Argentina: El fracaso del blanqueo – por Roberto Cachanosky
Una
vez más vuelve a quedar en evidencia la importancia de tener calidad
institucional. Sin ella los capitales no vienen, por más zanahorias que
les pongan para atraerlos.
A pesar de las condiciones tan favorables ofrecidas para el último
blanqueo, tanto el CEDIN como el BAADE resultaron ser un fracaso. Muy
lejos de las expectativas que tenía el gobierno, los dólares ingresados
estuvieron a años luz de las estimaciones inicialmente pronosticadas por
el gobierno.
En rigor era el previsible el fracaso que acaba de reconocer el
director de la AFIP. Es que no solo se trata de ofrecer no pagar multas y
otras ventajas. El problema está en las condiciones en que se lanzó.
Eso que Kicillof llamó horrible seguridad jurídica. El gobierno ha
podido comprobar, a través de este fracaso, que la calidad institucional
es fundamental a la hora de atraer capitales. Que no busquen otra
explicación, el problema está fundamentalmente en ese punto.
La primera pregunta que deberían haberse formulado quienes diseñaron
este blanqueo era: ¿por qué alguien fugó sus capitales de Argentina y no
los tiene declarados? Más allá de los casos particulares de corrupción o
actividades ilícitas, hay todo un segmento que, en primer lugar, no
está dispuesto a pagar la enorme carga tributaria que se paga en
Argentina.
Hasta el mismo gobierno sabe que la presión tributaria es asfixiante
porque no se permiten los ajustes por inflación. Hoy las empresas pagan
impuesto a las ganancias sobre utilidades que no existen porque no se
permite el ajuste por inflación. Es decir, el fisco aplica el impuesto a
las ganancias sobre el stock de capital de las empresas.
Tal es el grado de presión tributaria que hasta la gente que trabaja
en relación de dependencia se queja del impuesto a las ganancias que
tiene que afrontar. De manera que una de las causas del fracaso del
blanqueo, a pesar del nulo costo de ingresar al mismo, estuvo en el
futuro costo impositivo a soportar por quienes optaran por blanquear. En
la medida que la presión impositiva no disminuya sensiblemente, es poco
probable que alguien esté dispuesto a blanquear con el sistema
tributario vigente.
La segunda causa del fracaso tiene que ver, a mi juicio, con el cepo
cambiario, que si bien la presidente insiste en negar su existencia, la
realidad es que la gente no puede comprar moneda extranjera como refugio
de valor ante una inflación que el gobierno también insiste en negar.
¿Por qué alguien que tiene dólares en el exterior los va a traer a
Argentina para luego no poder llevarlos nuevamente al exterior sí así lo
desea? ¿Por qué confiarle los dólares del blanqueo a la misma
institución que impone todo tipo de trabas para comprar divisas? Nadie
en su sano juicio se mete en la cárcel, cierra la puerta con la llave y
luego la arroja bien lejos para no poder salir. El solo hecho de no
poder girar utilidades y dividendos es suficiente evidencia como para
espantar a cualquiera que piense en traer sus ahorros desde el exterior.
La tercera causa tiene que ver con las arbitrarias medidas que toma
el gobierno. El secretario Moreno se caracteriza por manejar la economía
con amenazas, presiones y todo tipo de arbitrariedades. ¿Quién iba a
comprar CEDIN en el mercado secundario para invertir en cualquier rubro
pagando con CEDIN si aquí no hay reglas de juego, previsibles y
estables? Solo hay medidas que no son otra cosa que parches que viene a
tratar de “arregla” el lío que hicieron el día anterior, lo cual impide
realizar el cálculo económico de una inversión. Es más, la ausencia de
una moneda en el estricto sentido de la palabra hace imposible evaluar
un proyecto de inversión.
Mal que le pese al gobierno, las regulaciones impuestas al mercado de
cambios en particular y a la economía en general, la elevada carga
tributaria imperante y la falta calidad institucional tuvieron un peso
mayor a los beneficios ofrecidos por el blanqueo. En otras palabras, la
falta de confianza en el gobierno pesó más que la zanahoria de no
aplicar multas ni ningún tipo de recargo al que blanquera, llevando el
blanqueo al fracaso.
Una vez más vuelve a quedar en evidencia la importancia de tener
calidad institucional. Sin ella los capitales no vienen, por más
zanahorias que les pongan para atraerlos.