé la decisión de irme del país"
Más tarde, en la emisora La Once Diez, sentenció: "Prefiero ser un exiliado en democracia a un Jorge Julio López". Y agregó que "en el momento que las condiciones de seguridad estén dadas, lo pongo en mi carta, evalúo volver, porque Argentina es mi país".

"Estamos en democracia, eso es lo que más me dolió", remarcó Capdevila al explicar su postura de dejar la Argentina y sin identificar a nadie, y sostuvo que las amenazas que sufrió son de "la mafia", dijo por La Once Diez.

Los nuevos rascacielos más impresionantes del mundo

Los nuevos rascacielos más impresionantes del mundo

Día 21/05/2014 - 02.23h

Un jurado internacional elige los diez mejores edificios de más de cien metros inaugurados en 2013. Este es su veredicto

1The Shard, Londres

Los nuevos rascacielos más impresionantes del mundo
the shard
The Shard, una referencia en el nuevo Londres
Un jurado internacional de expertos en arquitectura premia desde el año 2000 a los mejores rascacielos del mundo, los que acumulan más méritos, los más innovadores. En estos tres lustros, el galardón se ha convertido en una referencia en su sector. ¿Qué significa rascacielos? En este caso, la altura mínima para optar a los premios es de cien metros, según explica la empresa organizadora, Emporis, especializada en datos de edificios.
Este año, el primer premio se lo ha llevado The Shard, de 306 metros de altura, la espectacular torre convertida en pocos meses en un icono de Londres. La obra comenzó en 2009, se terminó en 2012 y la inauguración oficial fue en febrero de 2013. Según el jurado, «la construcción se complicó por el lugar particularmente difícil que exigió una planificación innovadora», a cargo del estudio de Renzo Piano. Es el rascacielos más alto de la Unión Europea, aunque no de Europa, donde la primera posición le corresponde a la Torre Ciudad Mercurio en Moscú (339 metros). Entre otras cosas, en The Shard está el hotel de 5 estrellas Shangri-La, restaurantes, tiendas y un mirador espectacular pero no precisamente barato (entrada de adultos, 24,95 libras, algo más de 30 euros).

[Red de Catequistas] HOMILÍA DEL MARTES: CUANDO EL ESPÍRITU SANTO ESTÁ EN NUESTRO CORAZÓN

HOMILÍA DEL MARTES: CUANDO EL ESPÍRITU SANTO ESTÁ EN NUESTRO CORAZÓN, 
NADIE PUEDE ARREBATARNOS LA PAZ
5 h · 

Con el Evangelio de Juan y las palabras de Jesús antes de la Pasión, anunciando a sus discípulos: ‘Les doy mi paz’, el Santo Padre puso de relieve en su homilía de hoy que la paz de Cristo es una paz completamente distinta de la paz que da el mundo:
«El mundo nos ofrece, por ejemplo, la paz de las riquezas: ‘yo estoy en paz porque tengo todo arreglado para vivir, para toda mi vida, no tengo que preocuparme...’ Ésta es una paz que da el mundo. No te preocupes, no tendrás problemas porque tienes tanto dinero... La paz de la riqueza.
Y Jesús nos dice que no nos fiemos de esta paz: ‘¡Miren que hay ladrones... Los ladrones pueden robarte tus riquezas!’ La paz que da el dinero no es una paz definitiva. Piensen también en que el metal se oxida ¿no? ¿Qué quiere decir? ¡Que ante una caída de la Bolsa todo su dinero se irá! ¡No es una paz segura: es una paz superficial, temporal!»
La paz mundana tiene características que nos muestran que no es definitiva. La del poder, que no funciona, que por ejemplo termina con un golpe de estado. La de Herodes, que acaba cuando los Magos le dicen que ha nacido el Rey de Israel. La de la vanidad, que se tambalea según me sienta apreciado o insultado.
Sin embargo la paz que nos da Jesús es el Espíritu Santo: «¡La paz de Jesús es una Persona, es el Espíritu Santo! El mismo día de su Resurrección, Él viene al Cenáculo y su saludo es: ‘La paz esté con ustedes. Reciban al Espíritu Santo’.
Ésta es la paz de Jesús: es una Persona, es un regalo grande. Y cuando el Espíritu Santo está en nuestro corazón, nadie puede arrebatarnos la paz ¡nadie! ¡Es una paz definitiva! ¿Cuál es nuestro trabajo? Custodiar esta paz ¡custodiarla! Es una paz grande, una paz que no es mía, es de otra Persona que me la regala, de otra Persona que está dentro de mi corazón y que me acompaña toda la vida. ¡Me la dio el Señor!»
Esta paz se recibe con el Bautismo y con la Confirmación, pero sobre todo se recibe como un niño recibe un regalo – sin condiciones, con el corazón abierto. Hay que custodiar al Espíritu Santo, sin enjaularlo, pidiéndole ayuda a este ‘gran regalo’ de Dios
al Espíritu Santo:
«Si ustedes tienen esta paz del Espíritu, si tienen al Espíritu dentro de ustedes y tienen conciencia de esto, que no se turbe el corazón de ustedes ¡Estén seguros! Pablo nos decía que para entrar en el Reino de los Cielos es necesario pasar por tantas tribulaciones.
Todos nosotros tenemos tantas ¡todos! Más pequeñas... más grandes... Pero que no se turbe el corazón de ustedes: y ésa es la paz de Jesús. La presencia del Espíritu hace que nuestro corazón esté en paz. ¡No anestesiado, no! Consciente, en paz: con esa paz que sólo da la presencia de Dios»
(CdM - RV)

