junio 24, 2013
By Carlos Manuel Acuña
Después de una expectativa forzada para centrar la atención, Sergio Massa resolvió finalmente candidatearse a diputado nacional con una lista propia después que Daniel Scioli decidiera no enfrentarse con Cristina W. y establecer una alianza para ganar de punta a punta. El acuerdo pudo tener diversas modalidades pero resultó imposible después de muchos dimes y diretes que mantuvieron en vilo a opositores y por supuesto, al gobierno. La candidatura ofrece varios aspectos instructivos. Comencemos por destacar que en la Argentina de hoy no es necesario ser un gobernador destacado o tener una notable personalidad junto a una gran trayectoria para iniciar la carrera hacia la presidencia de la Casa Rosada. Nuestra ex República es menos exigente y con el antecedente de ser un intendente muy destacado, es suficiente. En realidad bastante hemos mejorado, pues los antecedentes -y en algún caso reciente, el prontuario- colocaron en el sillón de Rivadavia a quienes tanto contribuyeron a esa decadencia que tantas veces mencionamos como una confesada obsesión. De todos modos, podemos agregar otra conclusión que marcará la futura gestión del próximo legislador que comentamos. Su paso por la Jefatura de Gabinete del kirchnerismo será una marca que, sin mencionarse, distinguirá su comportamiento, que navegará entre la oposición y la cercanía con los K, detalle que, por el curso natural de los acontecimientos, requerirá de definiciones taxativas. Al menos definiciones muy distintas a la blandura y acatamiento que sacó definitivamente de la carrera presidencial al actual gobernador de Buenos Aires. Como subterránea explicación por la actitud asumida, diremos con esfuerzo elegante que Scioli recibió mensajes tan pesados como terminantes que fueron suficientes para retirarlo de la apasionante carrera política. Probablemente, concluya como embajador en un destino de cierta importancia.
Lo decimos así porque, pase lo que pase, el destino del cristinismo está sellado y en vías de serlo más todavía, después de lo que será un nuevo ensayo en busca de la perpetuidad perdida. El enfrentamiento con una Corte Suprema que también deberá mirar hacia adentro y para abajo de los componentes de la estructura judicial, sólo le cabe esperar el comienzo de otra batalla que está perdida de antemano para el kirchnerismo, cuyo final tendrá ribetes policiales y de discutibles negociaciones. Basta la mención de las denuncias de Lanata para entender que éstas no caerán en saco roto y que la mención de jueces que no supieron cumplir con su función es más que suficiente para iniciar la tarea de limpieza que el país reclama cada vez con más insistencia, previa extensión de la mirada hacia otros jueces prevaricadores, aunque se trate de casos de hondo contenido polémico. La pacificación a la que se referirá Massa en la campaña y desde su banca requerirá del tratamiento de este tema de notable carga emocional.
Agreguemos que Massa no puede ser una excepción en ese escenario que está en preparación y reconozcamos, además, que la extensión de los tiempos exigirá esfuerzos notables en un país enfermo de mentiras, robos y forzadas persecuciones políticas de peligroso contenido. Otro ejemplo que se instalará con fuerza. Hace poco -la semana pasada- a determinados presos políticos se los retiró de la cárcel de Ezeiza y se los trasladó a la de Marcos Paz, donde ya no hay espacio suficiente. Hacinados, cinco oficiales superiores deben convivir en un calabozo reducido, pese a la enfermedad de algunos que requieren hospitalización, al menos la limitada que se les ofrecía en su destino anterior. Por ejemplo, el capitán de navío Carlos Suárez Mason, quien no ascendió por “portación de apellido” -también detenido por lo mismo- es patético y señala otra faceta escandalosa donde la propaganda le da un marco especialísimo que ya se comenta en el exterior. Dentro del mismo tópico circula la versión de la anticipada libertad obtenida por peligrosos presos que podrían pertenecer al Vatayón Militante, tema que es mirado como un añadido a la increíble inseguridad que crece en las principales ciudades y ya se extiende en el ámbito rural, un tema que exigirá un tratamiento más profundo.
Esta situación, todavía ambigua, sería uno de los motivos por los cuales Horacio Verbitsky dejaría el país dentro de un plazo indeterminado, precedido por las peleas que tiene con un gobierno donde tanto influyó y dejó una huella sucia y resentida, adornada por intereses a veces contradictorios. Ya se comenta que puso en venta bienes que se desconocen, en tanto algunos sostienen que se va porque “tiene buen olfato”. Este tema es sólo uno de los que marcarán la etapa política que ya comenzamos a vivir, etapa en la que la Corte Suprema tiene una injerencia tan intensa que prácticamente no tiene antecedentes. Al menos no existen para entender lo que haría Cristina W. para salir del atolladero en el que ella misma se metió, por decisión propia y por escuchar y aceptar los consejos de su asesor doctrinario, el trotskista Carlos Zannini, que ha demostrado una insólita impericia política. Ahora veremos un nuevo y más intenso conflicto después que la Corte -según se prevé, con fundamento- rechace los artículos más gravosos desde el punto de vista constitucional, de la llamada Ley de Medios, que aguarda el pronunciamiento de Ricardo Lorenzetti y los ministros del máximo tribunal de la Argentina y uno de sus tres poderes que forman el gobierno, algo que Cristina no termina de entender.
Repetimos: se vienen tiempos peligrosos, tal vez violentos y eventualmente modificadores de un futuro algo mejor. En Buenos Aires, Massa y aquellos no peronistas o peronistas a medias que aconsejarán votarlo, obtendría el 40 por ciento de los votos y tal vez unos puntitos más, en las elecciones de octubre. Sumado a lo que sucederá en otros distritos, es más que posible que el mazazo que sufrirá el gobierno será fuerte como está definido y que de allí en adelante Cristina ingrese en la ingobernabilidad, enfrentada a una opinión pública partidaria de la moderación y el respeto a sí misma. Ya hay kirchneristas que optarán por el Intendente del Tigre y la modificación de las Cámaras del Congreso podrá tener hondas significaciones como se espera. Suceda lo que suceda, ya se puede mirar el devenir sin ponerse en puntas de pie para divisarlo. Sólo falta la decisión, la fortaleza moral para comenzar el cambio, aunque en su comienzo sea débil hasta que las bravuconadas presidenciales obtengan la respuesta que merecen. Se espera que sean cortas y contundentes.
Carlos Manuel Acuña