Esto sucedió en 
      Buenos Aires. 
      
Un viejo 
      sacerdote yacía en la cama de un hospital público. Su estado era 
      terminal. 
      
Durante años 
      había ejercido su apostolado en la capital, y era muy conocido entre los 
      políticos. 
      
Cuando la 
      enfermera se acercó a su lecho le susurró: "Me gustaría ver al 
      Vicepresidente Boudou y al Ministro De Vido antes de morir" La enfermera 
      replicó: "Vamos a intentarlo, padre"   
      
Así fue que se 
      comunicaron con el vice y el ministro y esperaron por la respuesta. 
      
Al día 
      siguiente les dijeron que el vice y el ministro visitarían al cura con 
      agrado. 
Camino al 
      hospital, los dos políticos se mostraban intrigados por el pedido del 
      sacerdote, pero comentaban que esto podía mejorar su imagen ante el 
      público. 
Así fue que 
      llevaron consigo el consagrado equipo periodístico de 678 para transmitir 
      el encuentro en vivo. 
Cuando llegaron 
      al cuarto, luego de la minisesión de maquillaje para la TV, el padre 
      estrechó la mano de Boudou con su derecha, y con su izquierda estrechó la 
      mano de De Vido. 
La imagen 
      televisiva era impresionante. 
Se hizo un 
      silencio, y la cara del viejo cura se iluminó mostrando una imagen de 
      serenidad y plenitud. 
      
En ese momento, 
      inspirado, el vicepresidente guitarrista rompió el silencio y 
      preguntó: 
      
"Padre, de 
      todos cuantos usted pudo haber elegido, por qué eligió compartir este 
      momento con nosotros?" 
      
El cura, 
      acentuando sus palabras, contestó: 
      
"Ustedes saben 
      que siempre traté de actuar como nuestro Señor 
      Jesucristo" 
      
"Amén", dijo el 
      vice. 
      
"Amén", dijo el 
      ministro. 
      
Y estas fueron 
      las últimas palabras del padre: 
      
"Jesús murió flanqueado 
      por dos ladrones, yo sólo quise imitarlo"