Actualizado 11 diciembre 2012 Lobos contra el Papa |
No es batalla grata, sino violenta y descarnada, hasta el punto que quiso el mismo Papa hacernos sabedores de su sufrimiento en más de una ocasión, dolido no tanto porque el lobo maquine, sino porque los que se dicen suyos le han dejado solo. Porque con preocupante frecuencia se ha visto sólo en medio de ellos, de los lobos, sin nadie que fuera en su rescate. Y es un Papa sereno, pero su serenidad ha venido acompañada tantas veces de la sinceridad con la que ha gritado, suavemente, que los suyos le han dejado sólo en medio de lobos. Es tema recurrente, desde luego. Y de no difícil hechura cuando el protagonista de las noticias por el mero transcurrir de los días se va adentrando en la culminación de su vida. Pero si hubiera algo de verdad en todo ello mal haríamos en negar de plano tal posibilidad dejando al Papa sólo sin nuestras oraciones redobladas. Sólo él sabe su estado de salud, su percepción del tiempo que le resta con la gracia de Dios, su conocimiento de las cosas que están por suceder o que están sucediendo. Y lo que todo esto le puede quebrar las fuerzas o el ánimo. “Rezad por mi, para que no huya ante los lobos”, más aún cuando las fuerzas con las que emprendió el gobierno de la Iglesia eran mayores que ahora; más aún cuando tras casi 8 años de papado ha visto por doquier zancadillas dolosas a sus proyectos, o cuando el vacío o la desobediencia han acompañado la implementación de sus medidas. Pero ahora, ante la fragilidad de la edad, cuando ha dado la cara en lo que considera fundamental, cuando el enemigo sabe, conoce y odia sus intenciones, ahora, es cuando el lobo maldito arrecia en la presión. Y quizá lo hace en estrategia sigilosa, sin que se note, pero siempre en la jauría hay un lobo débil o hambriento que declara su posición y, con ello, la del resto. Quizá algo de esto fuera la trama del Vatileaks, o el intentar reescribir desde páginas oficiales -y con firmas de importancia nada desdeñable- las palabras del Papa sobre temas cruciales como la hermenéutica de la continuidad respecto del Vaticano II o la restauración litúrgica. Errores de estrategia o impaciencias por reposicionar las posiciones que han mostrado al mundo que las corrientes que se mueven en la Iglesia, lejos de estar amainadas, anticipan tormenta. Pero la serenidad de este Papa no nos debe hacer olvidar que a su alrededor hostigan lobos, y que si al principio de su pontificado la presión por engullirle era mucha, más lo será en su debilidad física y una vez mostrado al enemigo la grandeza de su talla. x cesaruribarri@gmail.com |
La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1