Despierta dudas la enfermedad de Cristina
En todos los niveles del gobierno existe la preocupada certeza de que
Cristina W. Fernández se encuentra gravemente enferma. Así, se asegura
que la “hipertensión arterial” que ayer la sacó de la escena pública es
nada más -y nada menos- que un agravamiento de su conocida bipolaridad,
intensificada por la medicación que, en cantidades cada vez mayores, se
le suministra de manera continua. Sin embargo, ha llamado la atención el
comunicado difundido ayer temprano que, pese a su carácter difuso y
pretendidamente no alarmista, viene a darse sobre la fecha del 8 de
noviembre cuyos alcances inquietan sobremanera al oficialismo. Algunos
observadores no desechan la posibilidad de que la idea que ahora anima
los actos de gobierno es la de victimizar a Cristina con la esperanza de
que influya psicológicamente para disminuir la afluencia de público a
las marchas que ese día se realizarán a lo largo y lo ancho de todo el
país para realizar toda clase de reclamos y oponerse al todavía no
abandonado proyecto de reelección y de reforma constitucional.
Para los conocedores de la intimidad de la situación, por más que se
desee poner el acento en esa eventual victimización, será imposible
detener a la marea humana anticipada por un inteligente proceso de
organización, pese a la espontaneidad con que ha sido elaborado. Pocas
son las personas que intervienen y el peso de las conexiones está dado
por la intercomunicación de las llamadas “redes sociales”, que incluso
detectaron algunas maniobras del oficialismo para tratar de debilitar la
gran movilización. Hasta ese día, el sistema utilizado es único en el
país y ofrece la particularidad de que, al carecer de una o más figuras
conocidas, la posibilidad de realizar ataques personalizados se ha
esfumado. Algunos lo comparan con la técnica del judo, que aprovecha la
fuerza del oponente y lo cierto es que quienes más conocen de estos
asuntos y asesoran a la Casa Rosada, hicieron que se desecharan todos
los planes consistentes en utilizar la violencia u otras medidas
concurrentes. Estas ideas circularon a partir de las conversaciones que
centralizaron los jóvenes camporistas y de las distintas organizaciones
que mantiene el kirchnerismo, a quienes se les señaló que sería “peor el
remedio que la enfermedad” y que la intención de infiltrar activistas
para que produzcan desórdenes de distinta naturaleza, también terminaría
mal. La experiencia de los “indignados” españoles fue contundente:
recomendaron sentarse y dejar en evidencia a los revoltosos.
Como última variante surgió entonces la victiminización, pero el
hecho es que la realidad del malestar de Cristina es inocultable y
contribuye al debilitamiento general de su gobierno. En realidad, los
más preocupados son la docena de funcionarios que integran la intimidad
presidencial, pues están más expuestos que otros a las consecuencias
legales que deberán afrontar en el futuro por las graves irregularidades
cometidas, además de los jueces prevaricadores que se sometieron a la
voluntad oficial de aplicar condenas anticonstitucionales a más del
millar de presos políticos, cuya cantidad está o estaba previsto
aumentar. Esto último merece un comentario adicional, pues las opiniones
comienzan a dividirse frente a la realidad. Por ejemplo, mientras unos
buscan la manera de crear mejores condiciones para enfrentar el devenir,
otros, a la inversa, quieren acelerar los hechos persecutorios, como
ocurre, por ejemplo, con la causa n° 1282 y las conexas, (TOF n° 5, de
la Capital Federal) donde hay 67 acusados que en parte también están
comprendidos por la causa n° 1289, generada por un profesional de las
denuncias, Víctor Melchor Basterra, Nombre de Guerra “El Vasco”. Este
actuó como terrorista dentro de las distintas organizaciones -FAP, ERP y
Montoneros, entre otras- participó del asesinato del gremialista Dirk
Klosterman, del senador peronista Alberto Armesto y de varios abogados y
empresarios, además de atentados con bombas y otros medios. Lo
interesante de este caso es que está demostrado que Basterra es un
delincuente de alta peligrosidad que, finalmente, integró la pléyade de
terroristas traidores a sus organizaciones, se convirtió en entregador
de sus compañeros a los grupos de tareas de la ESMA y llegó a actuar
como un verdadero PCI (Personal Civil de Inteligencia). Ahora vuelve a
traicionar, lo que confirma el viejo adagio que expresa que “quien
traiciona una vez, lo hará siempre”. Las causas en cuestión reunieron a
unos 800 testigos bien organizados y aleccionados, que deberán declarar
durante las horas hábiles de sólo 12 días pero con 2 para que el
Tribunal Oral analice más de 10 mil fojas. El dislate determinó, entre
diversos motivos, la renuncia de la fiscal general adjunta de la
Procuración General de la Nación, Dra. Mirna Goransky, quien fue
reemplazada por los fiscales Guillermo Friele y Mercedes Soiza Reilly,
todo lo cual configura una serie de anomalías similares a las ocurridas
en otros casos de los que, se dice, las sentencias -muchas de ellas a
perpetuidad- estaban redactadas de antemano.
