Extracto de la homilía de
Monseñor Aguer en la Plata, 25 de mayo de 2016
Se habla en
estos días de una “política de memoria, verdad y justicia”. ¿No se llama así,
pomposamente, al rencor y a la venganza? La memoria argentina ha sido más bien
desmemoriada, o hemipléjica. Es curioso el celo por acusar y juzgar delitos
cometidos cuarenta años atrás, cuando hubo y hay tanta distracción y lenidad
para juzgar delitos del presente. Se dice que los crímenes aquellos fueron de
lesa
humanidad, esto es, literalmente, de humanidad herida.
El término es usado equívocamente; que así lo hagan periodistas que hablan
de omni
re scibili e ignoran el derecho, vaya y pase, pero que
lo manipulen juristas y jueces supremos es el colmo y ese desliz no augura
nada bueno. Necesitamos paz, olvido, borrón y cuenta nueva. Olvido, sí. En
varios pasajes de la Sagrada Escritura para indicar que Dios perdona nuestros
pecados se dice que se olvida de ellos. Tomás de Aquino escribió que
la
justicia sin misericordia es crueldad y la misericordia sin justicia es la
madre de la disolución. Lo terrible es que la
disolución de la sociedad argentina, la relajación y rompimiento de los
vínculos sociales proceda de una justicia que tiene tapado un solo ojo. En
este Año Jubilar de la Misericordia establecido por un Papa argentino, ¿no
podemos los argentinos abrir la inteligencia y el corazón al don divino de la
misericordia, y dárnosla los unos a los otros?
Luego de la
homilía, me acerqué a saludarlo y lo felicité por sus palabras. Le dije que
soy hijo de preso político.
Mientras me
daba la mano me preguntó
-Militar?
-Marino. En su
nombre quiero agradecer la valentía de sus palabras
-Alguien tenía
que decirlas. Vamos a ver qué escriben ahora los periodistas de este
cura.