AMIGOS DE LA LIBERTAD
- Perón no sabía nada, eran cosas del brujo y de la bruja, el decreto que ascendió de cabo a comisario inspector a Lopecito para mandarlo a aniquilar no se sabe quién lo firmó.
- -¿Ustedes me piden leña?, ¿por qué no empiezan ustedes a darla...?
- Alfonsín firmó el decreto 158 de enjuiciamiento a la Juntas Militares porque se lo exigieron de Europa y no lo llevó como proyecto al Congreso porque ningun peronista ni otros opositores lo votarían y quedaría solo desenterrando muertos.
- El Pacto Radical-Peronista del 83: No integraremos la CONADEP Y LO ANTERIOR AL 24 DE marzo NO SE TOCA. ¿Ni aunque sea con Favaloro? ¡¡¡ Ni con Favaloro ni con nadie....!!!!
- Esa dirigencia irresponsable e inepta que hacía lo que los comunistas les exigían, ni tenían idea de lo que estaban abriendo, nada menos que la continuación de la guerra revolucionaria por otros medios diferentes a los ya empleados.
- Cuando Fernando Abal Medina y su banda de criminales secuestraban al general Aramburu, su hermano era delegado o representante de Perón y su mujer la hoy ministra de Defensa Nilda Garré, que votaría la amnistía en 1973 para todos los asesinos de montoneros y del ERP pensarían si estaban incursos algunos en "terrorismo de estado?, o sólo "terrorismo del otro"? No habrá quien falte para sostener que los diputados y senadores del 73 que votaron la amnistía y fovorecieron una cantidad inmensa de crimenes están lisa y llanamente incursos en TERRORISMO DE ESTADO, salvo que el Congreso no forme parte del ESTADO.
- La sociedad de ayer como la de hoy parece mirar para otro lado, desde aquí, clamando en el desierto o como perros ladrándole a luna gritamos con toda la fuerza que podemos: "argentinos...... coraje..... a los pinguinos en octubre...... hay que darles el raje".
gm
NB/// La Prensa de ayer, -escrita por profesionales-, no por aficionados, con toda finura y sin disimulo, a los peronistas........ les aclara sus dudas. Véanlo.
Alguien tiene que decirlo
Por Sergio Crivelli
Por Sergio Crivelli
DIARIO LA PRENSA, 31 de Enero de 2007
La actual investigación judicial sobre Isabel Perón y la Triple A puso en evidencia una vez más el carácter selectivo con que se aplica el revisionismo en la historia nativa. A más de tres décadas de las feroces matanzas de las que participó esa organización, hay todavía miembros del Congreso y de la Justicia que opinan que Juan Domingo Perón "ni remotamente" estaba al tanto de la represión ilegal llevada adelante bajo el amparo de algunas estructuras estatales. Se pretende que el principal protagonista de la política nacional entre 1945 y 1975 fue una marioneta en manos de su esposa y de un Cagliostro rioplatense. Increíblemente se ha desempolvado la "teoría del cerco", excusa difundida por Montoneros para explicar por qué el "líder" por cuyo regreso habían matado y se habían hecho matar los eliminaba sin inmutarse. Según esa explicación, Isabel y López Rega impedían que Perón se enterase de la feroz batalla que se estaba librando a su alrededor. Como es obvio, la verdad era otra. La izquierda peronista -JP, Tendencia, Montoneros, etcétera- se enfrentó con el propio Perón en una lucha por el poder tan inmisericorde como desigual. El envejecido caudillo había vuelto al país para ocupar la presidencia a pesar de su precario estado de salud y lo primero que hizo fue fumigar a Héctor Cámpora, a los gobernadores y a los diputados de la izquierda que querían hacer una revolución a la cubana para instalar la patria socialista. Todo empezó en Ezeiza, cuando los montoneros le arruinaron la apoteosis del retorno. El cruce del Rubicón, sin embargo, fue el asesinato de José Rucci, uno de los garantes del pacto social y del plan económico del tercer gobierno peronista. A partir de ese momento el aniquilamiento del oponente fue la única lógica para ambos bandos. El propio Perón los amenazó públicamente, pero los montoneros siguieron adelante: tenían poder de fuego, pero no estrategia política. Dejaron de esa manera expuesta a la militancia de superficie que empezó a ser aniquilada con nula posibilidad de defensa. Perón e Isabel habían sido elegidos por el voto popular, pero aquéllos no eran tiempos democráticos. La negociación fue reemplazada por las balas y los explosivos. La izquierda privilegió la lucha y apostó al golpe militar con la delirante hipótesis de que al enfrentarse con las Fuerzas Armadas conseguiría que el pueblo se pusiese finalmente de su lado. Hubo, no obstante, quienes como Rodolfo Walsh criticaron con dureza la estrategia de los "fierros", porque veían venir la tragedia y reclamaron la vía política en lugar de la militar. La conducción de Montoneros desoyó esas opiniones y mandó a sus integrantes a una masacre segura que comenzó con los grupos de tareas de la Triple A y continuó con los de la ESMA sin que se notase demasiado la diferencia. Frente a esta situación, el grueso de la sociedad se limitó a observar. Sólo quería estabilidad económica y mejores ingresos. Lo de siempre. Alguno de los que tomaron parte de aquella guerra intraperonista debería decirlo con todas las letras. Pretender un "bill" de indemnidad histórico para el fundador del movimiento no sólo ofende la inteligencia de los votantes, sino que a esta altura ya tiene un efecto electoral irrelevante. |
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