Si nos detuvimos resumidamente en este hechos que están en plena
ebullición, es porque ponen de manifiesto intimidades contradictorias
dentro del gobierno, que se apresta a enfrentar tensiones de gravedad
inusitada, incluso más profundas de lo que creen algunos funcionarios
que hacen oídos sordos a las advertencias de otros, más realistas o tal
vez mejor informados. Al respecto, es difícil ubicar la posición de
Cristina. Están los que sostienen que su enfermedad le impide evaluar
correctamente la realidad y, a la inversa, hay quienes interpretan que
se siente apabullada por la multiplicidad de problemas, el fracaso de
todas las iniciativas para solucionarlos y su sometimiento al
ideologismo de quienes son elegidos como asesores preferidos para luego
ser dejados de lado.
De todos modos, lo cierto es que entre las principales medicaciones
que consume la Presidente, está la Levotiroxina, el Rivotril en dosis
progresivas, litio para la bipolaridad y un nuevo remedio inyectable,
cóctel que le modifica erráticamente el ánimo, le provoca la caída del
pelo, altera sus facultades, la vuelve irascible con cualquiera, y al
insomnio se le agrega la excesiva sequedad de la piel, factores todos
éstos adversos y constantes. Los médicos ya le habían recomendado que
era imprescindible una licencia, que día a día debería ser más
prolongada, circunstancia que genera problemas políticos que ya
comentamos, centralizados en la imposibilidad moral y política de Boudou
(Amado) para sentarse en el sillón de Rivadavia. Aunque bien mirado, el
asunto podría entenderse si se mide adecuadamente la decisión de
enviarlo a las Naciones Unidas a Víctor Hortel, el director del Servicio
Nacional Penitenciario que integra el movimiento “Negros de Mierda” y
conduce a los presos comunes que integran el activista “Vatayón
Militante”. En ese destino diplomático, deberá exponer sobre sus ideas
de manejo carcelario, asunto que posiblemente tenga un contenido
papeloneo que se sumará a todos los temas similares o de igual
categoría. Por eso hablamos recientemente de una “virtual acefalía
presidencial” que, en la práctica, significa que el kirchnerismo se
encuentra en un callejón sin salida. Otros, con acierto, la definen como
una marcha vertiginosa hacia el abismo. También podemos recordar
nuestros vaticinios de una situación cada vez más anárquica, de pérdida
de autoridad y de crecimiento de preguntas inquietantes como las que
giran alrededor de la decisión final que tomarán los gobernadores,
sector donde “hizo punta” el cordobés de la Sota. De allí que el llamado
8 N -cada vez más cercano- tiene múltiples implicancias. Entre ellas,
la necesidad de la ciudadanía de expresarse de manera directa para
cubrir el vacío de los partidos políticos y la ausencia de dirigentes.
Por eso vamos a reiterar aquello de que hay que ir pensando -con
equilibrio pero en profundidad- en la necesidad de prepararse para el
día después.
Carlos Manuel Acuña