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"PRENSA INDEPENDIENTE"
- República Argentina -
"La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma
Representativa, Republicana Federal..."
Síntesis de prensa - ´Edición extra´
1 de septiembre del 2006
Año 7to. - Número 713
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"La principal razón contemporánea para condenar a los grandes hombres, es que la condenación de las grandes figuras absuelve y agranda a las pequeñas".
Domingo Faustino Sarmiento
Ayer 31 de agosto un verdadero ciudadano, un hombre grande en su
valor cívico y dignidad personal, Juan Carlos Blumberg, derrotó totalmente
a los mequetrefes de la mentira sistemática, del poder por el poder
en si mismo, poder basado en la demagogia más desenfrenada sobre
las víctimas incultas y empobrecidas producto de sus continuos desaciertos
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Único tema del día: El acto cívico del 31 de agosto del 2006
Índice
1 - Publicado en “La Historia Paralela” - Editorial: “Las dos caras de la Argentina”, por Susana Sechi.
2 - Publicado en ´Crónica y análisis on line´: “Derrota del gobierno frágil” - Un balance de las marchas de Blumberg y D’Elía, en la redacción, con delivery de pizza y empanadas, por Jorge Asís.
3 - Para reír hasta las lágrimas, HIV insoportablemente patético en su furor ante la derrota. Del panfleto oficialista, macaneador hasta las nauseas – Página 12: “Gente como Blumberg”.
4 - Publicado en ´El Tribuno´ (Salta): “Blumberg convocó una multitud a pesar de las contramarchas”.
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1 - Publicado en “La Historia Paralela” - 1 de Septiembre del 2006
http://www.lahistoriaparalela.com.ar
Editorial:
“Las dos caras de la Argentina”
por Susana Sechi
Obelisco
En el Obelisco la contramarcha albergaba unas 3.000 personas, las que fueron trasladadas en colectivos escolares, previo pago de $ 50; el clima reinante se encontraba enrarecido como lo demostraban los gritos de un ofuscado Pérez Esquivel, al que un problema de cartel le hizo, como un torbellino, emprender la retirada del lugar.
Entre tanta confusión y sin Hebe de Bonafini, molesta por el protagonismo de un sobreactuado Luis D’Elía que menoscabaría su liderazgo, dio comienzo la indignidad sin eufemismos en la palabra del vocero del régimen, dispuesto a seguir hasta las últimas consecuencias los mandatos del amo.
Insultos y desprestigios a hombres y mujeres que bregan por sus derechos, víctimas de una perversa inseguridad que llegó de la mano de un Presidente sin escrúpulos y que se vale de un desquiciado “maestro” del odio y el revanchismo, con prédicas lejanas al sentir de un pueblo, el que lucha por que se ejerza justicia en el marco de la Constitución y las leyes.
Este descarado promotor del delito, que actúa al margen de la ley, se manifestó por una violencia organizada en las calles a lo largo y lo ancho de todo el territorio nacional, al sentirse amenazado por los ciudadanos convocados en Plaza de Mayo, a los que calificó de “lacra del proceso”.
En su esquizoide discurso afirmó estar dispuesto a luchar por “el equilibrado Kirchner, que con su exitosa administración terminó con la problemática heredada”, sus acusaciones colmaron la tarde, como también la acalorada exaltación de su ídolo de barro, al que considera paradigma de la justicia social y derechos humanos, cuando todo sabemos que solo el poder por el poder mismo desvela al Presidente, poder que piensa perpetuar a partir del 2007.
Plaza de Mayo
Una participación multitudinaria de la ciudadanía honesta, que pretende vivir en un país justo, sin impunidad para los delincuentes, donde las pautas morales rijan los destinos de las familias argentinas, atribuladas en estos momentos por políticas de estado que anulan el estado de derecho.
Conmovedores discursos expusieron la realidad de una situación límite, en expresiones con calidad humana que provinieron de representantes de diferentes confesiones religiosas, los que no renunciaron a su condición de ciudadanos, señalando el respeto de que es merecedora la Carta Magna, como lo manifestó primero un pastor evangélico y luego un sacerdote católico, quien destacó la injusticia reinante en el país.
Pero la brillante exposición de un rabino, que con firmeza no dejó librado nada a la imaginación, exigiendo, poniendo en claro los dislates, así como el incumplimiento del Presidente para con su pueblo, despertó la conciencia de todos los presentes, que al unísono brindaron un aplauso sin importarles las convicciones religiosas del orador.
