A los quince años, este hombre nacido en la villa
guipuzcoana de Pasajes de San Pedro, ya surcaba las aguas del Mare
Nostrum y entraba en batalla, apenas un grumete y guardiamarina
corajudo, en la batalla de Vélez-Málaga, allá por 1704. Diez años después participaba en el segundo sitio de Barcelona, en la Guerra de Sucesión.
A las veintitrés primaveras, los galones de capitán de navío relucían
en sus hombros. La mar era su vida, y también su herida: con veinticinco
años ya era cojo, tuerto y manco tras las terribles estocadas del combate.
Se le llamaba «Mediohombre», pero el almirante Blas de Lezo fue más que un hombre entero. Todavía muy joven, le espera la Escuadra del Sur y
la pelea contra la piratería, allá en la Mar Océana, en las costas
chilenas y peruanas. Vuelve a nuestro litoral como comandante de la
Escuadra del Mediterráneo y, a pesar de los descalabros de su cuerpo,
lucha en Génova y Orán, y en 1732, mandando en Cádiz, es nombrado teniente general de la Armada.
Cuatro años después, vuelve a llamarle el destino americano y asume la defensa de Cartagena de Indias,
nuestra plaza más importante entonces en el Nuevo Mundo. Defenderá
aquel rincón de nuestra España con tanto esfuerzo y valor, como astucia e
inteligencia. Los ingleses, y sobre todo un tal Vernon, no le han
olvidado porque allá, en Cartagena, Blas de Lezo les dio lo suyo. Con
una flota quince veces menor y con una tropa que era un décimo de la de
Vernon resistió a los de Albión con
tan solo tres mil doscientos hombres. Vernon tuvo que tragarse las
monedas que había hecho acuñar para celebrar una victoria segura.
Este marino inquebrantable, que murió en 1741 a causa de la peste según
cuentan las crónicas, en Cartagena de Indias, allí mismo que fue
enterrado sin que en vida y en su muerte se le recordara como lo que
fue, uno de los grandes héroes de la Marina española. De ese olvido y
para hacerle justicia trata la Muestra «Blas de Lezo. El valor de Mediohombre», que se inaugura el próximo día 18 en el Museo Naval de Madrid.
La muestra ha sido comisariada por Mariela Beltrán
García-Echaniz y Carolina Aguado Serrano. Beltrán recuerda al navegante y
el sentido de esta exposición: «Blas de Lezo demostró durante toda su
vida una entereza más allá de la resistencia.
Con solo quince años perdió una pierna en la batalla de Vélez-Málaga, y
con veinticinco años la visión de un ojo y la movilidad de un brazo
pero continuó con su carrera naval, a pesar de representar esta
invalidez, un serio impedimento para la vida a bordo y el combate.
Lezo es hoy en día todavía un gran desconocido en España a
pesar de que tuvo una brillante carrera que culminó con la defensa de
Cartagena de Indias. Sin embargo, tres meses y medio después de la
victoria, murió sin el reconocimiento merecido y denostado por el rey.
Tuvieron que pasar dos décadas para que se honrase su memoria con la
concesión de un titulo honorífico en la persona de su hijo. A partir de
1829, y coincidiendo con la publicación de varias monografías se
producen nuevos reconocimientos hasta mediados del siglo XX. Pero con el
tiempo su figura fue cayendo en el olvido hasta que afortunadamente
hace unos años se originó un gran interés por recuperar su memoria. Con
esta exposición el Museo Naval lucha por difundir su figura silenciada por unos y olvidada por otros».
A pesar de la escasez de fondos relacionados directamente
con Blas de Lezo, la exposición reúne ochenta piezas procedentes del
Patrimonio de la Armada,
de diez museos, archivos e instituciones españolas, un museo colombiano
y dos colecciones particulares. En la muestra, destacan piezas como dos
retratos que se exponen por primera vez en España: el de Sebastián de
Eslava, perteneciente al Museo de Arte Colonial de Bogotá, y el del
propio Blas de Lezo, de la colección particular de la Condesa de
Revilla-Gigedo. Para realizar la muestra ha sido imprescindible
consultar fuentes documentales originales que han sido consultadas en el
Archivo General de Indias,
el Archivo Histórico Nacional, el Archivo General de Simancas y Archivo
del Museo Naval, así como en el Archivo General de Colombia. También
son importantes dos documentos inéditos: un manuscrito fechado en 1733,
de gran importancia para conocer la construcción naval en la época de
Blas de Lezo, y el «Diario» autógrafo del propio teniente general.
Muestra biográfica
La muestra está organizada en siete apartados. Para
empezar, uno dedicado a la personalidad del propio almirante. A
continuación, se hace mención a su paso por la guerra de Sucesión, y su
forja como marino. Seguidamente, la exposición aborda una cuestión
paralela pero no menos importante, el gran desarrollo de la construcción
naval española a lo largo del siglo XVIII, y el nacimiento del Colegio y
la Compañía de Guardiamarinas.
En este sentido, Mariela Beltrán García-Echaniz explica que «Blas de
Lezo participó en la creación de una nueva estructura de la Real Armada
que garantizara los intereses de la corona y poner fin así a la crítica
situación de la fuerza naval».
La muestra también recuerda las consecuencia del Tratado de Utrecht
y la política llevada a cabo por Felipe V en el Mediterráneo y en el
Atlántico. «El comercio con las Indias. El corso y el contrabando» es el
quinto apartado de la exposición, que describe las rutas que se seguían
y los intentos de nuestros enemigos por ahogarlas. Seguidamente,
Cartagena de Indias y su defensa es la protagonista, que concluye con un
apartado dedicado a la memoria de Blas de Lezo en la Armada moderna.
También hay que destacar varios audiovisuales como uno que
reconstruye la batalla de Cartagena de Indias. En él, después de un
trabajo de tres años, por primera vez se muestra la arquitectura militar
de la ciudad, sus fortalezas, baterías costeras y castillos,
preclaro ejemplo de ingeniería militar, y también la orografía y la
flora existente en su bahía. «Efectivamente -apunta la comisaria-,
contamos con cinco audiovisuales. Cuatro, situados en diversos puntos
del recorrido, con el objetivo de enfatizar y completar diferentes
aspectos enunciados ya en las piezas y un audiovisual más amplio, donde
se narra la vida de Blas de Lezo. Por primera vez , el visitante podrá
ver la imagen de Cartagena en 1741 y la recreación de la batalla con las técnicas más modernas de realización en 3D».
Los ingleses hacen agua
Según comenta Mariela Beltrán, «el episodio de la batalla
de Cartagena ha sido silenciado por Inglaterra que no solo perdió el
combate sino que anunció una victoria que no sucedió. Cuando Vernonentró
en la bahía de Bocachica, mandó un paquebote a Londres anunciando la
eminente victoria. Tras la pérdida de la batalla, el entonces rey Jorge
II prohibió hablar del suceso. Para nosotros era muy importante que en
esta exposición estuviera presente la figura de Edward Vernon, eterno rival de Blas de Lezo desde su época de guardiamarina. A tal efecto, pedimos un retrato al National Maritime Museum,
pero después de iniciados los primeros trámites y al conocer la
temática de la exposición nos negaron el préstamo del cuadro». Parece
evidente que la prohibición de Jorge II de no hablar sobre la batalla
sigue en estas islas después de pasados doscientos setenta y dos años.