Cuatro millones y medio de niños rehenes de los sindicatos
El prelado platense comenzó su semanal reflexión con los televidentes recordando sus años escolares. "Yo nunca fui a un colegio religioso, ni en la primaria ni en la secundaria. En la primaria asistí a una escuela cercana a mi casa, en la calle Bragado, en el barrio porteño de Mataderos y recuerdo el nombre de todas mis maestras y mis maestros desde primero inferior hasta sexto grado”.
Tras la demostración de una excelente y envidiable memoria con la mención de todos sus maestros y maestras, expresó: "Recuerdo todo, pero no recuerdo que nunca haya habido un paro. No sé si los sueldos de los maestros eran buenos en aquella época, ignoro si existían y actuaban sindicatos del sector. Había maestros y profesores, no 'trabajadores de la educación' ”.
“Ahora vemos -prosiguió- que los sindicatos de la provincia de Buenos Aires mantienen de rehenes a cuatro millones y medio de niños bonaerenses. ¿Por qué? No niego que haya razones para reclamar, pero la razón del paro es ideológica en el fondo. Se puede protestar de otras maneras y lo que ocurre indica el subdesarrollo sociocultural de la Argentina. En otros países se protesta de otra manera. Por ejemplo, se protesta trabajando más horas de las debidas o poniéndose una vincha en la cabeza con una leyenda sobre el reclamo, o lo que fuere, pero no está bien dejar a los chicos sin clase”.
“No es la huelga docente la única causa del desastre de la escuela estatal que viene precipitándose hace décadas. Para colmo de males, este 2017 es un año electoral para los partidos y para algunos sindicatos”.
“Lo que ocurre es esto, y lo digo con todo respeto: los sindicatos de docentes utilizan en su relación con el poder un esquema que es de tipo dialéctico, de enfrentamiento, de lucha, cuyo origen ideológico es bien conocido. No viene al caso examinarlo ahora. Es un esquema de poder en todo caso y las víctimas son los niños”.
“¿Los reclamos son justos? Aceptemos que lo son, pero se reclama de otra manera y no así. Los niños, los escolares no tienen por qué verse privados de las clases".
Por último, monseñor Aguer señaló que "llama la atención la pasividad de las familias, que deberían manifestarse con toda claridad para exigir a los gremialistas: 'No, señores, acá las clases tienen que empezar el día que tienen que empezar”, y sé que a muchas familias todo esto les crea un problema enorme. Por no hablar de los resultados ulteriores.+