Emotivas palabras de Emilse Peralta, víctima de la inseguridad y sin justicia por el asesinato de su hijo, conmovieron a la multitud, luego se escuchó a Juan Carlos Blumberg, siempre respetuoso, que manifestó su disgusto ante la negativa del Presidente y sus funcionarios a recibir las propuestas para promover la seguridad y la justicia.
El ingeniero criticó el anteproyecto de modificación al Código Penal, pidiendo expresamente al Señor Kirchner que lo archive, ya que tiene todo el poder como para hacerlo y exigió se tomen medidas, poniendo énfasis en la Provincia de Buenos Aires, en la que el delito pareciera ser la forma de gobierno del Señor Solá y la alegría de un Ministro de Seguridad que distorsiona su gestión, en complicidades alevosas con el hampa organizada.
Se cumplió con el objetivo que movilizó tanta cantidad de almas, en un ejemplar acto de democracia ciudadana, que atesoró una demanda por la muerte de tantos inocentes, las que pudieron haberse evitado, con políticas racionales y una justicia eficiente, propias de un país civilizado donde prevalecen los derechos de los ciudadanos sobre los de los delincuentes.
Si esta es la conspiración denunciada por el Presidente, es la de un pueblo que se siente sometido por la injusticia.
El llanto y el dolor de un padre parecen incentivar los ataques de desalmados como D’Elía, Kunkel, Pérsico y otros muchos más que ensombrecen la imagen de la República y llenan de indignación a su pueblo.
Que las palabras del Ingeniero Blumberg nos muevan a la reflexión cuando debamos otorgar nuestro voto, empleemos el criterio para provocar el cambio que se necesita en nuestra querida Argentina
Susana Sechi
Directora de ´La Historia Paralela´
http://www.lahistoriaparalela.com.ar
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2 - Publicado en ´Crónica y análisis on line´
“Derrota del gobierno frágil”
Un balance de las marchas de Blumberg y D’Elía, en la redacción, con delivery de pizza y empanadas.
por Jorge Asís
Oberdán Rocamora.- Al gobierno le costará, en adelante, encontrar otra oportunidad para equivocarse más. Cae, por impericia, en confusiones innecesarias y en torpezas antológicas. Al aislamiento externo, debe agregarse la sensación política del aislamiento interno.
Kirchner es el gran derrotado. Quedó atado apenas al fracaso de su militancia rentada. Aferrado a las nostalgias agotadas de Kunkel y de Gullo, aunque se conmueven todavía al abrazarse, después de sus discursos. Y sostenido por las estructuraciones ideologistas de Tumini y de Pérsico.
Con semejante código de interpretación, deja de ser una chicana el penúltimo exabrupto del jefe, don Asís. Dijo que D’Elía es el funcionario más racional con que cuenta Kirchner. No sólo para producir la asociación del comentario. ¿Cómo será el resto?
D’Elía es la representación más emblemática de la estética del kirchnerismo. Es el vocero más calificado de Kirchner. Contiene mayor convicción que Braga Menéndez. Carece del profesionalismo oral del Aníbal. Tampoco presenta la aparatosidad intelectual de la señora Cristina. Insisto, D’Elía es lo más genuino que mantiene Kirchner para mostrarle a la sociedad.
Jorge Asís.- Aprecio, Rocamora, su agudeza. Coincido con que el exclusivo derrotado es el gobierno. Pero a Kirchner se lo puede explicar, más que justificar. Sabe que los últimos gobiernos constitucionales en América Latina cayeron como consecuencia de la orquestación perversa de las movilizaciones. En Argentina, sobre todo. Por lo tanto Kirchner invierte demasiado dinero de los contribuyentes en controlar la calle. En realidad, Kirchner comparte la calle con una izquierda que lo desprecia. Y de ningún modo podía soportar que le estallara el conflicto de la seguridad. Porque moviliza a tanta gente blanca que paga sus impuestos. Similar, en cierto modo, a la que gente que se movilizó con las cacerolas que aturdieron a De la Rúa. Actuó como el Padrino que le exige a sus protegidos que lo defiendan del peligro. Sobre todo al sentirse cercado por Blumberg, alguien que lo excede.
Blumberg se encuentra al frente de un movimiento cuyas consecuencias, también, al propio Blumberg, lo exceden. Por lo tanto, por la vía de Oscar Parrilli, Kirchner les envía el mensaje a los piqueteros prebendarios.
“La calle tiene que ser de ustedes. De las Abuelas y de las Madres. Para eso les pago”.