 
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“La Paz de Cristo en el Reino de Cristo”

Acción Católica de la Diócesis de Querétaro.




Jose Luis Aboytes
Coordinador Internet

Medjugorje y María de Vallejo-Nágera






 
Medjugorje y María de Vallejo-Nágera
Introducción
Los testimonios publicados en esta sección son responsabilidad de quien los firma. Al publicarlos www.reinadelcielo.org no está emitiendo ninguna opinión sobre la veracidad de los dichos, sino que sólo ha entendido que sus contenidos no contienen nada que atente contra las verdades de la fe y la moral y sí entiende que pueden ser favorables para el crecimiento espiritual de nuestros lectores. El juicio final sobre los hechos publicados corresponde a la Iglesia, a la que nos sometemos.
La redacción de Reina del Cielo

Medjugorje - la gran maravilla Mariana de nuestros tiempos
Vea un reportaje en video a María al fin del artículo
(1) María es una reconocida y prestigiosa escritora española que ha editado con gran éxito de lectores varios libros en Europa. En esta oportunidad ella brinda testimonio de su experiencia personal en Medjugorje, y el inicio de un camino de conversión que ello produjo en su vida. Vea una breve biografia de la autora al pié del texto o ingresar a www.mariavallejonagera.com

Vivir en Londres suponía un gran alivio mientras la guerra devastaba a una pobre Bosnia herida de muerte. Recuerdo que me sentía muy segura y bendecida mientras miraba horrorizada los documentales y Noticieros en los que informaban sobre la magnitud de la violencia de esa humana carnicería. “Estamos tan lejos del peligro…”, pensaba con alivio mientras observaba mis dos pequeñas gemelas jugando en nuestro hogar londinense. Como española, había oído muchas veces en mi niñez relatar a mis padres los acontecimientos criminales que tuvieron lugar en mi país durante la guerra Civil. Ambos eran niños pequeños cuando el odio, la sangre y la ira arrasaron España, pero ajena en el tiempo, no me daba cuenta de la envergadura de sus escalofriantes relatos.
Mi padre solía repetir: “pasé hambre durante tantos meses… Por ello no soporto cuando tu, mi hija, dejas un solo pedacito de comida en el plato. ¡Si sólo supieras lo que es una guerra no lo harías! Si hubieses padecido  hambre de verdad, no rechazarías ni una migaja de pan.” Me quedó claro desde entonces que había sido realmente bendecida en mi vida por no haber tenido que padecer semejante infierno, y por ello, cuando me enteré de los brutales acontecimientos que se estaban produciendo en ex-Yugoslavia, sabía que nuevamente había sido protegida por el amor de Dios de un modo inconmensurable.
El mundo observaba vergonzosamente silencioso el conflicto, y por ello,  me quedé positivamente sorprendida cuando dos de mis mejores amigas me comunicaron que estaban planificando emprender un viaje a un pequeño y perdido pueblo llamado Medjugorje en las montañas de Bosnia-Herzegovina. “¿Estáis locas?”, les pregunté con cara de espanto mientras disfrutábamos un almuerzo en un restaurante de moda en Londres. “¡Ese país está en guerra!” , les amonesté. “Sí, lo se” contestó una de ellas. “Pero precisamente donde vamos no ha pasado realmente nada, de momento…” “¿Como es posible?” pregunté incrédula. “Todo ha sido arrasado a causa de los bombardeos en esa zona. Ayer los serbios explotaron el maravilloso puente de Mostar”.
Entonces ambas comenzaron a relatarme con gran entusiasmo todo lo que conocían sobre los acontecimientos de Medjugorje: lo que sabían sobre las supuestas apariciones que habían tenido lugar durante tanto tiempo; me hablaron hasta aburrirme sobre los jóvenes y testarudos videntes que insistían una y otra vez en que veían a Nuestra Señora; me describieron los milagros producidos en ese pequeño pueblito que la ciencia de los militares comunistas nunca pudieron explicar científicamente. Me hablaron del muy famoso padre Jozo, párroco del pueblo, que soportó estoicamente las torturas físicas y psíquicas a las que le sometió la milicia del régimen de Tito cuando comenzaron las supuestas apariciones… “Estamos decididas a ir allí”, me insistieron una y otra vez a pesar de mis peticiones a que recobraran el juicio extraviado. “¿Para que?” exclamé al fin muy turbada. “¿Es que os habéis convertido en dos ingenuas ridículas que juegan a ser heroínas en un infierno sin solución? ¡Os van a pegar un tiro por inconscientes! ¡Vais a cometer una terrible insensatez!”  “Pero sólo queremos rezar allí…”, contestaban tímidamente y con cierto sonrojo.  “ ¡Por favor:  podéis rezar aquí, en Londres, donde no hay guerras y donde podéis encontrar iglesias en todas partes!”
