martes, septiembre 03, 2013

Reina del Cielo 

 

 

Nuestra Señora de Knock, Irlanda, 1879
Una aparición que se puede describir como teatral, extraordinaria en su contenido y su forma, que ocurrió en un pueblecito escondido en la Irlanda occidental. Se trata de un evento sin dudas desconocido para muchos, pero que atrajo la presencia de su Santidad Juan Pablo II en 1979, para orar en un lugar bendecido por la Gracia de Dios.
Para él, el Papa que ha “perseguido” a María por todas partes, se trató de mostrarnos otro lugar donde la Madre de Dios y Madre nuestra se ha manifestado a sus hijos: “He sentido un profundo deseo de venir aquí, el deseo de realizar otra peregrinación al Santuario de la Madre de Cristo, la Madre de la Iglesia, la Reina de la Paz. Que no os sorprenda este deseo mío. Ya en mi juventud y en mi país, han sido muy frecuentes para mí las peregrinaciones a los santuarios de la Virgen....
Con estas palabras Juan Pablo II nos maravillaba en su homilía de Knock en su visita de 1979, centenario de una aparición muy especial. El quiso marcarnos no sólo la presencia de María en ese lugar, sino el propósito y significado del mensaje. Cada venida de María tiene un sentido distinto, especial y adaptado a cada circunstancia y cada lugar. Ella, enviada por su Hijo, sabe bien lo que necesitamos en cada momento de nuestra historia. Y en este caso quiso manifestarse junto a su esposo terrenal, San José, y a San Juan Evangelista, el discípulo tan amado por Jesús.
José, símbolo del heroísmo en la pureza, y Juan, signo extraordinario de la elevación espiritual, de la fe puesta en forma de pasión y amor. Juan y José unidos, uno como Sacerdote, Obispo y Evangelista, y el otro acompañando a su esposa, la Madre de Dios. Pero también la aparición estuvo iluminada por la presencia angelical, como símbolo del acompañamiento del ejército de Dios, que no deja de adorar y rodear al Verbo.
Fe una aparición Eucarística, porque se produjo en una Iglesia, pero mucho más importante, porque las figuras rodeaban un altar sobre el que descansaba un Cordero. ¿Quién era ese cordero recostado sobre el Altar Eucarístico? Pues quien sino el mismo Cristo, viviente y presente en el lugar del Sacrificio Perpetuo. La visión representó la Santa Misa, con Juan como Sacerdote, el altar y Cristo sobre él, y con María y su Castísimo esposo como miembros de la feligresía que adoraba al Verbo de Dios. Los ángeles siempre adoran y acompañan la celebración de cada Eucaristía, como fue aquel día también.
Knock constituye un hito en la historia de la Iglesia sobre el que debemos meditar y reflexionar, porque nos lleva irreversiblemente al Libro de las Revelaciones, al Apocalipsis. La presencia de Juan nos lo señala, autor de tan maravilloso tramo de las Sagradas Escrituras, fruto según la tradición de visiones que tuvo en la una cueva en la isla de Patmos, durante un periodo de exilio. Para disipar toda duda, Juan se presenta en la aparición con ropajes de Obispo, con un libro en sus manos, invitando a leer su obra.
Knock, un misterio para desentrañar. No hubo palabras, sólo imágenes. Pero fueron más que sugerentes esas visiones, por la combinación de personajes, la escena representada, lo dicho de ese modo vale más que mil palabras. Descubramos en Knock el misterio de la Palabra de Dios hablándonos con sus manifestaciones. María, una vez más, es el centro de Su mensaje, una invitación a navegar en los brazos de esa hermosa Niña que después de dos mil años nos sigue invitando con su mirada tierna, compasiva, y llena del amor del que sólo Dios puede dar testimonio.