La Almudena: tres leyendas sobre el origen de la Virgen madrileña con nombre árabe
Tres leyendas giran en torno al verdadero origen de la Virgen de La Almudena. Lo cierto es que, independientemente de sus posibles procedencias, la talla de la patrona de Madrid es la más antigua de la capital y tiene nombre árabe. Almudena proviene de la palabra «al-mudayna», que significa «ciudadela», y que era el antiguo recinto militar amurallado que ocupaba la colina sobre la que ahora se asientan la Catedral y el Palacio Real de Madrid.
Según la tradición popular, en el año 712, antes de una supuesta toma de Madrid por los árabes, los habitantes de la Villa tapiaron una imagen de la Virgen en los muros de la muralla, para protegerla de la invasión. Con la conquista de la ciudad en el siglo XI por el rey Alfonso VI, el monarca se empeñó en encontrar la imagen oculta de la que todos hablaban.
Mientras la buscaban, ordenó pintar una imagen para que se pudiera venerar en la iglesia de Santa María, la antigua mezquita que convirtió al cristianismo. El cuadro corresponde al de la Virgen de la Flor de Lis, del siglo XIII, que ahora se puede contemplar en la Cripta de la Catedral.
Después de muchos días de plegarias, un fragmento de muralla cercano a la Puerta de la Vega se derrumbó durante una procesión. En ese hueco apareció la talla de La Almudena, que permanecía intacta y con las dos velas, aún encendidas, con las que había sido tapiada a pesar de los tres siglos transcurridos. Tal y como apunta el blog madridmayrit, este tipo de leyendas proliferan en el siglo XIII de la mano de autores como Rodrigo Jiménez de Rada, entre otros, para justificar que existiera una tradición cristiana anterior al asentamiento de los musulmanes.
Pero más curioso aún es el mito que indica que la imagen de la Virgen fue traída a Madrid por el Apóstol Santiago en el año 38. Así lo narra una lámina de bronce situada en la antigua iglesia. Y que desde entonces los madrileños sintieron una devoción única por la reliquia.
La última versión cita al mismísimo Cid. Al parecer, Rodrigo Díaz de Vivar cuando se encontraba en Toledo ayudó a un leproso a salir de una zanja donde había caído. En ese momento, se convirtió en una figura femenina que le indicó que tenía que tomar Madrid y que ganaría batallas hasta después de muerto. Cuando el héroe castellano se acercó a la villa, se desprendió el trozo de muralla donde se había mantenido oculta la figura y, a través de ese hueco, el Cid entró y conquistó la ciudadela.
Poco se sabe con exactitud más allá de que los análisis científicos afirman que la talla data del siglo XVI. Y que, anteriormente, existió otra imagen que probablemente se quemó. La actual imagen de la Virgen reposa en un trono de plata, de estilo Barroco, flanqueada por dos grandes cirios.