Refranes La Polvorosa de la que huyeron los moros
Alfonso III derrotó a las tropas musulmanas en el año 878 en la batalla de la Polvoraria
Aunque lo más probable es que «Poner pies en polvorosa» surja del habla de germanía con
la que rufianes y delincuentes designaban al camino, la calle o la
senda llena de polvo, hay una versión sobre el origen de esta expresión
que se apoya en un hecho histórico que se remonta a la Reconquista, a la época de Alfonso III de Asturias, llamado El Magno (838-912).
«Viendo Alfonso III, el Magno, gallego de
naturaleza, los progresos que en las fronteras de sus reinos hacían los
moros, acudió con sus tropas a contener los adelantos del sarraceno.
Presentó a los enemigos la batalla cerca del río Orbigo, provincia de
Palencia, en los campos de Polvorosa (Pulvararia o Pulveraria, según
otras crónicas), y allí el valor de nuestros soldados, unido al temor
que infundió a los moros un eclipse de luna, hizo que Alfonso III
consiguiese una completa victoria, dispersando en precipitada derrota a
los hijos del Corán que pudieron sobrevivir a la derrota. Desde entonces
hízose proverbial Polvorosa, encerrando primitivamente dicha frase una
amarga ironía por todo ejército fugitivo y aplicándose después a la
persona que se ausenta apresuradamente de algún lugar», señalaba José
María Sbarbi en El Averiguador Universal.
Sbarbi debía referirse a la batalla de la Polvoraria
que libraron los cristianos contra los musulmanes comandados por Al
Mundir en el año 878. Fue cerca del río Órbigo, pero en Zamora, a unos
tres kilómetros de Benavente junto a la actual Santa Cristina de la Polvorosa que precisamente recuerda en su denominación a la batalla y no junto a Polvorosa de Valdavia, en Palencia.
Según el relato del historiador Claudio Sánchez Albornoz,
«caminaban los sarracenos descuidados por los campos yermos y
polvorientos que llamaban Polvoraria los cronistas, cuando del encinar
vecino de Socastro saldrían de repente, impestuosas, las vanguardias de
astures y gallegos».
«El casual encuentro junto al sitio nominado Polvoraria, sobre el río
Orbigo, causa el quebranto de la morisma, que pierde más de quince mil
soldados», señalaba Ricardo Velasco Ayllón en «El romancero de los once Alfonsos» (1863).