David Rockefeller: “Todo lo que necesitamos es una gran crisis…”
Publicado el 5/18/13
David
Rockefeller en una cena con embajadores de la ONU: “Estamos al borde de una transformación
global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el
Nuevo Orden Mundial”.
KAOSENLARED.NET – El magno objetivo de estas
sagas de banqueros internacionales lo enunció perfectamente uno de sus máximos
exponentes, David Rockefeller: “De lo que se trata es de sustituir la
autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado,
por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros
mundiales”.
David Rockefeller fue el conspirador mundial por excelencia, el Rey de
los cenáculos ocultos. A sus órdenes trabajaron los agentes secretos de la CIA,
el MI6, el MOSSAD y especialmente la INTERPOL, que es obra suya.
Ningún medio de comunicación masivo se atrevería jamás a desvelar los
planes secretos de Rockefeller y sus amigos. Siempre guardaron un sospechoso
silencio en torno a las secretas actividades de las dinastías de banqueros
norteamericanos: los Morgan, los Davison, los Harriman, los Khun Loeb, los
Lazard, los Schiff o los Warburg y, por supuesto, los Rockefeller.
En 1991, en referencia al informe del Centro para el Desarrollo Mundial,
David Rockefeller confesó: “estamos agradecidos con el Washington Post, el
New York Times, la revista Time, y otras grandes publicaciones cuyos directores
han acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discresión
(silencio) durante casi 40 años. Hubiera sido imposible para nosotros haber
desarrollado nuestro plan para el mundo si hubieramos sido objeto de publicidad
durante todos estos años”.
El excéntrico y supuestamente filantrópico David Rockefeller, que tiene
ya casi un siglo de vida, es sin duda el personaje más trepidante y
controvertido de esta casta de usureros a la que nos referimos. Muy pronto,
cuando los diarios anuncien su fallecimiento, tendremos ocasión de conocer su
insólita biografía. Descubriremos datos que nos apabullarán.
El fundador de la dinastía Rockefeller fue el abuelo de David, de nombre
John Davison Rockefeller, descendiente de judíos alemanes llegados a EEUU en
1733. Junto con la saga de los Morgan y el grupo bancario
Warburg-Lehman-Kuhn&Loeb, constituyó el triunvirato plutocrático del llamado
Eastern Establishment. Su imperio económico se gestó durante los años de la
Guerra de Secesión (1861-1865) que enfrentó a los terratenientes esclavistas del
sur con los comerciantes e industriales del norte y que se saldó con 600.000
muertos.
Los grandes triunfadores de aquella guerra fueron cuatro familias
oligárquicas, los Vanderbilt, los Carnegie, los Morgan y los Rockefeller, que se
beneficiaron del conflicto como proveedores de bienes y servicios y acrecentaron
su imperio económico después con la concentración monopolista que sucedió a la
contienda, llegando a controlar en 1880 el 95% de la producción petrolera
norteamericana. La fortuna de los Vanderbilt se diluyó con el tiempo, la de los
Carnegie fue en parte succionada por los Morgan, y la de los Rockefeller se
dispersó entre los muchos y mal avenidos descendientes del viejo John Davison,
petrolero y banquero, fundador de la Standard Oil y del Chase National Bank,
luego denominado Chase Manhattan Bank, cuya emblemática sede en Nueva York fue
el primer edificio construido en Wall Street. El Chase se convirtió en un pilar
central en el sistema financiero mundial, siendo el Banco principal de las
Naciones Unidas, y llegó a tener 50.000 sucursales repartidas por todo el mundo.
Los presidentes del Banco Mundial John J. McCloy, Eugene Black y George Woods
trabajaron en el Chase anteriormente. Otro presidente, James D. Wolfensohn,
también fue director de la Fundación Rockefeller.
David Rockefeller, el más famoso de la saga, es nieto del mítico John
Davison Rockefeller e hijo de John D. Rockefeller junior, que se casó con la
hija de Nelson Aldrich, líder de la mayoría republicana en el Senado y al que se
le conoció como “gerente de la nación”. La madre de David era una enamorada de
la pintura y por iniciativa suya se construyó el Museo de Arte Moderno (MOMA) de
Nueva York, ubicado en la mansión en la que nació David y sus
hermanos.
