Un puente hacia la paz
Publicadas por
Luis-Fernando Valdés López el sábado, septiembre 07,
2013
Año 9, número 435
Luis-Fernando Valdés
Escuchamos rumores de guerra. Es posible que sea cuestión de días
para que ocurra una posible intervención militar de Estados Unidos en Siria.
Mientras tanto la reunión del G-20 en Rusia terminó sin definir nada sobre esta
posible guerra, que parece inminente. ¿Hay motivos reales para esperar la
paz?
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El Papa Francisco
pidió una jornada de
ayuno y oración como camino para la paz en Siria. |
La realidad de la guerra y de los conflictos entre países y etnias
nos hace ver que la paz es una tarea muy complicada. Los intereses económicos y
geopolíticos, así como el odio y el rencor acumulados, se convierten en una
muralla infranqueable para alcanzar la anhelada
concordia.
Este panorama puede ser una trampa que nos lleve al escepticismo
(“la paz no es posible”) o la indiferencia (“allá ellos”); pero en realidad, con
una mirada nueva, esta desolación se puede convertir en un “puente”. En efecto,
estos problemas humanos que son casi imposibles de resolver nos ayudan a
descubrir –o, al menos, intuir– que existe otra instancia en la que el conflicto
se pueda solucionar.
La clave del problema de la paz y la guerra radica en lo profundo
del ser humano, en sus deseo y sentimientos, ahí donde se ubica la voluntad de
amar o de odiar, de perdonar o destruir. Y todos sabemos que eso, que llamamos
“corazón”, no puede ser transformado por nadie sino sólo por el mismo
sujeto.
¿Cómo cambiar entonces lo más profundo de un corazón que ha sido
herido por los cañones que han asesinado a los que ama? ¿Cómo cambiar la
voluntad de quien sólo busca sus intereses económicos, si importarle si destruye
a los demás?
La ciencia y la tecnología no han podido lograrlo. El progreso
científico, que nos prometió respuestas al problema humano sin necesidad de
acudir a Dios, no nos ha resuelto cómo convertir el odio en perdón, ni cómo
pasar de la guerra a la paz. Y el desarrollo tecnológico –en vez de darnos un
mundo más justo– consiguió hacer más eficaz el arte de la
destrucción.
Ante esta imposibilidad del hombre por sus propias fuerzas de
remover la dureza del corazón humano, donde radican los gérmenes de la guerra,
sólo queda el recurso a lo sobrenatural. Así lo enseña la historia de las
culturas, pues el ser humano siempre a recurrido a Dios, o los dioses, para
rogar que detenga la violencia.
Rezar por la paz lejos de ser algo irracional o indigno
del hombre, hoy mismo se ha mostrado como lo más humano. Ha sido impresionante
la respuesta de millones de personas al llamado del Papa Francisco a celebrar
una jornada de ayuno y oración por
la paz, el pasado sábado 7 de
septiembre, para pedir juntos por la paz de Siria y del
mundo.
En solidaridad con este llamado del Santo Padre, los
Presidentes de la Conferencia de las Iglesias Europeas (Evangélicas )y del
Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa
(Católicas), firmaron una
declaración titulada “Juntos por la
paz”.
Rezar juntos nos hace más humanos: es la manera como los que
sufren reciben la solidaridad de parte de los demás, es el modo como los que
perpetran la guerra ven que sus acciones no están respaldadas por los
demás.
¿Qué podemos hacer hoy por la paz? Recorrer personalmente ese
puente. Como cada uno tenemos experiencia de que nuestro interior es débil y que
con facilidad puede alejarse de la paz y acercarse al odio, nos toca pedir a
aquel Ser que cuide nuestros sentimientos para que sean de
paz.
Mientras los poderosos de la tierra preparan sus armas, los
ciudadanos de a pie buscamos la paz y solidaridad con los que sufren, también
mediante la oración, el único puente que permite sanar los sentimientos y
cambiar la guerra por la paz.
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