Un café frío, un papa en pijamas y 39 años de intrigas y misterio: la verdad sobre la muerte de Juan Pablo I
"¡Santidad, no debe hacerme estas bromas!". Las palabras de Vicenza retumbaron en San Pedro,
más precisamente en la antecámara de la habitación del papa, quien no
respondía al llamado a su puerta. Ante la falta de señales, y tras
repiquetear una y otra vez en la gruesa madera que los separaba, la
monja ingresó al cuarto. La imagen le quedaría grabada: el pontífice estaba muerto,
recostado sobre su cama, en pijama, con almohadones bajo su espalda, la
luz encendida, gafas puestas y papeles en la mano. Era el 28 de
septiembre de 1978, y Luciani había cumplido apenas 33 días de papado.
En sus páginas, Falasca desarrolla la teoría de que Albino Luciani murió de causas naturales. Un paro cardíaco.
Y se basa en los documentos que fue recolectando durante este tiempo
para fundar su investigación periodística. Según la autora de la obra,
el primer médico que revisó a Juan Pablo I fue Renato Buzzonetti, a quien le informaron que la tarde anterior, mientras rezaba, alrededor de las 7:30, con su secretario personal —el irlandés John Magee—, Luciani
sintió un profundo dolor en el pecho al que no atendió, pese a que la
molestia duró unos cinco minutos. El papa no quiso entonces que se
llamara a la guardia médica vaticana. Restó importancia al asunto y
continuó con su rutina: fueron a cenar.
El episodio fue rescatado por Falasca de un documento inédito en los archivos de la Santa Sede. El informe, enviado a la Secretaría de Estado el 9 de octubre de 1979, devela el "episodio
de dolor localizado en la parte superior de la región esternal, sufrido
por el S. Padre hacia las 19:30 del día de la muerte, prolongado
durante más de cinco minutos, que se verificó mientras el papa estaba
sentado y preparado para rezar con el padre Magee, que retrocedió sin
ninguna terapia".
Sor Margherita sería la segunda en ingresar a la recámara de Juan Pablo I. "Ni
una arruga. Estaba recostado un poco a la derecha, con una leve
sonrisa, las gafas puestas, los ojos medio cerrados, como si durmiera.
Le toqué las manos. Estaban frías. Me impresionaron las uñas: un poco
oscuras", recuerda la religiosa, hoy de 76 años, en el libro. "Podemos decir, con toda la documentación, que Luciani murió por un ataque al corazón. Esta es la verdad desnuda y cruda", subrayó Falasca en una entrevista con Radio Vaticano.
Pero esos días fueron días de intrigas y misterios en el Vaticano. Los cardenales querían saber qué había ocurrido con el papa antes de nombrar a otro pontífice. Querían saber si los exámenes forenses permitían "excluir lesiones traumáticas de cualquier naturaleza"; qué significaba "muerte repentina"; "¿la muerte repentina es siempre natural?". Esas fueron las consultas que los desconfiados cardenales hicieron a los médicos que finalmente embalsamaron a Luciani.