La hermana del presidente Néstor Kirchner, a la sazón ministra de Desarrollo Social, sufrió el sábado en carne propia los golpes de la crisis de los docentes en Santa Cruz. Alicia Kirhner se convirtió en blanco de una lluvia de huevos, escupitajos, harina, empujones y tirones de pelo en Río Gallegos, capital de la provincia que gobernó su hermano durante once años y donde aún –se supone- concentra el poder.
El suceso se produjo a la salida de un restaurante donde la ministra almorzó con sus hijas y un grupo de amigos. Advertida su presencia por otros comensales, entre estos, una maestra, la noticia corrió veloz en una ciudad de apenas ochenta mil habitantes. En menos de dos horas una multitud –informada de su ubicación por sms y radios locales- se agolpó a las afueras del local y comenzó –insólito hasta ahora- a lanzar consignas contra el Gobierno provincial, el nacional y la familia Kirchner. La ministra, posible candidata a la Gobernación en las elecciones de octubre, se mantuvo impertérrita en su mesa desde donde observaba la escena a través de la cristalera del restaurante. Al finalizar el almuerzo y dado el ambiente en el exterior, le ofrecieron salir por una puerta trasera o avisar a su escolta ya que en ese momento no la acompañaba. Rechazó la opción y tampoco quiso que un grupo de docentes abriera un pasillo hasta su automóvil, tal y como le ofrecieron cuando aún se encontraba dentro del local. “Siempre he dado la cara. Salgo caminando por donde entré”, se defendió, según reproduce la prensa local. Dicho y hecho, Alicia Kirchner, arropada por sus dos hijas y un sacerdote que también asistió a la comida, salió a la calle. Se estima que en total serían unos trescientos manifestantes, de distintas tendencias, los que cargaron contra ella: “Provocadora, chorra (choriza), traidora. Esta provincia ya no te pertenece. ¡Fuera, Fuera!”. Los insultos vinieron acompañados de la mencionada lluvia de huevos y harina que fueron a estrellarse, directamente, en su rostro. La instantánea la recogen la totalidad de los diarios nacionales en Argentina así como la imagen posterior en rueda de prensa: “Nunca imaginé la violencia que iba a sufrir en mi ciudad que está tomada por violentos (…)Me pegaron patadas, me golpearon la espalda, me tiraron del pelo…Pero el dolor lo tengo acá”, dijo señalándose el corazón.
Las declaraciones de Alicia Kirchner, se produjeron en la sede de la Gobernación, junto al flamante Gobernador, Daniel Peralta, designado esta semana, -a dedo-, por el presidente Kirchner para reemplazar a su antecesor Carlos Sancho, obligado a dimitir por el conflicto de los docentes, en huelga desde hace dos meses, para reclamar mejoras salariales.
Lo sucedido con la ministra no tiene precedente. Es la primera vez que un Kirchner sufre los “escraches” (acoso) en la calle desde que el presidente llegó al poder. Únicamente se recuerda un caso similar pero se produjo antes de la toma de posesión del presidente (mayo del 2003). Fue en la provincia de Catamarca, donde la por entonces senadora, Cristina Férnandez de Kirchner tuvo un recibimiento parecido (con huevos aunque sin harina).
La política del “escrache” es muy popular en Argentina. La “inventaron” los hijos de los detenidos desaparecidos en la dictadura para acorralar a los represores en sus propios domicilios. La filosofía ha tenido entre sus seguidores al propio Néstor Kirchner que utilizó a los piqueteros afines para que boicotearan las gasolineras de la Shell para evitar un aumento del combustible. En el Gobierno nacional, hay una selecta representación de piqueteros-funcionarios en segundos niveles y en el provincial de Buenos Aires también. El más popular que estuvo en la Casa Rosada, es Luis D’Elía que llegó a estar al frente de una Secretaría, de vivienda y tierras, pese a haber asaltado una comisaria y quedarse atrincherado dentro por horas. Entre sus acciones como funcionario de Kirchner, a quien prometió defender “a los tiros”, es inolvidable su irrupción, tenaza en mano, en una de las fincas del norteamericano Douglas Thompkins. Indomable se vio obligado a dimitir de su cargo después de arremeter contra los judíos y defender la inocencia de Irán en el atentado de la Mutual israelí, Amia, que le costó la vida a casi un centenar de argentinos en 1995.
El columnista del semanario Perfil, Jorge Lanata, recordaba ayer los últimos acontecimientos en la provincia que hasta ahora se considera fortaleza de los Kirchner: “diez semanas de paro docente, veinte heridos en diversas manifestaciones, cinco bombas molotov, un auto incendiado, un local gremial y otro partidario apedreados y una decena de marchas que congregaron entre dos y diez mil personas”. La memoria no falla al asegurar que a Carlos Menem, demonizado con la llegada de Kichner al poder, nunca se le revolvió La Rioja, provincia que gobernó como Kirchner lo hizo en Santa Cruz. Es decir, en palabras de Mariano Grondona, columnista del diario La Nación, como su propio “feudo”.