Para controlar la calle, a Kirchner puede servirle el Rudy Ulloa. Pero no le sirven las instrumentaciones de De Vido, ni de Jaime. Ni la cintura de plastilina de Adelmo Gabbi. Tampoco la capacidad para generar redituables negocios políticos de Franco Macri, quien pasa, como si nada, de Yabrán a Lázaro Báez. Y menos puede recurrir, para que le ocupe la calle, a Jorge Brito, el próximo Moneta, para que lo salve del cerco de Blumberg. Ni siquiera a don Aldo, ni a Wagner.
Es decir, Kirchner se encuentra imposibilitado de recurrir a ninguno de los verdaderamente beneficiados con el Sistema Recaudatorio de Acumulación que supo imponer. Pero con seguridad ellos siguen, culposamente emocionados, por televisión, el discurso de Blumberg, mientras sus esposas, tal vez, hasta participan del acto. Y con una antorcha.
Los que tienen que poner la cara por Kirchner son los que no tienen nada para perder. Los piqueteros prebendarios que suponen, desde la tribuna, que gracias a Kirchner ya se acabó mágicamente el neoliberalismo. Como dijo Tumini, ante el aplauso fácil de la militancia de alquiler. Son los que deben salir a simular la espantosa debilidad del gobierno. Una debilidad que se agiganta. Porque ésta, no se confundan, es la derrota de un gobierno frágil.
Kirchner es tan vulnerable que no se banca siquiera el abucheo posible de una movilización inofensiva. Cae en el error de pedirle, vía Parrilli, a D’Elía, el guapo del barrio, para que salga a defenderlo. De los procesistas que quieren instaurar, otra vez, el “terrorismo de estado”.
Joaquín Van Der Ramos.- Desde el cientificismo analítico, constato que es preocupante la división de clases que automáticamente se genera. Apunta a la antología de la confusión que percibe Rocamora. A pesar de exhibir la fragmentación grotesca de su fuerza, y sin olvidar tampoco la ausencia absoluta del peronismo, Kirchner sacó, como escudo defensivo, a la calle, a determinados traficantes de miserables, los que conocen la arqueología de los traslados.
Lo curioso es que Kirchner se apoya en D’Elía justamente cuando D’Elía se encuentra más cuestionado entre la gente de su “palo”. En especial, a su izquierda. Descuento que en esta mesa se desconoce que D’Elía ni siquiera pudo asomar la nariz cuando fue la Cumbre de Córdoba. La última, con Chávez, y en vísperas de la agonía de Fidel Castro. Pero no fue por disidencias ideológicas. Fue por un problema crematístico.
En los alrededores de las respectivas embajadas se habla acerca de vueltos. Con el dinero venezolano que llegó, procedente de Cuba, y en manos, para financiar aquella Contracumbre de Mar del Plata. Con tanta contracumbre, D’Elía venía mal, esquilmado en sus bases, casi vaciado. Enfrentado por cuestiones poco revolucionarias con el Huevo Cevallos. Y acotado por la ofensiva de Pérsico, el piquetero barbado que le pusieron a Solá. Y con la autonomía repentina del Lito Borello, el piquetero que le pusieron a Telerman, para probarlo.
Kirchner entonces recurre a D’Elía cuando éste atravesaba por su peor momento. Para avanzar con tijeras sobre la tranquera del americano Tomkins, en Corrientes. Pero por problemas pendientes en Santa Cruz. Derivaciones de un campo oportunamente donado por Tomkins. Y para avanzar después sobre Blumberg, para ligarlo al “terrorismo de estado”, por presumir que Blumberg tiene cerca el bolígrafo de Cecilia Pando.
Entre el discurso antiprocesista de D’Elía, que acusaba de fascistas a los asistentes, y la mera imagen televisiva de los rostros de la convocatoria, puede perfilarse, en el medio, un precipicio de incomprensión.
Es el precipicio que precisamente espera por Kirchner. Si prosigue con la ceguera de profundizar el camino que lo conduce, derechito, hacia el fracaso.
Analía Graciela de Mora y Puceiro.- Disfruto horrores del diálogo con ustedes, aunque tengo menos animosidad contra el gobierno. La fragilidad, en lo personal, me atrae.
Tienen más información, que yo suplo con datos fácticos. Me espanta horrores evaluar, al Presidente, como demasiado vinculado con los espacios de la marginalidad.
Hubo 60 mil personas en la Plaza con Blumberg, en un 90 por ciento de clase entre media y alta. Pero pudieron haber sido 150 mil, si D’Elía no se entregaba a programadas ceremonias de vociferación.
