NOTICIAS  GLOBALES,  Año  XIII. Número  906, 13/10. Gacetilla n° 1029. Buenos Aires, 26 marzo 2010
1029) MASSIMO  INTROVIGNE: PEDOFILIA. MIENTE EL NEW YORK TIMES. Fuentes: The  New York Times; CENSUR y Zenit, 25-03-10
“¿De  cuántos de estos “descubrimientos” tenemos aún necesidad  para darnos cuenta de que el ataque contra el Papa no tiene nada que ver  con la  defensa de las víctimas de los casos de pedofilia (…) sino que intenta  desacreditar a un Pontífice y a una Iglesia que molestan a los lobbies  por su eficaz acción de defensa  de la vida y de la familia?”
¿Quiénes  aportan al libreto del New York Times? ¿Qué conexión existe  entre el lobby anticatólico que  representa ese periódico y los grupos de “disidentes católicos”  que no están en  comunión con la Iglesia?
Massimo   Introvigne, Director del  CESNUR (Centro studi sulle nuove religioni), sale al paso  frente a  otro intento de enlodar a Benedicto XVI (vid. NG 1028). Una vez más el New  York Times y la prensa mundial que  le hace coro, son instrumento de las logias y los lobbies  anticatólicos. Basados en la  traducción de Zenit, publicamos la declaración de  Introvigne:
“Si hay un periódico que  me viene a  la mente cuando se habla de lobbies  laicistas y anticatólicos, este es el New York Times. El  25 de marzo de 2010, el diario  de Nueva York ha confirmado esta vocación suya con un increíble bulo  relativo a  Benedicto XVI y al cardenal secretario de Estado Tarcisio  Bertone.
“Según el diario, en 1996  los  cardenales Ratzinger y Bertone habrían ocultado el caso, señalado a la  Congregación para la Doctrina de la Fe por la arquidiócesis de  Milwaukee,  relativo a un cura pedófilo, Lawrence Murphy. Increíblemente -tras años  de  precisiones y después de que el documento fue publicado y comentado  ampliamente  en medio mundo, revelando las falsificaciones y los errores de  traducción de los  lobbies laicistas- el New York Times acusa ahora a la  instrucción Crimen sollicitationis de  1962 (en realidad, segunda edición de un texto de 1922) de haber sido  usada para  impedir que el caso Murphy fuese denunciado a las autoridades  civiles.
“Los hechos son un poco  distintos.  Alrededor de 1975 Murphy fue acusado de abusos particularmente graves y  desagradables en un colegio para menores sordos. El caso fue  inmediatamente denunciado a las  autoridades civiles, que no encontraron pruebas suficientes para  proceder contra  Murphy. La Iglesia, en esta cuestión  más severa que el Estado, continuó sin embargo con persistencia  indagando sobre  Murphy y, dado que sospechaba que fuese culpable, a limitar de diversos  modos su  ejercicio del ministerio, a pesar de que la denuncia contra él hubiese  sido  archivada por la magistratura correspondiente.
“Veinte años después de  los hechos,  en 1995 -en un clima de fuertes polémicas sobre los casos de los “curas  pedófilos”- la archidiócesis de Milwaukee consideró oportuno señalar el  caso a  la Congregación para la Doctrina de la Fe. El señalamiento era relativo a   violaciones de la disciplina de la confesión, materia de competencia de  la  Congregación, y no tenía nada que ver con la investigación civil, que se  había  llevado a cabo y que había concluido veinte años antes. Se debe también  observar  que en los veinte años precedentes a 1995 no había habido ningún hecho  nuevo, o  una nueva acusación hacia Murphy. Los hechos de los que se discutía eran  aún  aquellos de 1975. La archidiócesis señaló también a Roma que Murphy  estaba  moribundo. La Congregación para la Doctrina de la Fe ciertamente no  publicó  documentos y declaraciones veinte años después de los hechos, sino que  recomendó  que se continuase limitando las actividades pastorales de Murphy y que  se le  pidiese que admitiera públicamente sus responsabilidades. Cuatro meses  después  de la intervención romana, Murphy murió.
“Este nuevo ejemplo de  periodismo  basura confirma cómo funcionan los “pánicos morales”. Para  enfangar a la  persona del Santo Padre se remueve un episodio de hace treinta y cinco  años,  conocido y discutido por la prensa local ya a mitad de los años 70, cuya  gestión  -en cuanto era de su competencia y un cuarto de siglo después de los  hechos- por  parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue canónica y  moralmente  impecable, y mucho más severa que la de las autoridades estatales  americanas. ¿De cuántos de estos “descubrimientos” tenemos aún  necesidad  para darnos cuenta de que el ataque contra el Papa no tiene nada que ver  con la  defensa de las víctimas de los casos de pedofilia -ciertamente graves,  inaceptables y criminales, como Benedicto XVI ha recordado con tanta  severidad-  sino que intenta desacreditar a un Pontífice y a una Iglesia que  molestan a los  lobbies por su eficaz acción de  defensa de la vida y de la familia?”
Nota del editor de  Noticias  Globales:
El “caso Murphy” entre  1977 y 2002,  fue competencia del entonces arzobispo de Milwaukee, Mons. Rembert G.  Weakland,  oprobio para la Iglesia. El diario de New York  ha dedicado a Weakland numerosos y  grandes espacios. El arzobispo  dimisionario sigue siendo, a pesar de todo, elogiado en ámbitos de la “disidencia  católica”. Entonces, cabe  preguntarse: ¿Quiénes aportan al libreto del New York Times? ¿Qué  conexión existe  entre el lobby anticatólico que  representa ese periódico y los grupos de “disidentes católicos”  que no están en  comunión con la Iglesia? FIN, 26-03-10
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