Permítanos el lector amigo que una vez más, recordemos al querido Padre Julio Menvielle, como una vez escribimos “Una Antorcha Encendida”. Encendida con la Luz de Cristo que iluminaba frente a la tiniebla del mundo.
Iluminó con su vida a toda la barriada de Versailles y en especial a los jóvenes y niños a quienes les dedicó su espíritu sacerdotal, sus desvelos y sus esfuerzos apostólicos.
Iluminó con su palabra que dejo de ser suya para transformarse en la de Cristo a todos aquellos que supieron escucharlo en sus predicas y conferencias.
Iluminó con su pluma a sus contemporáneos y a aquellos que en la búsqueda de la Verdad buscamos ansiosamente escritores de su talla para que nos marquen el camino y nos alerten de los peligros.
Iluminó a los patriotas que supieron de su amor por la Patria, de sus dolores y de sus combates. Esa Patria que en pluma certera el P. Sato refiriera como su “herida”.
Iluminó a la Iglesia, amenazada por la autodemolición del progresismo, haciendo presente el único Magisterio de Cristo, desenmascarando a los traidores y alertando de los errores.
Ilumina hoy a las nuevas generaciones que como El aman la Verdad y quieren consagrarse a ella en la filosofía y en la Teología sea en la vida sacerdotal o en la vida seglar.
Ilumina a quienes hoy enfrentan el combate para restaurar el Orden Social Cristiano.
Iluminó e ilumina porque fue y es, aún desde el Cielo, una antorcha encendida con la Luz de Cristo, Camino, Verdad y Vida.
Marcelo Grecco
Junto a la Virgen de la Salud
2 de agosto de 2010