A su pesar, con Blumberg acaba de consolidarse un candidato. Lo tengo registrado con una imagen positiva del 75 por ciento. Y con una imagen negativa de apenas 8.
Aquel 75 por ciento de imagen positiva es improbablemente trasladable en intención de voto. Sin embargo puede descontarse que, en la provincia de Buenos Aires, Blumberg parte con un piso del 18 por ciento.
Lo cual permite inferir que, en términos políticos, Blumberg no es sólo un problema para Kirchner. Es un problema para Macri.
Porque de ningún modo Macri, aunque triunfó con la adhesión, puede ser jefe político de Blumberg. Cualquiera que lo conozca sabe que Blumberg no puede tener un Jefe. El Jefe es él, Blumberg.
Lo imagino excelentemente asesorado por Bragagnolo. Al que le brotan, en la mente, más ideas de las que su vocabulario alcanza a procesar.
Mantiene cerca también a Constanza Guglielmi. Alguien que conoce el ejercicio del poder, y no sólo por su pertenencia peronista. Por haber sido primera dama del Chubut.
Con Blumberg, Bragagnolo y Guglielmi, puede intentarse un ejercicio de teoría política. La responsabilidad de acceder al Poder, como consecuencia de una desgracia catalizadora.
Por lo que pude percibir, y con esto termino, Blumberg acierta en claves racionales del discurso. Cuando habla de rescatar del delito a los niños de la calle. Entregados a la indecorosa mendicidad, la más deprimente. O cuando apunta a la indispensable dignificación de la Policía. Un elementalismo que los progresistas no se pueden permitir. O cuando apunta a la urbanización de las villas de emergencia, que las quiere iluminadas.
Es decir, desde un supuesto lugar no político Blumberg se torna hegemónico en el tema sustancial de la seguridad. Y avanza, más allá, de lo que puede cualquier político. Apunta hacia lo que precisamente espera la sociedad. Al menos hacia la ilusión de una solución.
Aparte, Blumberg conmueve. Y aquí planta una diferencia atroz con el resto de la dirigencia. Puede decir “fundamente” por “fundamentalmente”. Y es como si el auditorio deseara equivocarse con su furcio. O puede lanzar el utopismo de los jueces, los que deben responsabilizarse por las excarcelaciones que conceden.
Y aquí termino de verdad, Blumberg registra un magnífico crecimiento que le hace adquirir conciencia del poderío. Menciona al Presidente para que lo abucheen, e inmediatamente suplica que no sea condenado con el abucheo que provoca.
Con lo cual, Blumberg salva al presidente de la encerrona que le tiende. Si a Blumberg se le ocurre, por ejemplo, en la plaza, delante de la multitud, denigrarlo, para Kirchner resultaría letal.
Si actuara como cotidianamente actúa el presidente, con cualquier objetivo de turno.
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3 - Para reír hasta las lágrimas, HIV insoportablemente patético en su furor ante la derrota. Del panfleto oficialista, macaneador hasta las nauseas:
Página 12 - 1 de Septiembre de 2006
“Gente como Blumberg”
El empresario llevó su protesta a la Plaza de Mayo. De 15 a 20.000 personas, mayoritariamente gente madura de los barrios acomodados de la zona metropolitana, escucharon con velas en las manos las críticas que Blumberg le dirigió al Gobierno. La “contramarcha” se dividió en dos.
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4 - Publicado en El Tribuno (Salta)
Partes principales:
“Blumberg convocó una multitud a pesar de las contramarchas”
Juan Carlos Blumberg encabezó anoche una multitudinaria concentración en la Plaza de Mayo, donde profundizó su reclamo por mayor seguridad y cuestionó en duros términos a las autoridades nacionales y de la provincia de Buenos Aires.
Entre tanto, a muy pocas cuadras, fracasaba la movilización convocada por Adolfo Pérez Esquivel, quien se peleó minutos antes del acto con el piquetero Luis D'Elía, por desacuerdos acerca de quiénes serían los oradores.
De ese modo, una multitud se congregó en la histórica Plaza, frustrando los múltiples intentos del oficialismo que, a través de múltiples voceros, encabezados por D'Elía, el diputado Carlos Kunkel y Hebe de Bonafini, habían descalificado al ingeniero identificándolo con la última dictadura.
A última hora, ningún funcionario realizó evaluación alguna sobre la marcha que ocupó por una hora el espacio político con más contenido simbólico del país.
