Estatua
de Colón.
HABÍA UNA VEZ… una estatua de Colón y una presidente confundida. Por Malú Kikuchi (11/10/2014) En 1453 cayó el imperio romano de oriente en manos de los turcos. Europa se quedó sin acceso marítimo a todo aquello que necesitaba de “Las Indias”. Tenían que llegar de alguna manera, ¿pero cómo? Sin revisionismo histórico, le propongo volver a la escuela primaria. Volver a la emoción de escuchar a la maestra contar ese maravilloso cuento sobre las fantásticas aventuras de un loco marino genovés, qué creía que la tierra, ¡era redonda! Tan loco, que con un compás y unos inverosímiles números, consiguió que la reina Isabel de Castilla creyera en sus promesas. En los cuentos siempre hay una reina, y esta era buena. Tan buena que vendió parte de sus joyas para comprar tres carabelas. Hoy serían 3 cáscaras de nuez. El loco marino genovés consiguió, con permiso de los reyes Católicos de España, contratar 120 hombres para emprender su aventura. Dos capitanes, Martín y Alonso Pinzón, algunos hombres de mar y el resto, presidiarios. Recuerde la curiosidad por saber cómo seguía el cuento. Un día, el 3/8/1492, con la Santa María , la Pinta y la Niña, partió del puerto de Palos de la Frontera y se lanzó al mar. Se llamaba Cristóbal Colón. Cruzó el Atlántico para llegar a las Indias, tuvo problemas de todo tipo, hambre, angustia, incertidumbres. Ya casi sin esperanzas, apenas nacido el viernes 12/10/1492, a las 2 horas, Rodrigo de Triana, desde la Pinta gritó: “Tierra, veo tierra”. Desembarcaron ya amanecido el día 12 en una pequeña isla llamada Guanahani, en las Antillas. Luego Colón hizo 3 viajes más a este formidable continente sin saber lo que había descubierto. Volvió en 1493, 1498 y 1502. Murió sin saber. Protagonizó, hasta hoy la más increíble aventura del hombre, sólo comparable al alunizaje, pero el descubrimiento de Colón, cambió la historia. Tendríamos que ubicarnos a finales del siglo XV, sin baños en los palacios, con pestes incontrolables, madres muertas de sobre parto, Inquisición, luz de velas, mugre, miseria, promedio de vida bajísimo, tiempos en que un libro era un objeto precioso, saber leer y escribir un milagro en manos de la iglesia, supersticiones de todo tipo, olores nauseabundos, cubiertos inexistentes, una vida terrible para las mayorías. Una vez ubicados en tiempo y lugar, imaginemos la odisea de Colón peleando contra la ignorancia sólo con sus conocimientos, que no habían sido comprobados por nadie antes de su aventura maravillosa. ¿De qué lo acusan a Colón? ¿De haber descubierto América? ¿De haber cambiado la historia de la humanidad? ¿De haber ampliado horizontes a costos increíbles, no sólo para los colonizados, también para los colonizadores? No fue fácil. Nada es fácil cuando hay un antes y un después “de”. ¿De quién surgió la peregrina idea que Colón fue un genocida? ¿Chávez? Puede ser. El típico resentimiento de alguien acusado de ser indio en un ejército de blanquitos. No fue culpa de Colón. Colón fue un descubridor, ni un conquistador, ni un colonizador. En cuanto a estos últimos, que en alguna mente afiebrada podrían ser considerados genocidas, sería pertinente recordar que los tiempos eran otros. Matar y morir eran hechos habituales. Como ahora, pero un poco más. No se habían inventado los DDHH, ni los delitos de lesa humanidad. Los pueblos originarios eran terriblemente salvajes entre ellos. Igualmente lo eran los conquistadores entre ellos. Y los unos lo fueron con los otros. No había medios de comunicación, no se filmaban videos sobre degüellos por temas religiosos, la TV no los retransmitía, las led no iluminaban los crímenes, las redes sociales no los amplificaban. Todos, los unos y los otros, fueron crueles. Y la humanidad a pesar de todo, ha crecido moralmente. Hay hechos que hoy no toleramos. O decimos que no los toleramos. Dejando a Colón de lado, ya que no tiene nada que ver con crímenes de ningún tipo, juzgar la conquista y la colonia con los ojos, la moral y los códigos de hoy, es delirante. El tiempo y el lugar son fundamentales. Hay que hacer un ejercicio de imaginación y situarse. Quizás así tomemos conciencia del disparate de vilipendiar el día del descubrimiento, tener la estatua de Colón tirada en alguna parte de esta ciudad, rota y sucia. Esperando que el acuerdo entre nación y CABA le encuentren un lugar. Sin recordar que esa estatua estupenda se hizo bajo el proyecto de Antonio Devoto, exitoso inmigrante italiano que lideró la colecta de los demás italo/argentinos para hacerla posible, que el parque que rodeaba el monumento lo diseñó Carlos Thays y que era un orgullo para la ciudad. Y si a la presidente, que tiene fecha de vencimiento como los yogures (10/12/2015), le molesta la estatua del inmenso Colón, y reivindica los pueblos originarios, aunque permite que se mate de hambre y sed a los qom, wichis, tobas y otras etnias del NEA, le recuerdo que se llama Cristina, que viene de Cristo, Fernández, nombre castizo si los hay, Wilhem, alemán; que se casó con Néstor, nombre griego, Kirchner, alemán. Y si piensa reemplazar a Colón por Juana Azurduy, regalo de Evo Morales, también le recuerdo que la coronela del ejército del Norte, que nos merece todo el respeto, se llamaba Juana, hebreo, Azurduy, vasco, de Padilla, castizo. No existirían en América sin Colón. ¿Es mucho pedir un poco de sentido común? Por mi parte, gracias Colón por ese mítico 12/10/1492 de hace 522 años. Gracias, porque a pesar de todo, me gusta ser argentina y pertenecer al continente americano.