Buenos Aires, 16 de julio de 2013
Sr. Director:
Confusión, confusión y más confusión
La
designación del nuevo jefe del Ejército ha sido un ingrediente más para alimentar
la confusión permanente que caracteriza a la sociedad argentina. Confusión que
en la mayoría de los casos parte desde el mismo poder y se expande al resto de
la sociedad a través de los medios de comunicación que se hacen eco de la
misma. En algunos casos porque esos medios de comunicación están en total
sintonía con el relato que sale de las usinas del gobierno (tal el caso de 6,7,8), en otros, supuestamente opositores, como Clarín y La Nación, porque les conviene
comprar el mismo relato para no quedar como políticamente incorrectos. En tal
sentido, cuando se habla de guerra contra la subversión o
“carapintadas” todos (oficialistas y opositores) son contestes en
condenar al sector militar y nada dicen de los asesinos terroristas que gozan
de millonarias indemnizaciones o participan del gobierno.
En
el caso que nos ocupa, la designación del nuevo JEMGE, se da la particularidad
y la contradicción que el gobierno la defiende y la sostiene mientras que la
oposición la cuestiona y la condena. Y son tres los fundamentos principales
sobre los cuales se cuestiona el nombramiento citado: que el general Milani cuando era subteniente participó del operativo
Independencia en Tucumán, que en Semana Santa de 1987 fue fotografiado junto a
Herminio Iglesias en Campo de Mayo durante el pronunciamiento
“carapintada”, y tercero, su enriquecimiento ilícito. Sobre el
operativo Independencia y el enriquecimiento ilícito no interesa ahora hacer
ningún comentario porque no hace al eje de lo que se pretende señalar en este
escrito. Pero sí lo merece la gran confusión que existe al querer cuestionar la
designación por la supuesta relación con los “carapintadas”.
Claro
está que para gran parte del imaginario colectivo, la acusación de
“carapintada” es sinónimo de violencia, golpismo y antidemocracia, ignorando lo que los jueces de la Cámara Federal
expresaron en los fundamentos de la sentencia que nos condenó por el
pronunciamiento militar del 3 de diciembre de 1990. En ellos claramente
expresaron que en esa jornada no existió la posibilidad de golpe de estado ni
siquiera en grado de tentativa y agregaron como atenuantes que habíamos obrado
por motivaciones de elevado valor moral y social.
¿Por
qué, ignorando aquella sentencia y fundamentos de los jueces de la Constitución, los
políticos y los medios de comunicación siguen hablando de golpistas cuando se
refieren a los “carapintadas”?. ¿Por qué no se quiere creer en lo
que dictaron los jueces de la misma democracia? ¿Por qué se alimenta esta
confusión desde el poder, se irradia a la sociedad a través de los medios de comunicación y gran
parte de la sociedad compra este relato?...
Si
se quiere cuestionar el nombramiento de Milani, que
lo hagan por cualquier cosa, por lo que se les ocurra, pero no por su supuesta
participación en un pronunciamiento “carapintada”, ya que los
mismos buscaban evitar la destrucción del Ejército. Si igualmente quisieran
hacerlo, no se podría designar ningún jefe en el Ejército porque, directa o
indirectamente en los sucesos de Semana Santa de 1987, todo el Ejército fue
“carapintada”. Y esto es tan cierto que hasta el mismísimo traidor Balza con el grado de coronel se hizo presente en la Escuela de Infantería para
brindarle su apoyo al jefe del pronunciamiento, el teniente coronel Aldo Rico.
Sin embargo en esta Argentina de la confusión y más confusión, Balza estuvo al frente del Ejército por 10 años, fue embajador del gobierno
antimilitar kirchnerista en Colombia y ahora lo es en
Costa Rica. Y la pregunta es, aunque conocemos bien la respuesta, ¿por qué sí a
Milani y por qué no a Balza?.
Además,
si algo debe quedar claro es que, el auténtico carapintadismo,
ese que nació en las entrañas de los cuarteles militares, es totalmente
incompatible con la corrupción. Si alguien que se tilde de
“carapintada” comete un acto de corrupción, en ese preciso instante
deja de ser un “carapintada”.
¡Por Dios y por la
Patria!