Tengo que admitir que entonces, aunque me hubiese considerado católica toda mi vida, mi fe era tibia. Se me podría haber definido como “católica social”, mostrando siempre hastío durante el santo oficio de la misa, no comprendiendo realmente muchas de sus partes y procurando asiduamente escaparme de la dominical visita a la Iglesia.  Mis padres me habían criado en un ambiente católico, los colegios a los que acudí eran católicos, pero no había una sensación real de la presencia de Dios en mi corazón. Había ausencia del amor hacia Cristo en mi vida. Dios Padre era un gran desconocido para mí, un amigo que sabía que existía pero a quien aún nadie me había presentado debidamente. Acudía a la misa dominical más por empuje social que por deseo. No quería romper la armonía dominical en el hogar paterno, así que me dejaba arrastrar por el sentimiento del deber de ir a misa el domingo, simplemente “por que sí”. La España de entonces era así. Si la familia, los amigos y los conocidos iban a misa, pues yo también iba y punto.
 Al ser mi fe tan tibia e inconstante, no podía más que reprender a mis amigas en aquel almuerzo londinense en el año 1998. Les repetía una y otra vez que iban a experimentar una manera insensata y ridícula de acercarse a Dios. Nuestros esposos habían conseguido con mucho esfuerzo, trabajos bien remunerados con los que nos mantenían envueltas en mimos. Éramos madres jóvenes, esposas felices y la vida nos había dado unos hijos preciosos. En definitiva: teníamos la felicidad entre las manos. O por lo menos eso era lo que creíamos…  Mi enfado fue creciendo conforme este tipo de pensamientos me abordaban en aquel almuerzo. Era absurdo que dos amigas a las que consideraba inteligentes y buenas madres, dijeran semejantes estupideces.
¿Acaso habían perdido la cordura? ¿Se habían dejado arrastrar por un grupo de fanáticos creyentes cuyas ideas podían dañarlas? Intenté de nuevo hacerlas entrar en razón utilizando todo tipo de argumentos lógicos. Sin duda, era un disparate emprender una extraña aventura espiritual recorriendo la desolada y peligrosa Bosnia del 98. Fui dura con ellas, honesta y sincera, y recibieron mi reprimenda con un corazón humilde y ojos avergonzados. Su sumisión ante mis quejas me enervó aún más. “¡Sois un par de románticas atolondradas!”, exclamé con exasperación. “¡Y para colmo de tanta locura, ni siquiera sois Católicas! No vais a entender nada de lo que os puedan explicar es ese recóndito lugar entre tanques. Me sorprende que os creáis las ridículas mentiras de 6 muchachos embusteros católicos de un pueblo perdido en medio de una guerra”.
Tras un tenso silencio, una de mis compañeras se atrevió por fin a preguntarme: “¿nos consideras unas locas sólo porque queremos rezar en un lugar santo? ¿Acaso es un disparate tener sed del amor de Dios? ¿Es una locura querer ayudar a los que más sufren, en un momento de gracia espiritual?” “Sois tontas por el hecho de creeros un montón de pamplinas… ¡Cómo podéis pensar que los hechos que os han relatado sobre MEdjugorje pueden ser verídicos! Por favor… “Vais a encontrar una muerte violenta en ese lugar”, contesté llena de desesperación. En ese preciso instante advertí que alguien estaba muy cerca de mí, casi tocando mi espalda, justo a la altura de mis hombros. Y ese ser, o esa presencia, me habló al corazón…
“¿Porqué tienes tanto miedo de conocerme?, dijo en un tono suave y tierno. “No tengas miedo. Ven. Te espero en Medjugorje.” Me giré bruscamente llena de confusión, pero no vi a nadie tras de mí. “¿Quien me ha hablado? ¿Qué pasa?”, dije sin apenas darme cuenta. Mis dos amigas me miraron sorprendidas. “¿Quién me ha hablado en…en español?”, pregunté de nuevo colmada de estupor. Los clientes del restaurante, bulliciosos, parecían no prestarnos ninguna atención. “¿De que hablas? dijo una de mis dos amigas, “nadie te ha hablado en español. De hecho tu eres la única que nos estabas hablando, y  por cierto de una manera contundente…”  Empecé a temblar…Algo o “alguien” estaba allí, en ese restaurante, hablándome en español, pero no podía ver absolutamente a nadie.