David, el menor de seis hermanos, todos ya fallecidos, tuvo también seis
hijos y diez nietos que, junto a los hijos y nietos de sus hermanos, forman el
actual clan Rockefeller.
David Rockefeller (Izq.), banquero y petrolero como su padre (Dcha.) y su
abuelo, trabajó en los servicios secretos durante la II Guerra Mundial y abrió
el camino para la creación de la ONU en 1945, cuya sede principal se encuentra
en un terreno donado por él en Nueva York. Se codeó con los principales
mandatarios del siglo XX. Dirigió los lobbys más poderosos del mundo, como el
CFR, el Club de Bilderberg y la Comisión Trilateral.
Como buenos banqueros sin escrúpulos, los Rockefeller apoyaron y
financiaron a los nazis alemanes. Incluso se permitieron reescribir la historia.
La Fundación Rockefeller invirtió 139.000 dólares en 1946 para ofrecer una
versión oficial de la II Guerra Mundial que ocultaba la realidad acerca del
patrocinio de los banqueros internacionales con el régimen nazi, que también
obtuvo los favores de su empresa más emblemática: la Standard Oil. Las
iniciativas de esta Fundación, que también ha financiado grupos como los Hare
Krishna o los rosacruces de AMORC, son a veces sorprendentes.
David es hermano del que fuera Senador, Gobernador de Nueva York y
vicepresidente de EEUU (con Gerald Ford, tras la dimisión de Nixon) Nelson
Rockefeller, que heredó de su abuelo materno la vocación política.
En 1962 Nelson declaró: “los temas de actualidad exigen a gritos un Nuevo
Orden Mundial, porque el antiguo se derrumba, y un nuevo orden libre lucha por
emerger a la luz… Antes de que podamos darnos cuenta, se habrán establecido las
bases de la estructura federal para un mundo libre”.
David Rockefeller, al que el presidente Carter le ofreció dirigir la
Reserva Federal (declinó a favor de su amigo Volcker), se rodeó de
lugartenientes tan poderosos como Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski, Lord
Carrington y Etienne Davignon, que también merecen ser citados
aquí.
Abraham ben Elazar, más conocido como Henry Kissinger, es considerado
como uno de los cerebros del Nuevo Orden Mundial. De origen judío-alemán, empezó
como asesor de Nelson Rockefeller en los años 50, ostentó altas
responsabilidades en la Administración en los años 60 y 70, con Kennedy,
Jhonson, Nixon y Ford. Llegó a ser Vicepresidente de los Estados Unidos con
Ford, secretario personal de Nixon, Jefe del Consejo Nacional de Seguridad y del
Departamento de Estado, y Ministro de Asuntos Exteriores en repetidas
ocasiones.
Colaboró estrechamente con David Rockefeller en el elitista Consejo de
Relaciones Exteriores, del que fue presidente. Del CFR han salido desde entonces
todos los presidentes de los Estados Unidos excepto Ronald Regan, cuyo equipo
estuvo formado mayoritariamente por miembros del CFR. También pertenece a la
Comisión Trilateral, el Club de Bilderberg y otras organizaciones de la órbita
Rockefeller. Su compañía de consulting Kissinger Associates, tiene como clientes
a Estados deudores y a multinacionales acreedoras.
El polaco Zbigniew Brzezinski, casado con una sobrina del que fuera
Presidente de la República Checoslovaca Eduard Benes, fue reclutado por
Rockefeller en 1971. Llegó a ser Consejero de Seguridad Nacional del gobierno de
los Estados Unidos durante la Administración Carter, pero ya con anterioridad
había sido nombrado director de la Comisión Trilateral, a la que él mismo
definió como “el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el
mundo haya conocido nunca”.
Afirma que: “la sociedad será dominada por una elite de personas
libres de valores tradicionales que no dudarán en realizar sus objetivos
mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del
pueblo y controlarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto que llegará
a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los
ciudadanos del planeta”. En otro momento dijo: “esta elite buscará todos
los medios para lograr sus fines políticos tales como las nuevas técnicas para
influenciar el comportamiento de las masas, así como para lograr el control y la
sumisión de la sociedad”. Ni siquiera George Orwell, autor de la terrorífica
novela “1984”, lo hubiera expresado mejor.
