¿Cuál ha sido el imperio más extenso de la historia?
El Imperio español, cuyo tiempo de vida se suele ubicar entre 1492 (año del Descubrimiento de América) y 1898 (año en el que el paÃs pierde sus últimos territorios de ultramar), no tuvo nunca forma polÃtica de imperio ni tuvo a un emperador en el sentido estricto de la palabra. Si bien Carlos I fue emperador del Sacro Imperio Romano, Felipe II no pudo obtener este tÃtulo, a pesar de que su poder y la extensión de su territorio fue incluso mayor que el de su hijo. ¿Se puede hablar de un imperio sin que haya un emperador? Para la RAE, un imperio también es «una potencia hegemónica y su zona de influencia».
Según los términos planteados por Thomas J. Dandelet en su análisis «La Roma española», el Imperio español entrarÃa en la categorÃa de imperio informal, es decir, aquel que no ejerce un dominio ni polÃtico ni militar. Un imperio formado por territorios con sus propias estructuras institucionales y ordenamientos jurÃdicos, diferentes y particulares, que se hallaban gobernados por los monarcas españoles de la Casa de Austria o por sus representantes. En tanto, su músculo era esencialmente territorial. De ahà que por extensión esté incluido entre los cuatro mayores de la historia:
1. El Imperio británico (segunda etapa tras las pérdida de las 13 Colonias): 31 millones de kilómetros cuadrados.
2. El Imperio mongol: 24 millones de kilómetros cuadrados (mediados del siglo XIII).
3. El Imperio ruso: 23 millones de kilómetros cuadrados en 1913.
4. El Imperio español: 20 millones de kilómetros cuadrados (en torno a 1750).
Como explica en su libro «Imperiofobia y Leyenda Negra» (Siruela) MarÃa Elvira Roca Barea, detrás de estos cuatro imperios vendrÃa el Imperio Maurya, el Imperio aqueménida, el Imperio chino de la dinastÃa Qing (1650), el Imperio chino de la dinastÃa Yuan (1270), el segundo Imperio colonial francés (1880), el Imperio abasida (siglos VIII-XI), el Imperio chino de la dinastÃa Tang (siglos VII-X), el Califato Omeya (661-750); el Imperio portugués, el Imperio Rashidum (632), el Imperio brasileño; el Primer Imperio colonial francés; el Imperio japonés (1938); el Imperio chino de la dinastÃa Ming (siglo XV); el Imperio chino de la dinastÃa Han (200 a.C.), el Imperio romano con una extensión máxima de 6,5 millones de kilómetros cuadrados en tiempos de Trajano, el Imperio de Alejandro Magno con 5,2 millones de kilómetros cuadrados y el Imperio otomano con 5 millones de kilómetros cuadrados en 1683.
*La propia MarÃa Elvira Roca Barea avisa que según las fuentes consultadas la lista puede ser diferente.
Los orÃgenes del Imperio español
La llegada de los castellanos a un nuevo continente en 1492 y los territorios italianos en la órbita aragonesa desde la Edad Media sentaron las bases para la creación de un gran imperio hispánico en tiempos de los Reyes Católicos. Su nieto, Carlos I de España y V de Alemania, aunó desde muy joven un enorme número de coronas y territorios sobre su cabeza. La prematura muerte de su padre, Felipe I de Castilla, le entregó desde la tierna infancia los tÃtulos de la Casa de Borgoña, es decir, los que Carlos «El Temerario» habÃa conquistado por las armas a costa de Francia en todos los territorios que hoy ocupan los PaÃses Bajos. A la muerte de su abuelo materno, y ante la incapacidad de su madre, Juana «La Loca», el joven Carlos recibió los tÃtulos de Rey de Castilla, que incluÃan la Corona de Navarra y las Indias, y de Rey de la Corona de Aragón, que extendÃa su poder por Nápoles, Cerdeña y Sicilia. Además, sus victorias en Italia sobre Francisco I de Francia reportaron al imperio de Carlos el Ducado de Milán.La preeminencia de los reinos hispánicos en esta entidad polÃtica estuvo justificada en la dependencia que tenÃan la dinastÃa de los Austrias del dinero y las tropas castellanas. No obstante, el trozo más grande del pastel europeo le llegó a Carlos de Habsburgo con el tÃtulo de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que obtuvo gracias en parte al oro castellano, en 1520, imponiéndose sobre la candidatura de Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra. El futuro Emperador Carlos V tenÃa derechos legÃtimos porque su abuelo era el anterior titular, pero aún asà debió imponerse a golpe de ducados, con oro castellano y de banqueros alemanes, en la asamblea de electos alemanes. Ser Emperador del Sacro Imperio Romano suponÃa reinar sobre la actual Alemania y Austria (el tÃtulo de archiduque de Austria le otorga esta responsabilidad), aunque era algo más nominal que práctico, puesto que cada parte del imperio se regÃa por sus propias leyes y a penas habÃa instrumentos polÃticos que funcionaran en todo el territorio.
Su heredero, Felipe II, no recibió la Corona del Sacro Imperio Germánico, que fue a parar al hermano de Carlos, el «español» Fernando, pero formó su propio imperio europeo al sumar Portugal a los territorios italianos y flamencos de su padre. Si bien durante los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV se alcanzó la máxima extensión de territorio controlado por la Casa de los Austrias (unos 31 millones de kilómetros cuadrados), hay que matizar que Portugal y sus posesiones se mantuvieron celosamente separadas de las hispánicas. El Rey hacÃa cumplir su voluntad en Lisboa a través de un gobernador o un virrey, que solÃan rodearse convenientemente de funcionarios locales. Los oficios públicos se reservaban para los súbditos portugueses tanto en la metrópoli como en su territorios ultramarinos.
Por su parte, la cifra de los 20 millones de kilómetros cuadrados recogida por MarÃa Elvira Roca Barea hace probablemente referencia al mapa mundial dejado tras el Tratado de Madrid, firmado por Fernando VI de España y Juan V de Portugal el 13 de enero de 1750, para certificar oficialmente la muerte del de Tordesillas y definir los lÃmites entre las respectivas colonias portuguesas y españolas en América del Sur.