La investigación de las denuncias de Schoklender
Lo relatado por Schoklender puede  volcarse en otros informes que incluso superarían el contenido de su  próximo libro, que seguramente será un éxito taquillero pero que  obligaría a Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto y varios de sus  parientes, a efectuar descargos o dar la callada por respuesta.
Por Carlos Manuel Acuña
La política está llena de sorpresas, imprevistos y certezas que  suelen mezclarse o darse de manera escalonada. Mientras el país comenzó a  encandilarse con la ruptura ocurrida en la cúspide del poder político y  que comentamos hace un par de días, en silencio se gestaba la segunda  parte de un escándalo mayúsculo. Uno de sus protagonistas, el juez  federal Norberto Oyarbide, celebraba su alegría en una divertida reunión  social que se realizaba en Punta del Este, como anticipo de otras que  se sucederán este verano a pesar de la crisis y sus peligros. Aquí, Hugo  Moyano lograba apoyo y respaldo para proseguir con su enfrentamiento  tendiente a acorralar a Cristina Fernández apenas iniciado su nuevo  mandato pero de golpe, sorpresivamente, el caso Schoklender-Madres de la  Plaza de Mayo volvió a la palestra para actualizar viejos datos que en  su momento fueron comentados sin que nada sucediera. Pese a su gravedad,  ni Oyarbide, encargado de investigar el fraude, estafa o como quiera  llamarse al fantástico negocio de las casas populares -sólo comparable  con el de los bastardeados derechos humanos-, ni otros funcionarios  buscaron esclarecer un caso cargado de connotaciones políticas adversas  para el kirchnerismo. Más aún, se dejó transcurrir el tiempo; Hebe de  Bonafini y Estela de Carlotto -ahora trabajan por cuerda separada-  reaparecieron poco a poco en escena y, como si nada hubiese sucedido,  marchan adelante con sus organizaciones y denuncias. La primera, con el  mismo negocio planteado de otra manera y la segunda, con sus  insistencias sobre desaparecidos durante la Guerra Revolucionaria,  imponiéndole a la opinión pública varios mensajes navideños y de Fin de  Año mediante los rostros de jóvenes y niños que nada supieron sobre lo  verdaderamente ocurrido.
Todos estos temas están  intererrelacionados y enriquecidos con nuevas noticias, como las que  acaban de surgir desde la izquierda misma, con lo que según parece  tuvieron, al menos por ahora, mejor suerte que la que hubieran tenido si  llegaban desde otro origen. Martín Caparrós, un escritor de innegables  simpatías por uno de los sectores que quisieron dividir a la sociedad en  los años setenta, lanzó un reportaje efectuado a Sergio Schoklender,  quien reunió en un sólo relato un conjunto de actividades de las Madres  que aparecen con el perfil de una asociación ilícita, donde se mezclan  muertes, drogas, armas y explosivos, viajes para contactos  revolucionarios, finanzas provenientes de las FARC y otras cosas que  sólo son anticipos de más datos puntuales que merecen investigarse en el  país y en el exterior. De paso, requerirán esfuerzos diplomáticos para  explicar a los colombianos las conexiones mantenidas y a otros países  que son víctimas de las guerrillas extremistas, cuyas actividades en  nuestro país hace rato que fueron denunciadas.
Ahora, una denuncia  concreta y explícita une al chavismo amigo de nuestro gobierno con este  problema minuciosamente detallado en la red cibernética y en todos los  diarios. Seguramente será relativizada por los medios periodísticos  gubernamentales subsidiados con el dinero de los contribuyentes y tal  vez se limiten a reproducir las consabidas agresividades verbales de  Hebe contra el Santo Padre, la derecha española, los militares sin  distinciones, las oligarquías que consideran ajenas, los empresarios, el  campo en particular y eventualmente se salvaría Moyano, a quien se  quiere desplazar de la expectativa pública. Por supuesto, los  periodistas y analistas políticos no nos salvaremos y después -sólo  hablamos de probabilidades- se instruiría un expediente que, sorteado,  recaería otra vez en Oyarbide, para que lo sume a la congelada  investigación sobre la estafa con las casas. Por supuesto, pasarán los  días y las semanas sin buscar evidencias de las armas y explosivos  guardados en la “Universidad” de las Madres, no se hará el seguimiento  de los fondos entregados por las FARC, no se analizarán los programas de  “enseñanza” y nadie le dirá nada al parricida respecto de sus  conocimientos acerca de los delitos de Hebe y sus socias y socios, como  diría Cristina. ¿Se interesará la Presidente por encontrar la verdad y  actuar en consecuencia…? Los hechos darán la respuesta, pero previamente  alguien deberá establecer la veracidad del “choreo” como antes -es  decir, robos y asaltos- para obtener fondos para desarrollar sus  actividades políticas y comerciales hasta lograr la estabilidad  operativa de los negocios, todo lo cual debería ir acompañado de un  informe minucioso, amplio y exhaustivo de cómo se distribuyeron los  dineros destinados a un único sector de las víctimas de la confrontación  de los setenta. El blindaje sobre este secreto todavía se mantiene pese  a los disfraces aplicados.
Como podrá apreciarse, son  muchos los temas que hemos resumido acerca de este problema que nos  trae el recuerdo -ahora refrescado- de cuando la Bonafini viajó a México  junto a Danielle G. de Mitterrand (el ex presidente de Francia) a la  Selva Lacandona para entrevistarse en el sur mejicano con esa curiosidad  guerrillera que da en llamarse subcomandante Marcos, ahora desaparecido  de los primeros planos noticiosos. Algunos memoriosos recordarán que en  su momento reiteradamente comentamos este asunto junto con las  conexiones habidas con la ETA española, temas que se engrosan a partir  de los puntos específicos que Schoklender le confesó a Caparrós, cuyo  contenido puede ser consultado por todos, desde la SIDE y la CIA, los  servicios de inteligencia de los restantes países mencionados e incluso  por el divertido juez Oyarbide.
Las Festividades podrán  disimular por unos días el tremendo peso de este asunto. La presidencia  de la ex República Argentina debería preocuparse por tomar distancia -si  puede- del refuerzo que tuvo el escándalo de las famosas casas y los  políticos (¡ah!, los políticos) preocuparse e inquietarse por esta  pegajosa materia que rodea a su actividad e inacción. Hasta ahora -y  queremos subrayarlo con énfasis- sólo hubo una legisladora que presentó  un proyecto en la Cámara de Diputados para que ésta repudie el asesinato  cometido por las FARC de cuatro rehenes a los que fusiló en venganza  por la fuga de otros que estuvieron retenidos durante años en la selva.  La presentación de Patricia Bullrich, de ella se trata, no tuvo  acompañamiento alguno que sepamos. Se instruyó el correspondiente  expediente, identificado como 6012 -D- 2011, que fue girado a Comisión.  Veremos qué sucederá con este asunto y con todos los demás cuya  investigación, a esta altura de las circunstancias, sólo es una simple  formalidad.
Pero hay algo más. Lo  relatado por Schoklender puede volcarse en otros informes que incluso  superarían el contenido de su próximo libro, que seguramente será un  éxito taquillero pero que obligaría a Hebe de Bonafini, Estela de  Carlotto y varios de sus parientes, a efectuar descargos o dar la  callada por respuesta. En cualquiera de los casos se asegura que habrá  más sorpresas y confirmaciones que serán un verdadero desafío político.
Fuente: informadorpublico.com