En una entrevista publicada por el New York Times el 1 de agosto de 1976,
Brzezinski afirmaba que “en nuestros días, el Estado-nación ha dejado de
jugar su papel”. En cierta ocasión pronosticó “el ocaso de las ideologías y de
las creencias religiosas tradicionales”.
Brzezinski es especialista en métodos de control social, sus ensayos
publicados dibujan un horizonte orwelliano en el que el Gran Hermano vigila y
controla permanentemente a cada individuo. Predijo la existencia de gigantes
bases de datos donde se almacenan ingentes cantidades de información sobre cada
ciudadano (como la que tienen los servicios de inteligencia españoles en El
Escorial, Madrid), la instalación masiva de cámaras de vigilancia en las calles
y edificios (que ya es un hecho en todas las ciudades del mundo), la
generalización de satélites espía de increíble precisión (como los que usan las
tropas de EEUU desde la Guerra del Golfo) y la puesta en funcionamiento de
documentos de identidad electrónicos (como lo son los modernos pasaportes y
carnés de identidad, que contienen un microchip con abundante información del
propietario).
La fascinación de Brzezinski por la tecnología aplicada al control social
encaja perfectamente con los planes de la elite plutocrática, que ya ha
desarrollado nuevos y espeluznantes artilugios, como el microchip subcutáneo con
localizador que pretenden hacer obligatorio para toda la población mundial y que
sustituiría, unificándolos, a los actuales carnés de identidad, pasaportes,
tarjetas de crédito, carnés de conducir, tarjetas de la Seguridad Social, etc.,
posibilitando la desaparición del dinero físico.
Otro invento terrible que ya nos
tiene preparado la élite ha sido diseñado por la compañía
estadounidense Nielsen Media Research en colaboración con el Centro de
Investigación David Sarnoff (organismo controlado por el CFR y la Sociedad
Pilgrims). Se trata de un dispositivo que, una vez instalado en el televisor,
permite observar e identificar desde una estación de seguimiento a los
espectadores sentados frente a la pequeña pantalla. Este dispositivo evoca “el
ojo que todo lo ve”, el Horus egipcio que aparece en los billetes de dólar. El
“ojo que todo lo ve” no es sólo un recurso literario en la novela de Orwell
1984. Ya existen millones de cámaras instaladas en carreteras, calles, empresas
y locales públicos, y millones de webcam en hogares de todo el mundo. Sin contar
con los modernos sistemas operativos del monopolio Microsoft, como el Windows
Media, que rastrea sin cesar todos nuestros movimientos a través de la red y
permite leer nuestros correos privados de Outlook, el estado de nuestras cuentas
corrientes cuando accedemos a la web de nuestro Banco, las palabras clave que
utilizamos en los buscadores como Google y el contenido de las páginas que
visitamos en Internet.
Lord Carrington, cuyo verdadero nombre es Peter Rupert, fue ministro
británico en sucesivos gobiernos, miembro destacado del RIIA (el equivalente al
CFR en Gran Bretaña) y de la Sociedad Fabiana, Secretario general de la OTAN,
directivo del Barclays Bank y del Hambros Bank y, a partir de 1989, presidente
del siniestro Club de Bilderberg.
El cuarto lugarteniente Rockefeller y Secretario General del Club de
Bilderberg es el vizconde Etienne Davignon. Su currículum lo dice todo:
presidente y fundador de la European Round Table (Mesa Redonda de Industriales,
lobby de las multinacionales europeas), ex vicepresidente de la Comisión
Europea, miembro de la Trilateral y del Center for European Policy Studies,
ministro belga de Exteriores, presidente de la Asociación para la Unión
Monetaria en Europa, primer presidente de la Agencia Internacional de Energía,
presidente de la Société Générale de Belgique, presidente de Airholding,
vicepresidente de Suez-Tractebel, administrador de Kissinger Associates, Fortis,
Accor, Fiat, BASF, Solvay, Gilead, Anglo-american Mining, entre otras
corporaciones.
Extracto
del libro GOBIERNO MUNDIAL, de Esteban Cabal.