El candidato del PSC a la alcaldía de la Ciudad Condal, Jaume Collboni, reclamó este lunes la cocapitalidad de Barcelona junto a Madrid.
Pero cuáles fueron las razones que impulsaron a Felipe II a fijar la
cabeza del Estado en Madrid? ¿Por qué el Rey prefirió esta ciudad en vez
de Barcelona, Sevilla o Lisboa? ¿Qué motivo le motivó a asentar en la
región toda la burocracia y creó un circuito anual por los reales sitios
de El Escorial y Aranjuez?
Fue Felipe II el Monarca que decidió traer la capital a Madrid. Lo hizo en, hace ahora 452 años. Y aunque por un breve periodo de tiempo (1601-1606) se trasladó a Valladolid, Madrid continuó creciendo y expandiéndose hasta convertirse en lo que hoy es. La razón de elegir Madrid se basó, por un parte, en su pasado comunero: la expropiación de unas tierras de un comunero destacado había proporcionado a los reyes la Casa de Campo, que más tarde las reconvertieron en un extenso coto de caza junto al Alcázar. Además, Madrid no tenía obispo, con lo que hasta entonces tampoco había sido capital religiosa porque dependía de la de Toledo.
Otra factor clave para el monarca es la escasa presencia de grandes linajes nobles cerca de la Villa. Los más cercanos eran los Mendoza, que se asentaban en Guadalajara. De esta manera Felipe II se aseguraba de que nadie podría hacerle sombra como rey. Y los que se acercaran solo podrían hacerlo a su rebufo, como cortesanos. Este argumento es el mismo que siguió, un siglo después, Luis XIV al mudarse a Versalles.
No obstante, Madrid tenía dos inconvenientes: no tenía salida al mar y estaba alejada de los principales flujos económicos. Por eso, se barajaron otras opciones como Lisboa, Sevilla y Barcelona. Pero esta última no parecía aconsejable por estar adscrita al Consejo de Aragón, y el Rey, tras el sofoco de la revuelta de los comuneros, tenía mucho más poder en Castilla que en Aragón. En lo que respecta a Lisboa, Portugal era un territorio de incorporación bastante reciente, lo que le descartaba.
Sevilla cumplía, por su parte, estos requisitos ya que fue una ciudad próspera, tenía salida al mar a través del Guadalquivir y se encontraba entonces en plena empresa americana. Además, Andalucía era un lugar próximo y adscrito al Consejo de Castilla, Sevilla tenía ya una «capitalidad económica» con la Casa de la Contratación de Indias, una nobleza local y un obispado.
Pese a todo, Felipe II hacía buena parte de su vida en la región de Castilla y parecía más predispuesto a poner su Corte en tierras castellanas. Y Madrid ya había sido usada como sede de reuniones de la Corte desde la Baja Edad Media. Su padre, Carlos I, le había concedido el escudo a la urbe años antes.
A ellos se sumaba la posición geoestratégica de la ciudad: estaba en el centro peninsular, rodeada de bosques, animales de caza y buen clima. El tema de la caza, por banal que pueda parecer, determinó la instalación temporal de reyes como Enrique III de Castilla. Y a Felipe II también le encantaba pasar largas jornadas en el monte del Pardo.
La ciudad también contaba con un abastecimiento de aguas a través del Manzanares y pozos, lo que era complicado en Toledo, cuya orografía obligó a la realización de ingenios mecánicos para abastecer de agua a la ciudad. Además, tras la elección de Madrid como sede de la Corte, las obras en el Monasterio de El Escorial, sede del panteón familiar, comenzaron casi inmediatamente, con lo cual elipe II tenía así más fácil la supervisión de las obras.
Fue Felipe II el Monarca que decidió traer la capital a Madrid. Lo hizo en, hace ahora 452 años. Y aunque por un breve periodo de tiempo (1601-1606) se trasladó a Valladolid, Madrid continuó creciendo y expandiéndose hasta convertirse en lo que hoy es. La razón de elegir Madrid se basó, por un parte, en su pasado comunero: la expropiación de unas tierras de un comunero destacado había proporcionado a los reyes la Casa de Campo, que más tarde las reconvertieron en un extenso coto de caza junto al Alcázar. Además, Madrid no tenía obispo, con lo que hasta entonces tampoco había sido capital religiosa porque dependía de la de Toledo.
Otra factor clave para el monarca es la escasa presencia de grandes linajes nobles cerca de la Villa. Los más cercanos eran los Mendoza, que se asentaban en Guadalajara. De esta manera Felipe II se aseguraba de que nadie podría hacerle sombra como rey. Y los que se acercaran solo podrían hacerlo a su rebufo, como cortesanos. Este argumento es el mismo que siguió, un siglo después, Luis XIV al mudarse a Versalles.
No obstante, Madrid tenía dos inconvenientes: no tenía salida al mar y estaba alejada de los principales flujos económicos. Por eso, se barajaron otras opciones como Lisboa, Sevilla y Barcelona. Pero esta última no parecía aconsejable por estar adscrita al Consejo de Aragón, y el Rey, tras el sofoco de la revuelta de los comuneros, tenía mucho más poder en Castilla que en Aragón. En lo que respecta a Lisboa, Portugal era un territorio de incorporación bastante reciente, lo que le descartaba.
Sevilla cumplía, por su parte, estos requisitos ya que fue una ciudad próspera, tenía salida al mar a través del Guadalquivir y se encontraba entonces en plena empresa americana. Además, Andalucía era un lugar próximo y adscrito al Consejo de Castilla, Sevilla tenía ya una «capitalidad económica» con la Casa de la Contratación de Indias, una nobleza local y un obispado.
Pese a todo, Felipe II hacía buena parte de su vida en la región de Castilla y parecía más predispuesto a poner su Corte en tierras castellanas. Y Madrid ya había sido usada como sede de reuniones de la Corte desde la Baja Edad Media. Su padre, Carlos I, le había concedido el escudo a la urbe años antes.
A ellos se sumaba la posición geoestratégica de la ciudad: estaba en el centro peninsular, rodeada de bosques, animales de caza y buen clima. El tema de la caza, por banal que pueda parecer, determinó la instalación temporal de reyes como Enrique III de Castilla. Y a Felipe II también le encantaba pasar largas jornadas en el monte del Pardo.
La ciudad también contaba con un abastecimiento de aguas a través del Manzanares y pozos, lo que era complicado en Toledo, cuya orografía obligó a la realización de ingenios mecánicos para abastecer de agua a la ciudad. Además, tras la elección de Madrid como sede de la Corte, las obras en el Monasterio de El Escorial, sede del panteón familiar, comenzaron casi inmediatamente, con lo cual elipe II tenía así más fácil la supervisión de las obras.
Capitales ocasionales
madrid
– Valladolid: Entre 1601 y 1606.
– Sevilla: Entre 1729 y 1733.
– Sevilla y Cádiz: entre 1808 y 1814 en la Guerra de la
Independencia Española en la que varías ciudades acogieron las Cortes
Generales.
– De Valencia a Barcelona: Entre 1936 y 1939 durante la Guerra Civil Española, el gobierno de la República decide el traslado.
– Burgos Del 1 de abril al 18 de octubre de 1939, cuando termina la Guerra Civil.