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"¡¿Vándalos?!" Es increíble que un gobierno tan lleno de paniaguados como éste no se creara, con algunos de ellos, varios grupos de "extrema derecha" a los cuales echarles la culpa de todos los disturbios que, sin cesar, ocurren en torno suyo. Las agresiones a Alicia Kirchner, en el restaurante Rocco de Río Gallegos, o el embadurnamiento de la casa de Jorge Telerman, en Capital, son todos escraches de grupos izquierdistas a funcionarios de un gobierno izquierdista. "¡Son vándalos...!", clamó el subsecretario de Acción Social, Jorge Ceballos. ¿Y por qué no piqueteros como él, que se encaramó al gabinete cortando rutas y quemando neumáticos? "Patoteros y cobardes", los calificó el presidente Kirchner. ¿Y por qué no jóvenes idealistas como lo era él mismo en los años '70, miembro de aquella juventud maravillosa, según la calificó Héctor Cámpora? Los escraches fueron creación de las organizaciones de derechos humanos fieles al gobierno. ¿Y por qué es un delito, según Gabriela Cerrutti, el acoso a Telerman y no lo era el sitio al domicilio del juez Bisordi o el patoterismo contra la figura, ya prócer, de Roberto Alemann por las calles porteñas? Antaño se le atribuía a Carlos Corach el haber estipendiado al grupo Quebracho, pero ahora las buenas conciencias afiliadas al pensamiento único políticamente correcto ya no saben qué creer cuando ven que los trotskistas escrachan a los montoneros y vacilan sobre qué votar. ¿Es posible que los malos hayan invadido también la conciencia universal? |
La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1