"No nos van a torcer el brazo"
"Estamos aquí, no nos van a torcer el brazo. Nos insultaron, nos bloquearon los celulares, pero nosotros sólo queremos elevar propuestas", remarcó Blumberg ante una Plaza de Mayo colmada en una de sus mitades y con al menos una cuadra de manifestantes en los principales accesos al histórico paseo.
Blumberg denunció, en este escenario, que el Gobierno nacional no quiso atenderlo y que por ese motivo no pudo entregar el petitorio con sus reclamos.
"Llamé al teléfono del presidente, al jefe de Gabinete y al ministro del Interior, pero sólo me atendió el llamado el vicepresidente de la República", dijo.
El padre de Axel -quien fuera secuestrado y asesinado en 2004- aprovechó además la oportunidad para cuestionar en duros términos al gobernador Felipe Solá y a su ministro de Seguridad, León Arslanian, y aseguró que la situación de inseguridad en territorio bonaerense "es realmente desastrosa".
"No tenemos que abuchear. Lo que tenemos que hacer es cambiar la realidad con el voto", agregó.
Blumberg también hizo referencias muy críticas al Gobierno al asegurar que "cuando quiere los superpoderes y la modificación del Consejo de la Magistratura, lo logra".
"Señor presidente, usted puede hacer muchas cosas", remarcó Blumberg y señaló que "los funcionarios que niegan la inseguridad que reina en la Argentina, seguramente viven en un country en Marte".
Blumberg agregó: "basta de tibios y timoratos, los argentinos tenemos que gobernar nuestro destino".
El padres de Axel también reclamó "la urbanización de todas las villas de la Capital Federal".
A favor y en contra
La marcha convocada por Juan Carlos Blumberg cosechó adhesiones y críticas. La radical Margarita Stolbizer aseguró que "descalificar a quienes reclaman no conduce a nada".
En la misma línea, el empresario y diputado Francisco de Narváez sostuvo que el reclamo de Blumberg "es un pedido de todos los ciudadanos al Gobierno para que se redoble el esfuerzo en el combate por la inseguridad", ya que "no hay legislación que funcione sino funciona el sistema de seguridad".
La diputada justicialista Marina Cassese, también presente en la movilización, se mostró satisfecha por la masiva convocatoria y criticó a D´Elía, por considerar que pretendió "instalar una marcha de ricos y una contramarcha de pobres, pero el pueblo sabe que la inseguridad no tiene ideología".
Los intendentes ex duhaldistas Julio Pereyra, de Florencio Varela; Juan José Mussi, de Berazategui; Sergio Villordo, de Quilmes; Manuel Rodríguez, de Almirante Brown; y Baldomer Alvarez de Olivera, de Avellaneda, aseguraron que la marcha de Blumberg fue llevada adelante por "sectores que intentan frenar el crecimiento del país" (sic).
La senadora porteña Vilma Ibarra coincidió con los jefes comunales del conurbano y señaló que "detrás de la marcha convocada por Blumberg se organiza la derecha tradicional de la Argentina, manipulando el tema de la inseguridad para posicionarse políticamente".
La elocuencia de las velas en el reclamo
A veinte minutos de las nueve de la noche, Juan Carlos Blumberg cerró un acto multitudinario en Plaza de Mayo cargado de emotividad, pedidos de justicia y fuertes críticas al Gobierno nacional.
Otra vez, un mar de velas encendidas y carteles que sólo hacían alusión a las víctimas de la inseguridad. Los estandartes políticos quedaron afuera.
Incluso el líder piquetero Raúl Castells -del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados- optó por mantenerse a un costado con su gente y alejado del palco, que estuvo ocupado sólo por familiares y allegados a la causa de Blumberg. Tras la bendición del pastor evangélico Osvaldo Carnibal, el rabino Sergio Bergman (quien calificó al Gobierno de "monarquía constitucional") y el sacerdote católico Ricardo Fernández Caride.
Visiblemente emocionados, estaban tanto Emilse Peralta (madre de Diego Peralta -secuestrado y asesinado-) como Marcelo Bragagnolo (padre de Matías, cuya muerte todavía es investigada por la Justicia).
Bragagnolo fue contundente con la prensa para desestimar cualquier intento de politización: "Blumberg no va a ser candidato a nada". Los políticos fueron dejados de lado, ninguno se acercaría al palco a mostrarse con Blumberg, y durante todo el montaje hubo una permanente preocupación de los organizadores por que el acto no fuera leído como una plataforma de lanzamiento electoral.