La presencia estaba penetrando cada vez más profundamente en mi corazón y en mi intelecto, y su voz era tan clara como un cristal, suave y tierna. “Ven, no tengas miedo…”, me decía. Entonces, sin saber cómo ni por qué, pronuncié las palabras que cambiarían mi vida, mi familia y mi profesión para siempre. “Realmente no se porque estoy diciendo esto, pero creo que me voy a ir con vosotras a Bosnia…  Iré cuando termine la guerra.” Mis amigas se miraron la una a la otra sin decir una palabra, con los rostros encogidos por el asombro y el corazón lleno de incógnitas…
……………………………………………………………………………………………
Unos meses después embarqué hacia lo desconocido en un avión con destino a Split. Me acompañaban un pequeño grupo de amigos, un gran grupo de desconocidos peregrinos anglicanos, y un sacerdote algo entrado en años. Mi corazón temblaba como un hoja al viento. Seguía convencida de que toda la idea era un gran disparate, y Medjugorje y sus historias un puñado de mentiras. Pero aún con esos sentimientos colgando por el intelecto, me sentía impulsada a emprender aquella locura a raíz del recuerdo de aquella extraña experiencia vivida en un restaurante londinense.  Desde que me ocurriera, poco o nada había averiguado sobre Medjugorge y las supuestas apariciones marianas a aquellos seis jóvenes bosnios. Simplemente observaba la alegría de mis amigas cada vez que regresaban de aquel lugar.  Escondí en mi corazón mis temores y me dejé arrastrar por un aplastante deseo de seguirlas hacia aquellas áridas montañas que tan poco tiempo atrás habían sufrido el odio humano hasta límites hiperbólicos. Mi primer día en Medjugorje fue  decepcionante. El pequeño pueblo no era otra cosa más que un pequeño pueblo despeluchado.
Refunfuñé desde el primer momento en el que puse mi pie en sus entrañas e inmediatamente concluí que mi viaje sería el resultado de un estúpido arrebato de inmadurez.  Aún así, intenté ser amable y educada.  Tuve agradables conversaciones con mi nuevo grupo de aventureros, e intenté aprovechar la sabiduría de un encantador e inteligente, (además de santo), sacerdote irlandés, quien hizo de guía en nuestro grupo. Aquel buen hombre se mostró extraordinariamente amable conmigo, siendo infinitamente pacienciente a la hora de responder las mil preguntas con las que le mareaba sobre Medjugorje. Tuvo la delicadeza de presentarme a los maravillosos sacerdotes franciscanos del lugar. Aquel primer día hicimos lo que todo peregrino suele hacer allí: acudimos a misa en la mañana, (la del idioma inglés), en la parroquia de Santiago. Rezamos el rosario subiendo el monte Podrobo, (más conocido como “el monte de las apariciones”), y almorzamos en el restaurante Colombo, situado en el corazón del pueblo, justo junto a la iglesia.
Por la tarde simplemente paseamos por las tiendas y nos unimos al enorme grupo de peregrinos para orar el Santo Rosario dentro de la Iglesia. Tengo que reconocer que hasta entonces nunca había rezado el Rosario; tampoco nadie me había enseñado a hacerlo.  Mi primer rezo del Rosario ese día me pareció largo y muy aburrido. De hecho, cuando lo hice, me sorprendió lo mucho que me aburría y lo complicado que se me hacía orar. Por ello, el día siguiente amanecí de malas pulgas, refunfuñona y con ganas de engrescarme con mi amiga, quien me avisó de que tendríamos que acudir de nuevo a misa.   “¿Pero otra vez tenemos que ir a misa? ¿Acaso no fuimos ayer?” , protesté de malas maneras. “Yo hoy ya no voy… Iré el domingo que viene; hoy es Lunes y no es obligatorio, así que dejadme en paz”.
A pesar de todo, y como en el fondo soy perro ladrador pero poco mordedor, fui de todos modos cuando el resto del grupo me rogó que les acompañara. Acudí y.., me aburrí durante toda la ceremonia, por lo que más que atender a los sacerdotes que concelebraban, me dediqué a pensar en mi cosas… Cuando al fin finalizó la misa, nos avisaron para que nos apresuráramos para acudir a una sala de conferencias situada justo detrás de la iglesia, pues el más joven de los 6 videntes, Jacov, daría  testimonio a los peregrinos interesados sobre sus extraordinarias experiencias con la Virgen. Aquello ya me pareció más atractivo, así que me dirigí con presteza junto a mis nuevos amigos hacia el lugar,  más movida más por la curiosidad que por la fe. Recuerdo nítidamente cómo nos encaminamos presurosos hacia el lugar de la conferencia, recorriendo la larga fila de confesionarios al aire libre, rozando con nuestras zancadas, las inmensas colas de peregrinos que deseaban confesarse aquella mañana limpia y soleada.
