El exorcista de Padua
Es
un intelectual de prestigio que ha sido catedrático en la Universidad
Gregoriana. Afirma que el diablo existe y actúa de forma activa en la
vida cotidiana. Asegura haber hablado con él en los exorcismos y dice
que no puede soportar el amor. Este sacerdote ha curado a cientos de
posesos en Italia
Sante Babolin, sacerdote, semiólogo y catedrático de Filosofía, ha dedicado la última década de su vida a luchar contra el diablo en la diócesis de Padua.
Babolin es un intelectual que ha escrito una docena de libros, entre
los que destaca un tratado de exorcismo, publicado en 2014, que se ha
convertido en una referencia sobre esta práctica.
El religioso
italiano, que nació en 1936 en Padua, es un hombre jovial y amable, que
no elude el contacto con los medios de comunicación. «El mal no es una abstracción.
Nunca he dudado de la existencia real del diablo. El Maligno no sólo
seduce a individuos, es capaz de hacerlo con pueblos y culturas»,
afirma.
Babolin ha practicado centenares de exorcismos con éxito,
aunque es cauto y reconoce que en el 98% de los casos que se le
presentan no existe posesión por el demonio sino que se trata de trastornos mentales como la esquizofrenia. Subraya que él es sólo un instrumento de Cristo, cuyo poder es quien realmente exorciza el mal.
A su experiencia en esta actividad, el sacerdote de Padua añade un impresionante historial académico porque es licenciado en Teología y Filosofía.
Realizó su tesis doctoral en la Sorbona de París sobre estética, ha
sido secretario de la Asociación Nacional de Profesores de Filosofía y,
durante mucho tiempo, ejerció la cátedra de Filosofía de la Cultura en
la prestigiosa Universidad Gregoriana de Roma.
«El Maligno no
descansa, está siempre actuando. Y tienta al hombre con el dinero, el
éxito, con lo inmediato», asegura. Para Babolin, el diablo es hoy más
fuerte que nunca por la creciente dificultad para distinguir entre el
bien y el mal que existe en la sociedad contemporánea.
Babolin asegura haber tenido una comunicación directa con Satanás a
lo largo de los procedimientos de exorcismo. En uno de los casos, un
frustrado demonio le confesó: «No soporto a los que aman». En otra
ocasión invocó a la Virgen de Guadalupe para curar a un joven poseso
mexicano. Y contó que el Maligno, con un gesto de frustración, exclamó:
«Antes de ella, todo esto era mío» (en referencia a México).
Siguiendo
la doctrina tradicional de la Iglesia, Babolin sostiene que el diablo y
los demonios eran seres que adoraban a Dios, pero que, en un
determinado momento, se volvieron malos, cegados por su ambición. Desde
entonces, su objetivo es apartar al hombre del Todopoderoso.
Babolin explica que la advocación a la Virgen María es lo que provoca mayor rechazo del diablo, porque la madre de Dios encarna la idea del amor más abnegado y de la pureza. Y eso el Maligno no lo soporta.
Asegura también que el poseso puede hablar en lenguas muertas
o demostrar unos conocimientos enciclopédicos porque es el diablo el
que mueve su lengua. Expulsado del alma y finalizado el exorcismo, la
víctima no recuerda nada.