La movilización iba tomando temperatura de a poco. Antes de las encendidas palabras de Bergman y del himno nacional entonado por el cantante Hugo Marcel, una mujer en parada medio del escenario cayó desmayada sobre la foto que tenía en sus manos. Los médicos del SAME intervinieron por primera vez, después lo volverían hacer cuando Blumberg debió interrumpir su discurso para volver a llamarlos.
"La única verdad es la realidad, la sociedad está reclamando seguridad y justicia", pidió Blumberg al presidente Néstor Kirchner y le reclamó la misma "voluntad" que tuvo para "obtener los Superpoderes o modificación del Consejo de la Magistratura".
Por otra parte, María Elena Usonis -esposa de Blumberg- no faltó a la convocatoria. "Prefiero no hablar, tengo miedo de decir cualquier cosa, todavía sigo muy dolorida", dijo antes de subir la escalera hacia es escenario abrazada a dos amigas que contenían sus lágrimas que luego se convertirían en llanto.
Tras el vallado aguardaban más familiares de víctimas, muy conmovidos, con fotos y más de vela en mano. El reclamo particular de cada uno de ellos se hizo eco de un canto recurrente: "¡Justicia, Justicia!".
El fracaso de una provocación
La contundente movilización que respondió anoche a la convocatoria de Juan Carlos Blumberg fue elocuente. En la Plaza de Mayo quedó absolutamente claro que la realidad marcha por un lado, mientras algunos dirigentes políticos van en otra dirección y son incapaces de dar respuestas concretas a problemas gravísimos, como el de la inseguridad, que atraviesan verticalmente todo el tejido social.
La gente que fue a la Plaza de Mayo, seguramente ve en Blumberg a una víctima del delito y se identifica con su tragedia personal, que es la de muchos en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. No importa si las recetas que propone son las adecuadas. Y probablemente no lo sean.
Pero está muy lejos de ser una persona vinculada con la última dictadura, como torpemente se lo pretendió mostrar. También quedó en claro que las procacidades y groserías con las que intentaron denigrarlo algunos funcionarios, como el ex piquetero Luis D´Elía, tuvieron el efecto contrario y le hicieron un flaco favor al Presidente de la República.
Los aparatos subvencionados de la movilización oficialista, no pudieron llevar un número de personas superior a la de cualquier marcha, de las muchas que se realizan todos los días en Buenos Aires.
La realidad se mostró con contundencia: no se puede politizar todo, ni jugar con los sentimientos y las percepciones profundas de la gente. Los dramáticos problemas del presente, entre ellos el de la inseguridad, no deben postergarse en su resolución so pretexto de la confrontación con las posiciones político-ideológicas de quienes los enarbolan como bandera. Juan Carlos Blumberg podrá utilizar o no su popularidad para involucrarse en la lucha política, pero esa es una cuestión de otra índole.
Ayer una multitud concurrió espontáneamente a la Plaza de Mayo para apoyar a una demanda y no a un candidato. Y para hacerlo desoyó las amenazas, las injurias y las manipulaciones que, a juzgar por los resultados, no fueron otra cosa que una señal de impotencia.
"Color esperanza"
El tenor del acto quiso diferenciarse al organizado por el piquetero oficialista Luis D'Elia. Había mucho más que 400 metros de diferencia entre las dos marchas.
En el Obelisco se escucharon durante toda la tarde los bombos de las ´organizaciones sociales´, mientras que en la Plaza de Mayo la música de Diego Torres comenzó a sonar por los altoparlantes desde las 18, hasta que Blumberg subió al escenario con el tema "Color esperanza" como cortina musical y el locutor gritaba "¡Vamos, sí se puede!".
La seguridad privada estuvo atenta a cada movimiento y ex policías bonaerenses volvieron a entrar en acción por algunas horas. La agrupación "Los sin gorra", conformada por cerca de dos mil ex efectivos echados de la fuerza por purgas del ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian, colabora con la Fundación Axel Blumberg y se encargó aportar a la seguridad del acto, esencialmente en las inmediaciones del escenario.
Mario Attardo, el ex sargento exonerado de la Policía Bonaerense en septiembre de 2004 que detuvo al tirador serial del barrio porteño de Belgrano, con una radio en la mano monitoreaba en ingreso de periodistas y oradores al palco.
Blumberg criticó a los políticos, pidió cambios estructurales y cerró sus palabras dando las gracias y, dos años después, volviéndole a hablar a su hijo: "Axel te amo", concluyó.
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