El día era claro y caluroso. De pronto, sin saber cómo ni porqué, sentí una intensa necesidad de dirigir mis ojos hacia ese luminoso cielo primaveral. No capté nada fuera de lo normal, o de carácter sobrenatural, como muchos peregrinos admiten haber visto en Medjugorje. Pero sí sentí una extraordinaria experiencia de amor. En mi corazón lo que me ocurrió duró 10 minutos, pero en la realidad, cuando comprobé el tiempo transcurrido real por mi reloj, sólo  3 segundos se habían sucedido. Créanme si les digo que esos tres segundos cambiaron mi vida para siempre…. En tan poco tiempo, me invadió todo el cuerpo y el alma un inmenso e indescriptible amor. Parecía a mis ojos como un rocío que se me posaba en el pelo, la cabeza, los brazos, en todo el cuerpo… Algo indescriptiblemente bello se  derramó sobre mí. No puedo describirlo, pues no se parece a nada de lo que conocemos a nivel material, o físico. No era agua, no era tierra… Era un rocío incoloro, fino como la brisa o como el suspiro de un niño.
El poder de ese rocío, o de esa sensación era extraordinariamente poderosa. Su carga era sólo amor, pero un amor en grado hiperbólico, infinito… Mis pasos se pararon en seco; quedé totalmente rígida y fijé la vista forzadamente sobre las nubes, el sol, el cielo... El tiempo parecía haberse detenido. Nada se movía a mi alrededor: la gente, los pájaros, los ruidos…todo quedó callado, quieto, expectante…. El amor que me rodeaba, que me cubría la piel, los ojos, la ropa, la cabeza, era tan poderoso que me di cuenta que quería seguirlo hasta el final. Me dominó un profundo entendimiento, una luz interior inconcebible , que me anunció sin lugar a dudas de que lo que se estaba derramando sobre mí, era el eterno y perfecto amor de Jesucristo. Entonces, una voz me habló al corazón. Era masculina, suave y a la vez regia y mandataria. No puedo describirla bien, pues no encuentro las palabras adecuadas para hacerlo correctamente… Esas palabras dijeron: “Hija mía, así es como te amo. Así es como amo a TODOS Y CADA UNO de vosotros”.
De pronto algo explotó dentro de mi corazón. ¡Quería llorar, quería morirme! Cerré los ojos, y con el alma en vilo sé que contesté: “ mi Señor, mi pobre Dios. Si esa es la manera en que nos amas, qué injusto es el amor del hombre, porque humanamente es imposible corresponder a este amor tan perfecto, completo y eterno. No es justo para todo un Dios…” Entonces, aquel amor vivo me contestó: “No puedes, ni podrás entender jamás la magnitud del amor de tu Dios. Pero es un Amor Real, y lo doy a cada ser humano gratuita e individualmente.”  Antes de que pudiera reaccionar, todo volvió a la “realidad”. Esa sensación de estar impregnada de un amor infinito había desaparecido tan bruscamente como había llegado, y allí me encontré yo, completamente confundida, asustada, dudando de mi cordura y a la vez deseando contar al mundo lo increíblemente bello que acababa de experimentar. Sólo sabía que debía de contar al mundo, dando voces si era preciso, cuanto Dios nos ama. Sentí el impulso de salir corriendo, esconderme del gentío, de aquellas nuevas amistades, para que nadie descubriera la confusión en la que estaba sumida. Sentí una terrible vergüenza al comprender que Dios todo lo ve, todo lo observa y todo lo sabe de nosotros. Cuan ingrata había sido mi vida… Jamás le había agradecido nada, ni le había amado.
