Año 9, número
419
Luis-Fernando
Valdés
El Papa argentino ha iniciado una
revolución silenciosa. Primero con sus gestos de cercanía hacia la gente, y
luego con su valiente denuncia de los problemas al interior de la Iglesia. ¿Por
qué fustiga Francisco a quienes pretenden una Iglesia “autorreferencial”? ¿A
quién se refiere?
El Papa durante la Misa de
Pentecostés, en la
que pidió evitar una Iglesia "autorreferencial". |
Desde los días previos al
Cónclave que lo eligió como Sucesor de Pedro, el Card. Bergoglio habló con mucha
fuerza del peligro de una Iglesia “autorreferencial”, que no se abre hacia las
“periferias existenciales”, es decir, hacia los problemas reales del mundo
actual.
Una vez elegido Pontífice de la
Iglesia, Francisco ha insistido en la apertura de la Iglesia. En
una carta a los obispos de
Argentina(16 mayo 2013), el Papa
advirtió que “la enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la
autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma (…). Es una
especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al
clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar ‘la dulce y
confortadora alegría de evangelizar’.”
El peligro que el Papa observa
consiste, por una parte, en que los clérigos centren su vida en “hacer carrera”
dentro de la Iglesia, en lugar de hablar de Cristo, de ir a ayudar a los que
sufren y de buscar a los que no creen en Cristo.
En la citada carta, el Santo Padre le
deseo a los obispos “que el Señor nos libre de maquillar nuestro episcopado con
los oropeles de la mundanidad, del dinero y del ‘clericalismo de
mercado’.”
Y en días pasado, en una reunión reciente
con los obispos de Italia, les pidió que reduzcan elevado número de diócesis en
ese país, pues suman 226 (Rome
Reports, 24.V.2013). El objetivo que busca el Papa Bergoglio es evitar el
“carrierismo”, es decir, que haya sacerdotes que estén más pendientes de obtener
un cargo en la Iglesia que de evangelizar y servir a los
demás.
Pero el Vicario de Cristo no sólo tiene en
mente a los clérigos, cuando habla de una Iglesia “autorreferencial”. También se
refiere a los católicos comunes y corrientes. Durante la Misa de canonización de
la santa mexicana, la Madre Lupita (1878-1963), afirmó: “¡Cuanto daño hace la
vida cómoda!, ¡cuanto daño hace el aburguesamiento del corazón!” (ABC.es,
17.V.2013).
Y añadió: “Esta nueva santa mexicana
nos invita a amar como Jesús nos ha amado y esto conlleva no encerrarse en uno
mismo, en los propios problemas, en las propias ideas, en los propios intereses,
sino salir e ir al encuentro de quienes tiene necesidad de atención, compresión
y ayuda”.
En la reciente Misa de Pentecostés, el
Pontífice volvió a advertir del riesgo de “en nuestros particularismos, en
nuestros exclusivismos” pues “provocamos la división”. Habló “del peligro de una
Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto”, en
contraste con el “abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio …
del encuentro con Cristo” (Homilía, 19.V.2013).
Además, el Santo Padre denunció otra
trampa: “los caminos paralelos a la Iglesia son peligrosos”. Y remarcó que
“cuando se aventura a ir más allá de la doctrina y de la Comunidad eclesial, y
no se permanece en ellas, no se está unido al Dios de
Jesucristo”.
El Papa Francisco ha mostrado que
desea sanar el interior de la Iglesia, de un “cáncer” que no se reduce a los
pederastas, sino que también incluye a los clérigos y los fieles que no se
esfuerzan por seguir a Cristo, que no luchan por abrirse a los demás, que no dan
buen ejemplo. El “enemigo en casa” pues son los creyentes
incoherentes.