El bombardeo que convirtió Gibraltar en un «verdadero infierno»
El 24 de septiembre de 1940, 83 bombarderos franceses aparecían por sorpresa sobre la colonia y realizaban un «intenso» ataque seguido con horror por la población de Algeciras
En la madrugada del 24 de septiembre de 1940, 83 bombarderos franceses aparecían por sorpresa sobre el cielo de Gibraltar para descargar con furia toda su carga sobre la colonia. Aquel ataque no era sino la venganza del mariscal Pétain, tras el ataque a traición ordenado por Churchill sobre el puerto argelino de Mers el-Kebir, en junio, donde murieron 1.300 marineros franceses. Y fue, sobre todo, el último gran bombardeo que ha sufrido el Peñón hasta el día de hoy.
Desde España, en Algeciras, la población presenciaba
horrorizada el espectáculo de haces de fuego formado por las bombas y
las baterías antiaéreas situadas a lo largo del Peñón. Allí se
encontraba ubicado también un corresponsal de ABC, que escribía:
«A cada momento se presentan aviones, que descargan sus bombas y se
marchar dirigiéndose hacia el Marruecos francés. Hay momentos en que los
disparos de las baterías forman una nube tan intensa que impiden
apreciar el resultado de los bombardeos. La población inglesa permanece
en los refugios. Los aviones no cesan de ir y venir».
El ataque a Mers el-Kebir en julio de 1940 fue rápidamente considerado como uno de los mayores errores de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, ya que supuso el fin de la neutralidad de la Francia de Vichy y
su entrada «indirecta» en el conflicto del lado del Eje. Eso suponía
tener de enemigo a todo el Imperio francés, incluidas sus colonias, en
un momento en el que a los ingleses ya les resultaba difícil contener a
la Alemania nazi y a Italia. Y de ahí surgió la idea de bombardear a
Gran Bretaña en uno de los puntos donde más le dolería: Gibraltar.
El primer ataque
La primera vez que Francia ordenó bombardear Gibraltar fue
el 18 de julio de 1940, con una escuadrilla de 74 aviones que provocaron
algunos incendios y daños menores. Pensaron que así Inglaterra se daría
por enterada y decidiría volver a la vía diplomática como se había
prometido en el Armisticio.
El bombardeo se convirtió en «el más largo que Gibraltar ha padecido»
A finales de 1939, se había finalizado en el Peñón la
construcción de una base aérea y una pista de aterrizaje en el istmo,
que hasta entonces era un hipódromo. En mayo de 1940, un total de 16.700
gibraltareños fueron evacuados a Casablanca, en el protectorado francés de Marruecos, y de ahí fueron dispersados a otros destinos como Londres, donde fueron 12.000; Madeira y Jamaica, 3.000, y el resto a Tánger o España. Tan solo unos pocos gibraltareños decidieron quedarse en el Peñón.
Bombas de más de 1.500 kilos
Los aviones franceses, todos bombarderos Loiré y Olivier Leo 45,
alcanzaron Gibraltar a las 12.45 horas, desde distintas bases de
Marruecos, a una velocidad de 420 km/h. Una vez sobre el Peñón soltaron
las bombas, algunas de más de 1.500 kilos. «Desde Algeciras se aprecian
perfectamente las explosiones de los proyectiles, algunos luminosos
–contaba EFE desde la localidad gaditana–. El aspecto que ofrecía
Gibraltar las pasadas noches, con su magnífico alumbrado visto desde
esta ubicación, es hoy muy diferente, ya que solo está alumbrada la
parte de la población civil».
«Las bombas caían por todas partes y las explosiones se oían sin interrupción»
La crónica del corresponsal de este diario era muy detallada:
«Se presentó una escuadra formada por seis trimotores, que descargaron
las primeras bombas sobre la plaza, cayendo cuatro sobre el mar y ocho
en la fortaleza. Los antiaéreos llegaron a formar una espesa cortina de
fuego, que, sin embargo, no impidió que la segunda escuadra de 16
trimotores dejara caer su carga. Uno de los aparatos fue tocado y se le
vio alejarse, perdiendo velocidad y altura. Otro cayó en el mar envuelto
en llamas y sus ocupantes se lanzaron en paracaídas, yendo uno a caer
junto al aparato, mientras el otro se sostuvo en el aire durante
bastante tiempo, indicando esa circunstancia no llevar peso, por lo que
se supone que el aviador cayó al mar. Mientras tanto, nuevas
escuadrillas se sucedían sin interrupción, bombardeando decididamente la
plaza y lanzándose algunos aparatos en picado para precisar más los
objetivos».
«Numerosas víctimas»
Aunque las diferentes crónicas hablaban de «numerosas
víctimas», las bombas finalmente ocasionaron cuatro muertos y decenas de
heridos, aunque provocaron importantes desperfecto en las
infraestructuras, como el muelle meridional, que fue destrozado, y
diferentes edificios, barcos, depósitos de gasolina e instalaciones
eléctricas, entre otros. Incluso dos de aquellas bombas cayeron sobre La Línea.
«El bombardeo convirtió ayer Gibraltar en un verdadero infierno, pues
las bombas caían por todas partes y las explosiones se oían sin
interrupción», concluía.
La Francia de Vichy no bombardeó nunca más el Peñón. De
haber ocurrido, pues habían causado graves daños, la colonia podía haber
quedado neutralizada y haber cambiado la situación estratégica para las
potencias del Eje. Pero eso no ocurrió.