Sin novedad en el Alcázar de Toledo: la victoria que hizo dictador a Franco
Durante setenta días aguantaron el asedio de los republicanos hasta que el 27 de septiembre las tropas de Franco liberaron la fortaleza en ruinas. Al día siguiente, el general sería nombrado jefe del Estado nacional
"A las 5.30 rompen el fuego las piezas de 15.5 emplazadas en Pinedo, y entre las 30 detonaciones que disparan se oye una de mayor intensidad que llena de polvo y humo muy negro todas las dependencias del Alcázar". Es el 27 de septiembre de 1936, la última entrada del diario del asedio del coronel José Moscardó, que dirige a los sitiados en el Alcázar de Toledo. Para entonces, un amasijo de hierro y ruinas.
"Se supuso pudiese ser la explosión de una mina pues en la explanada Este y cerca del Torreón Norte se veía el embudo producido por la mina, que tiene aproximadamente unos 30 metros de diámetro por cuatro o cinco de profundidad (...) Inmediatamente de la explosión y cañoneo, empieza el intento de asalto". Fuera de los muros, el comisario soviético Kolstov presencia el último ataque de las tropas republicanas, mientras a su espalda se divisan ya las columnas del Tabor de Regulares de Tetuán y la V bandera de la legión que avanzan para romper el cerco de los sitiados.
La detonación de "mayor intensidad" es la cuarta mina para volar lo poco que queda de la fortaleza. Dirigidas hasta los cimientos del edificio, las dos del 18 de septiembre, derribaron el torreón suroeste, y la fachada oeste. A los sitiados les quedaban provisiones para seis días como mucho.
El guión de la épica
El asedio del Alcázar era en sí mismo un guión inmejorable para la propaganda, de una irresistible épica. Lo protagonizó el entonces coronel Moscardó, aunque sería Franco, el 21 de septiembre de 1936, cuando ya llevaban dos meses largos de asedio, el que le daría la forma definitiva. Sus tropas avanzaban desde julio hacia Madrid para tomar la capital y poner fin a la República. Cuando llegaron a Maqueda, la capital estaba a tiro. Las defensas carecían de orden y armamento, su línea era débil, el camino casi expedito, las puertas de Madrid aguardaban tiritando.Los rehenes de los defensores
Setenta días antes, el 21 de julio de 1936, el coronel José Moscardó Ituarte director de la Escuela de Gimnasia del Ejército, oficial de mayor graduación en Toledo, había declarado el Estado de Guerra, que se lee en la plaza de Zocodover. Antes, había dado orden de recoger las municiones de la fábrica de armas de la ciudad hacia el Alcázar para encerrarse con una compañía de la Guardia Civil y los estudiantes de las academias. En total unos 1.000 hombres, 693 de la benemérita.Muchos no habían elegido encerrarse dentro, y no todos eran familias de los Guardias Civiles sublevados
Los elementos que convertirían el asedio en un episodio rayando el mito no tardarían en aparecer. Dos días después de haberse declarado el estado de Guerra desde una plaza numantina, sonó el teléfono en la centralita del Alcázar; la llamada más controvertida de la historia de España. El jefe de las milicias de Toledo, Cándido Cabello, pidió hablar con el coronel Moscardó:
"El Alcazar no se rendirá jamás"
- Jefe de Milicias: Son Uds. responsables de los crímenes y de todo lo que está ocurriendo en Toledo, y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar, y de no hacerlo fusilaré a su hijo Luis que lo tengo aquí a mi lado.
- Coronel Moscardó: ¡Lo creo!
- Jefe de milicias: Y para que veas que es verdad, ahora se pone al aparato.
- Luis Moscardó Guzmán: ¡Papá!
- Coronel Moscardó: ¿Qué hay, hijo mío?
- Luis Moscardó Guzmán: Nada, que dicen que me van a fusilar si el Alcázar no se rinde, pero no te preocupes por mí.
- Coronel Moscardó: Si es cierto encomienda tu alma a Dios, da un viva a Cristo Rey y a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós, hijo mío, un beso muy fuerte!
- Luis Moscardó Guzmán: ¡Adiós, papá, un beso muy fuerte!
- Vuelve a coger el aparato Cándido Cabello.
- Coronel Moscardó: Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás.
