Sr. Director:
El artículo "Embriones en disputa", aparecido el 12 de abril, pone de relieve la digna actitud de una madre que decidió implantarse los embriones restantes después de una fertilización asistida, a pesar de haberse separado y luego de un complicado padecimiento judicial. Pero al mismo tiempo señala otras dos posturas que implican graves errores científicos y conceptuales en desmedro de la vida. Por un lado, otra madre señala, acerca de sus embriones congelados: "no tengo la fantasía de que son personas", pero añade con incongruencia "no daría un embrión a otra persona..., sentiría que tengo un hijo por ahí", para justificar desecharlos. Por otro, se cita a una psicóloga que indica: "permanece el peso de decidir acerca del porvenir de esos pre-embriones, porque se considera embrión cuando se anida en el útero materno", inventada categoría que implica una distorsión para justificar la destrucción sin culpa de esos "inanimados" pre-embriones.
Basta la naturaleza para darnos el ejemplo absoluto acerca de la personalísima condición de los embriones desde el momento mismo de la concepción: una vez que un espermatozoide -y sólo uno- atraviesa la membrana del ovulo y lo fecunda, esta se cierra definitivamente, dando una microscópica pero infinita prueba de la inmodificable fuente de amor que es el nuevo ser.
Nuestra Constitución todavía lo protege. No inventemos definiciones ni argumentemos sensaciones para destruir este cotidiano milagro.
Hugo Esteva
Profesor Titular de Cirugía (jubilado)
Universidad de Buenos Aires
Matrícula Nacional 35164
DNI 4444092
Av. San Martín 1039
Bella Vista (Bs. As.)