“Creo en el perdón de los pecados: el Bautismo”
AUDIENCIA GENERAL
13/11/2013
Texto completo de la
catequesis del Papa: “Creo en el perdón de los pecados: el Bautismo”
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
En el Credo, por
el cual cada domingo hacemos nuestra profesión de fe, afirmamos: “Creo en un
solo bautismo, para el perdón de los pecados”. Se trata de la única referencia
explícita a un Sacramento en el Credo. Solo se habla del Bautismo allí. En
efecto, el bautismo es la “puerta” de la fe y de la vida cristiana. Jesús
Resucitado dio a sus apóstoles este mandato: “Vayan por todo el mundo y anuncien
la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará”.
(Marcos 16:15-16). La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar los pecados
a través del sacramento del bautismo. Pero volvamos a las palabras del Credo. La
expresión se puede dividir en tres puntos: “profeso”, “un solo bautismo”, “para
la remisión de los pecados”.
1.
Primero “Yo confieso”. ¿Qué quiere decir esto? Es un término solemne e
indica la gran importancia del objeto, es decir, del bautismo. De hecho,
pronunciando estas palabras, afirmamos nuestra verdadera identidad como hijos de
Dios. El Bautismo es en un cierto sentido el documento de identidad cristiana,
su certificado de nacimiento. Es el certificado de nacimiento a la Iglesia.
Todos ustedes saben el día en que nacieron. De verdad, ¿no es así? Celebran los
cumpleaños, todos. Todos celebramos el cumpleaños. Pero voy a hacerles una
pregunta que hice otra vez, y que voy a repetir otra vez: ¿quién de ustedes se
acuerda de la fecha de su bautismo? Levanten la mano. ¿Quién de ustedes? Hay
pocos, ¿eh? No muchos. Y no lo pediré a los obispos, para que pasen vergüenza,
¿eh? Hay pocos, ¿eh? Pero hagamos una cosa, hoy cuando regresen a casa,
pregunten: “¿En qué día fui bautizado?” Busquen. Éste es el segundo cumpleaños.
El primer cumpleaños es el cumpleaños a la vida y éste es el cumpleaños a la
Iglesia: es el día del nacimiento a la Iglesia ¿Lo harán esto? Es una tarea,
¿eh?, para hacer en casa: ver el día en que yo nací, y dar gracias al Señor que
ha abierto la puerta a su iglesia aquel día en que yo he recibido el Bautismo.
Vamos a hacerlo hoy.
Al mismo
tiempo, al bautismo está unida nuestra fe en el perdón de los pecados. El
sacramento de la Penitencia o Confesión es, de hecho, como un “segundo
bautismo”, que tiene siempre como referente el primero para consolidarlo y
renovarlo. En este sentido, el día de nuestro bautismo es el punto de partida de
un camino, de un camino hermosísimo, de un camino hacia Dios, que dura toda la
vida, un camino de conversión y que continuamente se apoya en el Sacramento de
la Penitencia. Y piensen también en esto: cuando vamos a confesarnos de nuestras
debilidades, de nuestros pecados, pidamos el perdón de Jesús, pero renovemos
también el Bautismo con este perdón, ¡eso es hermoso! Es como festejar en cada
confesión el día del Bautismo. Y así, la confesión no es una sesión en una
cámara de tortura, es una fiesta para celebrar el día de nuestro Bautismo ¡La
confesión es para los bautizados! ¡Para mantener limpia esta vestidura blanca de
nuestra dignidad cristiana!
2.
Segundo elemento: “un solo bautismo”. Esta expresión recuerda la de san
Pablo: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efesios 4:05). La palabra
“bautismo” significa literalmente “inmersión”, y de hecho este sacramento
constituye una verdadera inmersión espiritual, ¿dónde? ¿En la piscina? No, en la
muerte de Cristo. El Bautismo es propiamente una inmersión espiritual en la
muerte de Cristo, de la que se resucita con Él como nuevas criaturas (cf. Rom
6:04). Es un lavamiento de regeneración y de iluminación. Regeneración porque
actúa ese nacimiento del agua y del Espíritu, sin el cual nadie puede entrar en
el reino de los cielos (cf. Jn 03:05). Iluminación, porque, por el Bautismo, la
persona humana viene llenada de la gracia de Cristo, “la luz verdadera que
ilumina a todo hombre” (Jn 1:09), y disipa las tinieblas del pecado. Y por ello,
en la ceremonia del Bautismo a los padres se les da una vela encendida, para
indicar esta iluminación. El Bautismo nos ilumina desde dentro con la luz de
Jesús. En virtud de este don, el bautizado está llamado a convertirse él mismo
en “luz”, la luz de la fe que ha recibido, luz para los hermanos, especialmente
para aquellos que están en las tinieblas y no ven ningún destello de luz en el
horizonte de sus vidas.
Podemos
preguntarnos: ¿el Bautismo, para mí, es una cosa del pasado, de aquel día, de
aquella fecha -que hoy ustedes buscarán cuál es-, o es una realidad viva, que se
refiere a mi presente, en todo momento? ¿Te sientes fuerte, con la fuerza que te
da Cristo, con su sangre, con su resurrección, tú te sientes fuerte o te sientes
mal, sin fuerza? Pero el bautismo da fuerza ¿Con el Bautismo te sientes un poco
iluminado? ¿Te sientes iluminada? Con aquella luz que viene de Cristo ¿Eres
hombre o mujer de luz o eres hombre o mujer oscuro, sin la luz de Jesús? Piensen
en eso. Tomar la gracia del Bautismo, que es un regalo y convertirse en luz, luz
para todos.
3.
Por último, una breve mención al tercer elemento: “Para el perdón de los
pecados”. Recuerden que el Credo: un Bautismo, creo en el bautismo para la
remisión de los pecados. En el sacramento del Bautismo se perdonan todos los
pecados, el pecado original y todos los pecados personales, así como todas las
penas del pecado. En el Bautismo se abre la puerta a una verdadera novedad de
vida que no está oprimida por el peso de un pasado negativo, sino que recobra ya
la belleza y la bondad del Reino de los cielos. Es una poderosa intervención de
la misericordia de Dios en nuestras vidas, para salvarnos.
Esta
intervención salvífica no quita nuestra naturaleza humana su debilidad; -todos
somos débiles y todos somos pecadores, ¿eh?- ¡y no nos quita la responsabilidad
de pedir perdón cada vez que nos equivocamos! Y esto es hermoso. Yo no puedo ser
bautizado dos veces, tres veces, cuatro veces, pero sí que puedo ir a la
Confesión y cuando voy a la Confesión renuevo la gracia del Bautismo. Es como si
hiciera un segundo Bautismo. El Señor Jesús es tan bueno, que nunca se cansa de
perdonarnos, me perdona. Recuerden bien ¿eh? El bautismo nos abre la puerta a la
Iglesia. Buscar la fecha de mi bautismo, pero también cuando la puerta se cierra
un poco a causa de nuestras debilidades, por nuestros pecados, la Confesión la
abre, porque la Confesión es como un segundo Bautismo, que nos perdona todo y
nos ilumina para ir adelante con la luz del Señor. Vayamos adelante, alegres
¿eh? Porque la vida hay que vivirla con la alegría de Jesucristo y ésta es una
gracia del Señor. ¡Gracias!>>
Traducción
Eduardo Rubió (RV)