Carta de José Moscardó a su esposa, 25 de julio de 1936
- "No te quiero decir la amargura que tengo sabiendo que nuestro Luis está en poder de esa gente. Ya sabrás que el jefe me llamó por teléfono el día 23 y me dijo que si en el término de diez minutos no nos rendíamos, lo mandaba fusilar, y por si yo dudaba, le hizo venir al teléfono y hablara conmigo para convencerme de que era él. Excuso decirte, mi hijo de mi alma, me habló con voz tranquila, y yo no hice más que decirle que encomendara su alma a Dios si llegara el caso y diera un Viva España muy fuerte. Yo espero que no sean tan crueles que quieran vengarse en la persona de mi hijo, completamente inocente en esta causa, y no pase de una amenaza, pero no obstante no puedo estar confiado (...)"
Carne de caballo racionada
El encierro entre los muros del Alcázar pronto demostraría su brutalidad: como albergaba la academia disponía de una nutrida despensa, pero al ser periodo vacacional estaba casi vacía. Dentro había cerca de 1.800 personas, a las que no les faltó el agua, debido a los pozos que disponía la fortaleza y que aunque, racionada, no escaseó, pero sí la comida. Las incursiones para lograr víveres fueron en su mayoría fallidas.Se lograron algunos sacos de trigo de un depósito cercano pero la base de la alimentación, racionada fueron los caballos
El fuego de artillería fue incesante durante todo el asedio, aunque serían las minas las que provocarían los mayores destrozos. Las autoridades republicanas se volcaron en su destrucción. Hubo dos grandes asaltos y un intento de negociación que le fue encomendada al prestigioso Vicente Rojo, que había dado clase en el Alcázar. Rojo entró en la fortaleza para parlamentar con Moscardó el 8 de septiembre, ofreciendo la evacuación de las mujeres y los niños primero y la rendición después.
El Alcázar, por su simbolismo y la atención internacional, era el objetivo. Según el historiador Paul Preston, Franco supeditó la dirección militar a su éxito político: (*) "Franco perdió dos semanas mientras tomaba Toledo y se ocupaba de lo relativo a su propio ascenso político. Esa dilación constituiría la diferencia entre una excelente oportunidad para entrar fácilmente en Madrid y el hecho de tener que emprender un largo asedio como resultado de la reorganización de las defensas de la capital y la llegada de la ayuda extranjera".
'Sois cojonudos'
La Junta de Defensa se tenía que reunir el día 28, aunque un acuerdo del día 21 tenía entre en sus puntos el de concederle la jefatura militar. Sin embargo, la decisión de desviar el avance sobre Madrid para liberar el Alcázar le otorgaría mucho más. Franco sustituyó a Yagüe, partidario de seguir hacia Madrid, por su amigo de las campañas del Rif, el general Enrique Varela. El día 21, siguiendo las órdenes de Franco se dirigió a tomar Toledo. Seis días después, estaban a las puertas. Para el historiador Luis Suárez, la decisión de Franco no implicaba renunciar a la capital, porque creía que ambos objetivos podían lograrse (**). Primó el golpe propagandístico.A las nueve de las noche las tropas marroquíes alcanzaron el esqueleto y los escombros de la antigua fortaleza
Pero la cita con la historia estaba, ese mismo día, en Salamanca. Los generales golpistas de la Junta de Defensa, entre ellos Kindelán y Cabanellas, se habían reunido para firmar el decreto que unificaría el mando de las tropas rebeldes. Pero en la redacción del decreto no sólo se incluyó el de la jefatura militar para Francisco Franco, sino el de la jefatura del Estado.
Mando absoluto
Según Luis Suárez: "Kindelán recuerda que cuando leyó el decreto hubo vacilaciones porque Cabanellas y quienes le apoyaban no querían que nadie pudiera acumular en su persona tal plenitud de poder. Pero durante el almuerzo las noticias amplias del éxito logrado en Toledo, donde la resistencia enemiga había cesado y de las aclamaciones populares en Cáceres, quebraron toda resistencia", Se introdujo un aclaración "mientras dure la guerra", que molestó enormemente a Franco y su mención pronto desapareció.A Moscardó, el peso de la épica le alcanzaría. Varela le había propuesto para la Laureada, la más alta condecoración militar, pero cuando salió de los muros derruidos, había perdido dos hijos. La defensa del Alcázar fue una gesta descomunal de nulo valor estratégico, tanto para los rebeldes como para los republicanos. No evitó que ambos bandos lo convirtieran en una cuestión de prestigio.
Franco llegó dos días más tarde de la liberación y les arengó con que habían ganado la guerra
(*) 'Franco', Paul Preston (Debate)
(**) 'Franco', Luis Suárez (Ariel)
(***) 'Franco y el Tercer Reich' Luis Suárez (La Esfera de los libros)