viernes, mayo 24, 2013

[Red de Catequistas] María, Modelo de todo catequista

María, Modelo de todo catequista
 

La imagen de María  que presenta el evangelio es la de una mujer que con una coherencia extraordinaria siguió siempre a su Hijo, consciente de que Él traía la Palabra de Dios y de que su misión en la tierra era anunciarla. Fue la primera creyente y la primera propagadora de esa Palabra. Fue la perfecta catequista.
El acontecimiento de Aparecida quiere renovar en nosotros nuestra vocación de ser discípulos misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos tengan vida en Él. Ahora es bueno que nos preguntemos en qué consiste ser discípulo.


Ahora  dirigiremos nuestra mirada a la Virgen. La palabra de Dios, la muestra en las actitudes propias del discípulo: escucha, medita, comparte la vida, sigue al Maestro. La vida de María tiene sentido en la medida que es seguimiento de su Hijo: lo recibió en su corazón por la fe cuando el Ángel le transmitió la Buena Noticia, lo concibió en su vientre purísimo por obra del Espíritu Santo y lo dio a luz en el pesebre de Belén. La vida de Jesús transcurrió hasta el día de su bautismo en su casa de Nazareth; alli aquel niño fue creciendo bajo la mirada de su madre y la tutela de San José. En el episodio de la pérdida del niño en el templo muestra María su aflicción: “te estabamos buscando angustiados”, le dice al Niño que está entre los doctores de la ley. Es mujer sencilla, de pocas palabras y firmes convicciones.


Cuando Jesús deja su casa, María lo sigue. El evangelio de San Lucas muestra como la Madre está a dos pasos de su Hijo. Esa cercanía de la Virgen es mucho más que cercanía física. El discípulo no sólo está llamado a vivir “con” el maestro sino se trata de “tener los mismos sentimientos de Cristo”(FLP 2,5). María es de la escuela de Jesús: no de los prepotentes y autosuficientes. Es modelo de los humildes servidores amados por Dios. Esta cercanía del cuerpo y del corazón la llevará a la cruz: estará allí de pie con el alma atravesada por el dolor confiado. Allí recibió el encargo de Jesús de cuidar de todos los discípulos representados en la figura del Apóstol Juan: “He ahí a tu hijo”.


María es madre misionera, también ella recibió la noticia de que había que quedarse en Jerusalén hasta que viniera la “fuerza de lo alto” y por eso los Hechos de los Apóstoles la muestran perseverando en la oración con los apóstoles y los otros discípulos.
Allí está la Iglesia, la comunidad de los que creen que Jesús es el Hijo de Dios que murió y resucitó por nosotros y por nuestra salvación. Allí está María. Desde el día de Pentecostés en adelante el evangelio no descansará. Los apóstoles comprendieron que la Buena Noticia no era para unos pocos.


Los cristianos hemos recibido la buena noticia del triunfo de la vida sobre la muerte y que esa vida es vida plena, abundante. 

María nos invita, todos los días, a anunciar a Jesucristo, a afrontar las dificultades con una fe firme y audaz cuando más a prueba nos encontramos. Nos invita a seguir a Cristo,a vivir con él, en una intimidad que anuncia la del más allá. La adhesión más completa a Cristo implica la esperanza más fuerte que empieza a realizarse en este mundo y se completará en el otro, en la eternidad.

Ella, que ha cooperado al nacimiento de la Iglesia, coopera también al nacimiento de cada comunidad en la Iglesia y luego sigue promoviendo su crecimiento. Merece que se la reconozca en esta función discreta pero importante de dar a conocer la Verdad. Por eso pide su intercesión en cada uno de los encuentros con tus catequizandos para que la Verdad del Evangelio sea cada vez más conocida y amada.
 
Ahora  te invito a meditar con la Palabra de Dios  mirando a María
 
María Discípula: Lc 2, 51-52; Lc. 8, 19-21, Jn 19, 25-27
María Misionera:  Lc. 1, 39-45; Documento de Aparecida 266-272.

¿Qué aspecto de la vida de la Virgen más me impacta como discípula de Jesús?