Sentí un deseo irrefrenable de esconderme de los ojos de Dios. ¡Tantos pecados, tanto egoísmo hacia el prójimo, y tanto desprecio hacia la Iglesia y hacia el sacerdocio! Cuanto arrepentimiento… Quise gritar de dolor, pero gracias a Dios me aguanté las ganas… Tampoco revelé a nadie lo que me acababa de ocurrir. Deseaba ardientemente pensar, sopesar y analizar en mi interior lo vivido y dejar escapar ese dolor a través del amor que acababa de descubrir. A mi alrededor nadie se había percatado de mi experiencia, ya que, como decía, sólo habían transcurrido realmente 3 segundos. Recorrí el corto camino que me separaba del recinto de las conferencias cabizbaja y aturdida, con el corazón bulliendo entre sentimientos confusos, y con el alma cargada a la vez de miedo, vergüenza y felicidad. Por fin pude sentarme en las gradas a escuchar el precioso testimonio de un muchacho que juraba ver a la Santísima Vírgen. El testimonio de Jacov fue estremecedor por su belleza y espiritualidad. Fue entonces cuando permití que fluyeran por fin torrentes de lágrimas de mis ojos. Me percaté de que muchos de los peregrinos que me rodeaban, también lloraban con gran emoción.
Todos mis compañeros pensaron que las palabras de aquel joven vidente me calaban hasta lo más profundo del alma, y aunque así fue, mis lágrimas no se debieron a él. Tardé 6 meses en contar esta experiencia a mi querido sacerdote irlandés y a mi familia más cercana. Sé positivamente que mi conversión se produjo esa mañana de primavera, en el momento en el que el mismo Dios me reveló su amor infinito hacia los hombres, entrando así en mi vida como un huracán de emociones que no me ha abandonado hasta el momento presente. Sé que todo esto fue una realidad ocurrida en Medjugorje, mientras caminaba al lado de los confesionarios fuera de la iglesia. Sé que nunca seré la misma persona. Hay una mujer diferente en mí tras aquel golpe de ternura. Regresé a mi hogar londinense colmada de excitación, y de información sobre el Catolicismo. Desde ese extraordinario momento en mi vida, solo sentía una imperante necesidad de saber más sobre Dios; una insaciable e incomprensible sed de Dios me acompañaba en cada paso. Antes de que me pudiera percatar, una tierna influencia me enamoró de la misa. Y así, esta celebración se convirtió en el milagro más valioso e importante de mi vida.
Valiosa información sobre mi religión comenzó a entrar en mi vida con la fuerza de un huracán. Me esforcé en encontrar el sacerdote adecuado con quien confesarme cada mes, el sacerdote más sabio a quien hacer preguntas y el momento adecuado para rezar en casa con mi maravillosa familia. En casa, nuestro crecimiento en la fe no ha sido siempre un camino fácil. Han hecho falta 5 años y tres peregrinajes a Madjugorje, (uno de ellos fue un retiro con el Padre Jozo), para comprender claramente lo que me había pasado. Como consecuencia de mi conversión mis hijos rezan con nosotros desde el corazón. Ellos son creyentes y somos indudablemente muy felices como una pequeña familia católica unida.
La Virgen vive con nosotros, en nuestra casa. Es nuestra permanente y más regia invitada, y acude a nuestra llamada a través de las oraciones y los ayunos. En nuestro hogar se habla de Dios, y sí, a veces sufrimos por ello. Hoy puedo estar muy feliz, pues sé que el Señor ha borrado mis culpas del pasado a través de la confesión. Pero también sé que hasta el día en el que me vaya al cielo, debo reparar. Las humillaciones y burlas por seguir a Cristo comenzaron a llegar también a mi vida. Hay incluso personas que han dicho que he perdido la cordura. Cuando oigo semejantes críticas, no puedo dejar de sonreír y de pensar: “Si supieran lo que Dios les ama, también ellos perderían la cabeza por seguirle.” Nunca olvidaré el inmenso regalo de amor que recibí en Medjugorje. Solo le pido al Señor estar a la altura para ser un obrero para Él, con Él y en Él.
María Vallejo-Najera (www.mariavallejonagera.com)
Breve Biografía de la autora del texto
Maria Vallejo-Nágera, (Madrid 1.964), es la tercera hija del prestigioso psiquiatra y escritor Don Juan Antonio Vallejo-Nágera. Licenciada en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su ascendente trayectoria en el mundo de las letras tras ser publicada su primera novela, (“El patio de los silencios”, Editorial Styria), que quedó quinta entre las cuatrocientas novelas presentadas en el año 1999 al Premio Planeta. A continuación, publicó su segunda novela, (“El castigo de los ángeles”, Editorial Planeta,  2.001), basada en los hechos reales experimentados por la protagonista durante un viaje a la desolada Bosnia en los más cruentos momentos de la guerra, obteniendo el halago de la prensa y del público lector y reimprimiéndose en varias ediciones.

