LA NACIÓN, 04 de mayo de 2008.
Editorial II
Las víctimas de la subversión
Domingo 4 de mayo de 2008 | Publicado en la Edición impresa
A diferencia de las víctimas de la represión del terrorismo durante el período 1974-1983, las víctimas de la subversión y sus familiares no sólo no han recibido el debido reconocimiento por parte de la sociedad y las instituciones, sino que una suerte de discriminación basada en el maniqueísmo los ha condenado a la situación de parias, en la que la ausencia de indemnizaciones para los sobrevivientes y sus familiares es sólo un aspecto, aunque bien gráfico, de la división que se ha introducido en nuestra sociedad.
"Víctimas vergonzantes" fue el término que empleó, días atrás, una de las tres víctimas de la guerrilla en una conferencia convocada por el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv) para que narraran sus desgarradoras experiencias. Irene Villa González, española, contó cómo ella y su madre perdieron las piernas a raíz de un atentado de la ETA en España. Clotildo Barrios, un obrero metalúrgico argentino, relató la muerte de su hijo de tres años, Juan Eduardo, a causa de una ráfaga de ametralladora accionada por un integrante de Montoneros que también mató a un policía en diciembre de 1977. Finalmente, Arturo Larrabure, hijo del coronel Argentino del Valle Larrabure, se refirió al secuestro, tormentos y asesinato de su padre y a cómo él vivió ese proceso desde sus 15 años hasta el presente.
La condición de víctima de la violencia, ya sea la estatal o la de los grupos guerrilleros, no admite gradaciones ni signos morales. No puede haber víctimas buenas y víctimas malas, víctimas que se convierten en símbolo y víctimas que es preciso esconder y olvidar. Un enfoque teñido de tan cruel parcialidad vuelve, en definitiva, a victimizar a quienes ya son víctimas.
Sintomáticamente, los tres expositores convocados por el Celtyv afirmaron que perdonaban y rechazaban el odio, al tiempo que exigieron que se reconocieran los derechos humanos en forma universal. La española Villa González resaltó que, a diferencia de lo que ocurre en la Argentina, en su país las víctimas de la violencia terrorista de la ETA son reconocidas y no segregadas. Y agregó que las víctimas como ella y su madre, el hijo de Barrios y el padre de Larrabure ni siquiera fueron asesinados o amputados por ser quienes eran, sino que cayeron como "fichas" impersonales en un juego al que eran ajenos.
El hecho de que la represión desde el Estado contara con el inmenso aparato de las fuerzas armadas y de seguridad no debe ocultar que también hubo otro tipo de violencia de importantes organizaciones armadas, tan condenable como la primera, y a cuyas víctimas no puede negárseles la condición de tales. En este sentido, la diputada Nora Ginzburg, de Recrear, ha presentado un proyecto de ley para indemnizar a los sobrevivientes y familiares de quienes sufrieron los atentados de los grupos guerrilleros. "La ley tiene que ser pareja para todos", explicó la legisladora, que presentó su proyecto en soledad.
Pretender definir exclusivamente a partir de premisas ideológicas cuáles delitos son de lesa humanidad y cuáles no, cuáles arrojan víctimas genuinas y dignas de ser reconocidas e indemnizadas, y cuáles no, es un ejercicio destinado, a la larga, al fracaso.