Judíos que creen en Jesús, un fenómeno en ascenso
Por Marcelo Kisilevski
Son llamados mesiánicos. Y no son reconocidos por ninguna corriente judía. Ellos se defienden. Y ya son medio millón en todo el mundo.
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Los judíos mesiánicos son una corriente religiosa que combina judaísmo con la creencia en Jesús (Yeshúa en su nombre hebreo bíblico) como el “Mesías de Israel”, incorporan algunos elementos del judaísmo, como observancia del descanso sabático y la comida kosher, junto con las del cristianismo de corte evangelista. A pesar de verse a sí mismos como descendientes de los primeros seguidores de Jesús, que eran judíos igual que él, los judíos mesiánicos no están reconocidos como judíos por ninguna otra corriente judía en el mundo.
En Israel no están solos. Después de todo, la existencia de un monopolio ortodoxo en lo que hace a casamientos, entierros y demás asuntos religiosos, los conservadores y reformistas tampoco son reconocidos. Pero para Miro Arony, 54 de edad, historiador y director del Cementerio Internacional de la Alianza Mesiánica en Jerusalén, eso no es un problema. “Nosotros somos judíos con todas las letras”, dijo en diálogo con Clarín, “si no nos reconocen es problema de ellos. Nosotros nos basamos en las Escrituras, tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento”.
El movimiento judío mesiánico se alimenta de dos vertientes: la de judíos que aceptan a Cristo, y la de cristianos que adoptan prácticas judías que, después de todo, el nazareno también practicaba. La llegada de Arony a la creencia en Cristo fue accidentada. Nació en Irán, y cuando tenía tres años su familia decidió emigrar a Israel. “Pero aquí, por una tragedia familiar me entregaron en adopción a una familia judía ultraortodoxa, y crecí estudiando Torá”.
No fue un buen arreglo: los padres adoptivos lo golpeaban y lo encerraban, pero su padre biológico no lo aceptó de regreso. A los ocho años comenzó un periplo entre familias adoptivas y huidas hasta terminar en el internado para niños de familias disfuncionales en un kibutz (poblado socialista). Así pudo integrarse a la vida normativa, llegó al servicio militar como todo joven israelí, donde sirvió en la fuerza de armería. Después se casó, tuvo tres hijos, se divorció.
“Pero desde mi juventud estuve inmerso en una búsqueda espiritual en la que básicamente cuestionaba la autoridad rabínica”, explica. “Me negaba a aceptar la mediación entre el hombre y Dios. Es cierto que teóricamente el judaísmo plantea la comunicación directa entre el individuo y Dios, sin mediación sacerdotal, pero los rabinos se arrogan la autoridad de saber cuál es la voluntad de Dios. De hecho, no saben la verdad.
“A los 22 años, un compañero del ejército me invitó a su casamiento en un templo de los judíos mesiánicos. Tuve tremendas dudas si asistir o no. Después de todo, los judíos mesiánicos son temidos por la mayoría de los judíos. Una, porque creen en Yeshúa, y el cristianismo fue históricamente la grey que más persiguió a los judíos. Dos, porque son vistos como peligrosos misioneros. Y yo todavía era un judío ultraortodoxo, con todo y ropa negra. Al final decidí acudir. Me llevé la sorpresa de mi vida: el amor, la aceptación y la tolerancia con la que me recibieron, me llenaron el corazón. Inmediatamente sentí que había llegado a casa. Luego de mucha investigación y aprendizaje, en el judaísmo mesiánico he encontrado el judaísmo verdadero”.
En el mundo los judíos mesiánicos se calculan en medio millón. En la Argentina son varias decenas de miles, y en Israel unos diez mil, con cerca de cien sinagogas mesiánicas. El cementerio que dirige Arony alberga a algunos judíos mesiánicos con historias destacadas en pos del pueblo judío. Por ejemplo, el Reverendo inglés John Stanley Grauel, estadounidense que trabajó junto con la Haganá (milicia clandestina judía en la Palestina del Mandato Británico) para traer refugiados de Europa a Israel luego del Holocausto. Derek Prince, que fue soldado británico en esa misma época, y que luego de la guerra recorrió el mundo difundiendo la necesidad de un Estado para los judíos. Jane Lancaster, secretaria personal de la ex primera ministra israelí Golda Meir. Jamil Hashweh, un líder de la Iglesia árabe que, siendo ciego, tradujo la Biblia al braile árabe. Y así muchos más.
Arony se considera judío mesiánico, pero también israelí y sionista. En su mensaje a los argentinos combina todos los motivos: “Israel es la tierra del pueblo judío, creamos o no en Jesús. En Israel hay judíos, cristianos, musulmanes. Es la tierra de la Biblia, y es el centro espiritual del mundo. Todo comenzó aquí, desde la revelación del monoteísmo a Abraham hasta la crucifixión de Yeshúa, pasando por los profetas. Si la Tierra Santa y Jerusalén están en su corazón, los argentinos deben visitar Israel”.