Fue sin embargo su tercera novela, (“Un mensajero en la noche”, 2003, Editorial Belaqva), la que la ha encumbrado como las escritoras más leídas y elogiadas del mundo literario en España. Reeditada hasta el momento hasta 19 veces y publicándose también en Francia y Portugal, María Vallejo-Nágera trabaja actualmente en un proyecto cinematográfico sobre esta fascinante historia basada en hechos reales. En el año 2004 publicó su cuarta novela, (“Luna negra”, 2004, Editorial Belaqva), que ha alcanzado enorme éxito entre los medios de comunicación. Basada al igual que las tres anteriores en hechos reales, la autora se mete en ella de lleno en la espantosa realidad del éxodo africano hacia las costas de España.

Su quinta novela es su primera histórica, “La Nodriza” (Ediciones B, 2006), basada en la vida de la reina Maria Antonieta, y que la ha encumbrado como una de las novelistas históricas más leídas de nuestro país.

En “Entre el cielo y la tierra, historias curiosas sobre el Purgatorio”, (Editorial Planeta, 2007), es su sexto y hasta ahora último trabajo. En él, la escritora madrileña nos presenta su primer ensayo, esta vez adentrándose en el interesante y desconocido mundo de lo que la Iglesia Católica llama “purgatorio”. En esta curiosa obra, también relata los avatares vividos por personajes de relevancia social en España que han tenido experiencias con los fantasmas, o “almas del purgatorio”.

Actualmente reside en Madrid, está casada y es madre de tres hijos.