martes, mayo 12, 2015

Atrapados por la democracia

Buenos Aires, 06 de mayo de 2015



Atrapados por la democracia


En muchos de mis escritos me he encargado de señalar que la democracia no es más que una forma de gobierno, que no puede ni debe ser considerada como un estilo de vida y que endiosarla es un error muy grave.

También he señalado que cuando esa forma de gobierno se aparta del bien común o, como lo sostiene la Iglesia Católica, no respeta a Dios y no tiene una base moral Cristiana, degenera en formas encubiertas de totalitarismo o autoritarismo de estado.

En la Argentina moderna, ocurre además que, la democracia ha sido tomada como el pretexto excluyente ante los “demonios” que significaron los militares y los golpes de estado. Esa propaganda tendenciosa y dialéctica de “Democracia  o Dictadura” instalada en tiempos de Alfonsín, ha calado muy hondo en la sociedad argentina y gran parte de ella justifica entonces hasta la aberración más grande y el abuso más flagrante si viene de la mano de la democracia.

Y ocurre entonces que corrientes políticas contrarias al sistema republicano, valiéndose de él acceden al poder para instaurar una revolución socialista de sesgo totalmente autoritario. Eso es lo que hoy ocurre en la Argentina en donde los ciudadanos estamos atrapados en un sistema y totalmente indefensos.

En tiempos en que los militares eran todavía un factor de poder en el país e intervenían en el desarrollo político del mismo interrumpiéndolo, de tanto en tanto, ya sea por decisión propia o por presión de la oposición y de parte de la sociedad civil mediante un golpe de estado, las cosas eran diferentes y -entiéndase bien-, las democracias no alcanzaban a degenerarse, por lo menos en el nivel como hoy ocurre. Las Fuerzas Armadas actuaban como "tribunal de alzada" de la sociedad y, por lo general, tomaban el poder con la idea de restablecer el orden para salvar el estado democrático, en una acto de gatopardismo en estado puro, "cambios para que nada cambie". Obviamente que los que caían en autoritarismo eran los militares, pero, evidentemente, era lo que se podía esperar de ellos.

Para mal o para bien ése era el contexto que se vivía por entonces en esa Argentina que alternaba en el poder a civiles y militares. Hoy ya no están los militares y no hay límites ante los excesos de gobiernos democráticos que degeneran en autoritarios. ¿Qué gobierno desde 1983 a la fecha no ha intentado coartar de alguna manera a los otros poderes del estado? ¿Qué gobierno no buscó jueces de la Corte Suprema adictos? ¿Qué gobierno no utilizó procederes corruptos para comprar  voluntades de diputados o senadores para aprobar tal o cual ley?... Sin dudas no hay ninguno libre de culpa, pero tampoco hay dudas que, de todos, los gobiernos de los Kirchner superan ampliamente al resto en cuanto a autoritarismo se refiere.
Insisto, no hay límites que detengan a una democracia desnaturalizada que para avanzar en sus fines de perpetuarse en el poder, se vale de los mismos mecanismos de defensa que ella misma genera para preservarse. Y así se llega a que un vicepresidente de la Nación esté procesado por delitos de corrupción y siga en funciones y presida el senado ante la vergüenza ajena de todo un país, así se llega a que tengamos un juez de la Corte Suprema que vive en concubinato con otro hombre y alquile departamentos que son utilizados por la prostitución, así se llega a que Hebe de Bonafini y un parricida, presidiendo una organización gubernamental destinada a los planes de vivienda más importantes del país, cometan un desfalco descomunal y que, precisamente por la protección que le da el sistema del que estamos hablando, la justicia no haga nada.

Pero lo más grave de todo y que marca claramente el grado de autoritarismo de quienes hoy están en el poder es lo que sucede con la arbitrariedad y prevaricato que se ha cometido y se sigue cometiendo con los militares juzgados y condenados por su participación en la guerra contra la subversión –con la complicidad de todos los jueces de la Nación que aceptan tal situación–, mientras que los subversivos terroristas que colocaron bombas y asesinaron a mansalva a compatriotas, están libres de culpa y cargo, nadie los cuestiona y muchos de ellos ocupando cargos de relevancia en el gobierno. A no dudar que los tribunales que han sentenciado a cientos de militares presos en forma ilegal e inconstitucional, deben ser calificados como tribunales revolucionarios.

De ahí que digo: “La guerra contra la subversión no ha terminado en la Argentina, estamos en la fase de la guerra en la cual la subversión alcanzó el poder utilizando el sistema democrático, y encarceló a quienes los combatieron durante la lucha armada”. Y es por eso que los militares no deben ser considerados presos políticos sino prisioneros de guerra.

Como quienes están en el poder tienen la mayoría en ambas cámaras y han comprado a los jueces, ocurre que los ciudadanos comunes terminamos atrapados de una democracia que no persigue los fines de su Deber Ser sino los que surgen de la conveniencia de quienes están en el gobierno para perpetuarse en él sin importar para nada el Bien Común.

Y a cuántos compatriotas hoy escuchamos decir: “no podemos hacer nada, hay que esperar el cambio de gobierno y que estos se vayan”…

La revolución socialista y anticristiana está logrando que muchos argentinos se hayan acostumbrado a vivir en contra de lo que establece la cultura Cristiano Católica que hemos heredado de nuestros padres  y que hace a la esencia de nuestro estilo de vida.

En efecto, eso es lo que ocurre, y quienes nos oponemos a tan macabro proyecto, nos preguntamos ¿qué armas tienen los ciudadanos para expresar su disidencia y lograr se modifique tal o cual política que tanto los perjudica?. Seguramente que quienes creen en este sistema, dirán que el juicio político, las marchas multitudinarias y la libertad de prensa constituyen armas eficaces para llamar la atención del gobierno y modificar un rumbo.

Pero claro, para que tal cosa ocurra tendríamos que estar en presencia de una democracia sana a la que le interesa la opinión de la oposición y la participación ciudadana. Y como a la democracia de los Kirchner eso no les importa, ocurre que no hay posibilidad de juicio político, ya que ellos dominan la comisión que los aprueba o rechaza, y las movilizaciones son ignoradas (ocurrió con el campo, los cacerolazos, la justicia, el caso Nisman, etc.). El gobierno ensoberbecido en el poder que les da su mayoría, desconoce olímpicamente las protestas –como si no hubiesen existido- y sigue sin inconvenientes su proceso revolucionario. Y respecto a la libertad de prensa sólo digamos que quien se atreve a opinar en contra del gobierno, es considerado un desestabilizador o simplemente un golpista.

Por consiguiente, los ciudadanos Argentinos estamos atrapados en el sistema, presos de la democracia y no podemos hacer nada para revertir el proceso antinatural que busca la revolución socialista. “Sólo esperar a que termine el mandato constitucional y ahí apostar por el voto al cambio de gobernantes”, dicen los defensores a ultranza del sistema.

Pero no debemos olvidar que, el poder autoritario que como dijimos se vale de la democracia y maneja todo a su antojo, puede cometer fraude y volver a ganar, o también podría ocurrir que por los mismos artilugios espurios que el sistema ofrece, ceda el poder a un supuesto ganador que, condicionado por el poder real continúe con los objetivos de la revolución socialista y entonces nada cambie... Como suele decirse: “es de manual” que la revolución no esté dispuesta a entregar el poder.

Por eso es que digo: “Atrapados por la democracia”.



¡Por Dios y por la Patria!


Hugo Reinaldo Abete
                                                                                                   Ex Mayor E.A.