En algún lugar de la tierra crujen los huesos de nuestros héroes ante la
infamia que ordena olvidarlos.
En silencio lloran las verdaderas madres que entregaron a sus hijos para
gloria de la Nación.
La vil cobardía de los camaradas que callan ante tanta injusticia resuena
como mil voces espurias.
Pañuelos blancos llenos de sangre acechan a la verdad para destruirla
impiadosamente.
Uniformes llenos de polvo que solo sirven de alfombra para los pasos
traidores.
infamia que ordena olvidarlos.
En silencio lloran las verdaderas madres que entregaron a sus hijos para
gloria de la Nación.
La vil cobardía de los camaradas que callan ante tanta injusticia resuena
como mil voces espurias.
Pañuelos blancos llenos de sangre acechan a la verdad para destruirla
impiadosamente.
Uniformes llenos de polvo que solo sirven de alfombra para los pasos
traidores.
Trapos rojos flameando sobre la entrega de la celeste y blanca donde su sol
agoniza.
Togas cómplices del prevaricato que mancillando las leyes traicionan a la
Justicia.
Congreso de necios que venden su banca y su honra por treinta monedas.
Presidentes sentados sobre la Constitución y sobre un pueblo que resigna
su destino.
Violentos impunes que en nombre de la Democracia avasallan y golpean
derechos.
En el campo germina la esperanza de un pueblo que quiere de nuevo romper
las cadenas y gritar como ayer ¡Libertad! y como pan amasado con sacrificio
y dolor campesino llena el hambre de las almas que viven en la ciudad.
Allí en el cemento donde esperanza y libertad se funden en metal de cacerolas
cual copia moderna de los ruidos de corceles y aceros del glorioso convento
agoniza.
Togas cómplices del prevaricato que mancillando las leyes traicionan a la
Justicia.
Congreso de necios que venden su banca y su honra por treinta monedas.
Presidentes sentados sobre la Constitución y sobre un pueblo que resigna
su destino.
Violentos impunes que en nombre de la Democracia avasallan y golpean
derechos.
En el campo germina la esperanza de un pueblo que quiere de nuevo romper
las cadenas y gritar como ayer ¡Libertad! y como pan amasado con sacrificio
y dolor campesino llena el hambre de las almas que viven en la ciudad.
Allí en el cemento donde esperanza y libertad se funden en metal de cacerolas
cual copia moderna de los ruidos de corceles y aceros del glorioso convento
de San Lorenzo, resurge inmortal el espíritu de nuestros granaderos
combatiendo victoriosos al rojo pabellón.
¡No le tenemos miedo! Es la voz del pueblo que grita ante los cobardes encapuchados hijos del Che.
Nuestros heroicos Soldados encarcelados dicen ¡No estamos vencidos!
En los pueblos y ciudades, Argentina toda dice ¡Presente!
En los pueblos y ciudades, Argentina toda dice ¡Presente!
No podrán destruir nuestra Fe en Dios y la Patria.
Es hora de ponerse de pie para enfrentar al enemigo.
¡De rodillas sólo ante nuestro Señor Jesucristo!
Es hora de ponerse de pie para enfrentar al enemigo.
¡De rodillas sólo ante nuestro Señor Jesucristo!