domingo, octubre 26, 2014

La dinastía de los Capetos: el legendario origen de los Borbones y otras casas reales

 

La dinastía de los «Bourbon» llegó a España de la mano de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia por parte de padre, y biznieto de Felipe IV de España por parte de madre. Los 45 años del reinado de Felipe V asentaron el poder de la Casa Borbón en España, que ha dado a nuestro país once monarcas hasta la actualidad. No en vano, el origen más remoto de esta dinastía está en el corazón de Europa, vinculado a la más antigua y extendida casa real: los Capetos.
Esta dinastía tiene su origen en el personaje histórico de Hugo Capeto, Rey de los francos y heredero de la poderosa Casa Robertina, linaje que competía por el poder con las grandes familias aristocráticas de Francia ya en los siglos IX y X. En el contexto del intento de los francos de separarse del Imperio carolingio, Hugo Capeto instauró una dinastía continua para estos territorios, que sirvió en los siguientes siglos para vertebrar al incipiente Reino de Francia.

El mapa genealógico de los Capetos legitimó a las sucesivas dinastías

Aunque la rama principal de los Capetos se extinguió en 1328 con la muerte de Carlos IV de Francia (último hijo de Felipe IV «el Hermoso» en ser coronado) sin dejar un heredero varón que lo sustituyera en el trono, las vertientes de esta casa real se disputaron la corona hasta el final de la monarquía francesa. Así, la rama joven descendiente de los Capeto, los Valois, tomó el control del reino hasta 1589. Y cada vez que el último descendiente de la rama moría sin haber dejado heredero al trono, los nobles desempolvaban el casi legendario mapa genealógico de los Capetos para encontrar su descendiente vivo más próximo. Es por esta razón que todos los Reyes de Francia desde Hugo Capeto hasta el último, Luis-Felipe I, pertenecieron a la misma dinastía.
Cuando la rama de los Valois –que disputó la hegemonía de Europa al Imperio español durante todo el siglo XVI– se vio superada por las guerras de religión que desembocaron en el asesinato de Enrique III, el Reino de Francia consideró que la dinastía de los «Bourbon» debía hacerse cargo del trono. Además del temor a que Felipe II de España hiciera valer los lejanos derechos de su hija Isabel Clara Eugenia –de ascendencia Valois–, los apoyos a Enrique IV, hasta entonces solo Rey de Navarra, nacían de la vinculación de esta familia con los Capetos.
A su vez, la rama de «Bourbon» tiene su génesis en Roberto de Clermont, el sexto hijo del Rey Luis IX de Francia, uno de los últimos miembros de la dinastía Capetos. En 1317, el hijo de Clermont, Luis I de Borbón, fue nombrado primer duque de Borbón por sus servicios a la Corona. También consiguió este duque para su familia el cargo honorífico de Gran Camarero de Francia, que desempeñarían los Borbón hasta 1523 y que les permitió estar siempre cercanos a las más altas esferas del poder galo.

Reyes de la Baja Navarra y de Francia

Ante la imposibilidad de mantener lo que hoy se considera la Navarra francesa, Carlos I de España desistió en 1530 del control de esta parte de Navarra, reino que por entonces estaba ya integrado en Castilla. Así, la Baja Navarra quedó bajo el mando de la familia de los Albret, que se vinculó a través de matrimonio con el Duque de Vendôme, Antonio de Borbón. El hijo de este, el futuro Enrique IV de Francia, se hizo cargo de la Corona de la Baja Navarra y, tras la muerte de Enrique III, del Reino de Francia en 1589.

«París bien vale una misa», recitó Enrique IV al acceder a convertirse al Catolicismo

No en vano, Enrique de Borbón había sido señalado como legítimo heredero de Francia incluso por su predecesor Enrique III de Valois, lo cual no evitó que a la muerte de este se desencadenara un nuevo episodio de las intermitentes guerras de religión que azotaron Francia en los siglos XVI y XVII. Enrique IV, de religión protestante, zanjó la guerra con la célebre frase: «París bien vale una misa», al acceder a convertirse al Catolicismo.
Al timón del primer monarca de la Casa Borbón en Francia y de sus descendientes, el reino vecino inició uno de los periodos de mayor expansión en su historia. Cuando Carlos II de España, último miembro de los Austrias españoles, se vio próximo a la muerte fue persuadido para dejar la Corona a Felipe de Anjou, hijo segundo del Delfín de Francia y nieto de Luis XIV, quien podría asegurar la integridad de la «monarquía católica» y de su Imperio con el apoyo de su abuelo. Tras la Guerra de Sucesión, Felipe V instauró la Casa Borbón en España, que ha dado a nuestro país once monarcas hasta la actualidad.