miércoles, noviembre 20, 2013

“VIVIR CON DIOS O MORIR SIN DIOS”

 
Buenos Aires, 13 de noviembre de 2013


“VIVIR CON DIOS O MORIR SIN DIOS”

La mayoría de mis escritos de los últimos años tienen una cierta orientación “teológica” en cuanto a que en ellos, está siempre presente el tema de la intervención Divina.

Y a tal situación llego, no por ser lo que se conoce como un “chupacirios”, o un fanático religioso, sino simplemente por analizar la realidad del mundo actual y en particular la de nuestro país, a la luz de lo que está escrito en las Sagradas Escrituras. Tampoco soy un exegeta de la Biblia ni nada que se le parezca, sólo un humilde Cristiano que tiene como meta en la vida, la de intentar “vivir como Dios manda”.

Y en ese intento, observo la realidad Argentina con una enorme preocupación, viendo cómo los valores que hicieron grande a este país se van desmoronando a una velocidad increíble y que no me alcanzan los argumentos racionales para explicar semejante situación. Basta con la lectura de los diarios o con mirar por televisión algún noticiero para tomar conciencia sobre cómo el mal y la injusticia se están adueñando de la vida de la sociedad argentina.

En tal sentido, hemos dicho y escrito muchas veces que todos los males que hoy sufre el mundo se deben fundamentalmente al hecho de que el hombre se ha alejado cada vez más de Dios y lo ha reemplazado por el “hombre dios”, que es quien nos dice qué es lo que está bien y qué lo que está mal. La moral Cristiana ha sido dejada de lado y reemplazada por la ética y moral individual donde cada uno fija lo que es ética y moralmente bueno. No hay ley natural ni ningún otro límite que el que impone cada hombre. Y así, con el concepto imperante de lo que para uno es bueno y está bien, el hombre moderno camina hacia el abismo de la mano de su propia interpretación moral.

Llegar a esta situación no es casual ni producto del azar, muy por el contrario, es el resultado de lo que se conoce como la revolución anticristiana que tiene por finalidad la de destruir todo aquello que tenga que ver con el orden social cristiano. Ese orden social que en los pueblos iberoamericanos y en particular en la Argentina, se fundió con su cultura y conformó lo que se conoce como una cultura Cristiana que, para quienes ya tenemos algunos años, de alguna manera, es con la cual nos formamos en nuestra niñez, adolescencia y juventud. Cultura ésta que lejos de discriminar a las otras religiones las incluía, pues  judíos y musulmanes que convivían con nosotros, sin renunciar a sus religiones, asimilaban esa cultura como estilo de vida. Y eso quedaba reflejado en la importancia que todos le daban a la familia como base fundamental de la sociedad, en el respeto a la autoridad, el concepto sobre la cultura del trabajo, el esfuerzo personal, el sacrificio en pos de una meta, la honestidad, la solidaridad, la justicia social a partir del amor al prójimo, la lealtad, la hombría de bien, en fin, un sinnúmero de valores que tenían su sustento en la cultura Cristiana y que hoy muchos han dejado de lado.

Este estilo de vida que, como ya dijimos y repetimos, tiene su origen en la cultura Cristiana, es precisamente lo que los seguidores de la revolución tratan de destruir. Esos seguidores que conviven normalmente en nuestra sociedad, obviamente no se identifican como revolucionarios anticristianos por más que sus acciones así lo indiquen. En tal sentido se esconden detrás de rótulos tales como progresistas, modernistas, humanistas, garantistas, etc. desde donde impulsan políticas contra natura a favor del aborto, la unión de personas del mismo sexo, garantías exageradas para delincuentes y violadores, a favor de minorías ideologizadas, en contra del orden y todo lo que vista uniforme, indiferencia hacia todo lo religioso... en fin todas cuestiones que tanto atraen al hombre moderno que se jacta de su “libertad” y “amplitud de criterio”.

A estas acciones indirectas de la revolución que estamos describiendo, ahora hay que sumarle la de la acción directa que implica el ataque despiadado que en los últimos meses están sufriendo los templos Católicos en los cuales se están cometiendo verdaderos sacrilegios que nos recuerdan otros tiempos y lugares en los cuales se llevó a cabo una metódica y manifiesta persecución contra la Iglesia Católica. ¿Somos capaces siquiera de imaginar por un instante qué pasaría en el país si esos ataques profanadores se llevaran a cabo contra una sinagoga o una mezquita?... La verdad es que es impensable porque tanto para judíos como musulmanes, la religión sí es lo que constituye su estilo de vida.

El enemigo anticristiano, el que milita en contra de los valores Cristianos y en contra de la religión Católica, lejos de ser improvisado, es muy inteligente y paciente, y sabe que para imponer la nueva religión del modernismo la religión del “sindiosismo”, es menester primero destruir los valores y principios de la religión Católica que son los que dan sustento y fundamento a la esencia de la Argentina tradicional.

No deben dejarse engañar los compatriotas que caen bajo el influjo de las ideologías que les dicen que el tema religioso es una cosa y lo político y social otra y que no hay que mezclar. Pobres de los que circunscriben lo religioso a una mera relación de lo individual con Dios y lo excluyen del resto de las actividades humanas. Como dijimos más arriba, esa cultura que nuestros padres nos transmitieron desde muy chicos sobre los valores que eran comunes para todos los argentinos y que tanto nos distinguieron, no viene de la nada, sino que, encuentra sus fundamentos en lo religioso.

Tal vez nunca como en estos tiempos se hayan visto con tanta claridad las intenciones del enemigo, de ahí que con tanta insistencia digo y escribo que el problema del hombre hoy, no es político, ni siquiera económico, el problema del hombre hoy es teológico y se resume en querer vivir como Dios manda o vivir sin Dios que es lo mismo que morir. Nuestro Señor nos dice:" Yo soy el camino, la verdad y la vida" sin Dios, sobreviene el extravío, la mentira y la muerte.

¡Por Dios y por la Patria!

Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.