Asociación de Familiares
y Amigos de Presos Políticos en Argentina
Testimonio
de un amigo de Jimmy Smart (Preso Político del régimen K )
Abril
del 2013
Son las
7 de la tarde y acabo de regresar de la prisión de Marcos Paz. Mi
profesión me llevó, desde joven a recorrer múltiples cárceles del país por lo
que entrar y salir de las mismas no significa para mi nada nuevo. Pero
algo ha cambiado: el tener ahora que visitar a presos que sé que están allí
alojados por razones puramente políticas, sometidos a juicios vergonzosos, donde
todo lo que se me enseñó en la Facultad de Derecho y aprendí en mis 40 años como
abogado penalista, los jueces serviles a este gobierno lo han tirado por la
cloaca, me abruma y desespera.
Yo, que
siendo un joven idealista más, decidí ser abogado para luchar por la Justicia y
la libertad del hombre, hoy, llegando al ocaso de mi vida creo percibir que toda
mi lucha ha sido en vano. En estos últimos años he visto lo peor de la
naturaleza humana y, lo que mas me afecta es que lo he visto en lo que debería
ser la garantía para todo ciudadano: en la Justicia, en sentencias firmadas por
Jueces en algunos casos motivados por razones puramente ideológicas y
revanchistas, pero en otras por seres pusilánimes, llenos de cobardía, ausentes
de principios como el honor, principios que siempre deberían caracterizar a los
encargados de juzgar a otros seres humanos en nombre de la Sociedad.
Ahora
visito a quien en su momento fue mi Juez en Tribunales, luego mi Superior
en un cargo público al que me convocó (sabiendo de mi pasión por la verdadera
Función Pública), y que mas tarde se convirtiera en mi socio profesional y
amigo. Un hombre que – siendo él Juez y yo uno de sus imberbes
Secretarios- me enseño la rectitud de la función judicial y lo que era
realmente juzgar con principios. Aprendí de él la magnitud de aquellos valores
que me llevaron a ser abogado, ya que, si el caso lo ameritaba,
debía trabajar 24 horas seguidas para que detenidos con causas pasibles de
ser sobreseídas no permanecieran ni un minuto mas privados de su libertad.
Y en ese aprendizaje he debido pasar noches sin dormir en comisarías cuidando
terroristas ,que sabía habían cometido hechos atroces, todo porque mi Juez
quería no obstante preservar la integridad física de esos detenidos , ante el
riesgo de cualquier abuso por parte de las autoridades policiales o
militares.
Años
mas tarde, cuando quien había sido mi Juez me convocó para que lo ayudara en su
gestión como Ministro de Gobierno en la provincia de Buenos Aires creí que de él
todo lo había aprendido, pero en ese caso, internándome en la actividad
política, aprendí de su gestión mucho mas. Aprendí a “no creérmela” (como dice
siempre el ahora Papa Francisco) , a perseguir a los funcionarios
deshonestos, y a luchar contra el sistema que busca enlodarnos día tras día (
porque la corrupción no es sólo del funcionario, sino también de quienes lucran
con el Estado, que son muchos y mas cínicos que el funcionario mismo al
que buscan corromper) Aprendí a luchar contra la burocracia de arriba y la de
abajo, esa “máquina de impedir” que día tras día frenaba nuestro ímpetu, Y
sobretodo aprendí que el Cargo Público debe ser considerado como un Honor y no
un Botin de Guerra. Un cargo con el que la sociedad nos honra (no sería mi caso
porque fui designado por un gobierno de facto, pero creo que igual debe así
interpretarse) exige que le demos lo que necesita: una gestión transparente que
le permita a todo ciudadano vivir cada día con mas libertad y oportunidades, en
una sociedad que le brinde lo elemental: educación, salud, seguridad y
trabajo. Y aprendí por último a dejar esa labor, renunciando de inmediato
y sin rencores al cargo público cuando los de arriba no sólo no daban el ejemplo
sino que nos impedían seguir nuestro trabajo.
No
obstante, lo bueno y lo malo que vivi y que aquilató mi experiencia de
vida quedó minimizado al llegar al poder el sujeto que creo la
historia juzgara como uno de los gobernantes mas nefastos que tuvo la Argentina
, porque destruyó junto con su mujer la República ,mostrando el aspecto
mas vil y egoísta de la sociedad argentina.
Asistí
así al cinismo de políticos y periodistas “opositores” que aplaudían su
“política de derechos humanos” sin tan siquiera llegar a husmear que era lo que
pasaba en los Tribunales. Cínicos comentaristas que celebraban juicios a
militares y policías que en un caso ya habían sido juzgados en épocas
políticamente mas duras – la de los primeros años de esta democracia- y en
otro se los apresaba y acusaba sin pruebas concretas, basándose en la sola
necesitad de vengar hechos pasados, descargados sobre sujetos que nunca se
sabrá si eran culpables o inocentes. Un odio visceral que los llevó a soslayar
los principios básicos del derecho: testigos falsos, teorías seudojurídicas que
van contra el derecho aplicado en todos los países del mundo, escraches y
amenazas a jueces que aún conservaban algo de coraje para intentar aplicar la
ley, etc, etc. Todo ante el silencio o la indiferencia de la gran mayoría
de la sociedad, y especialmente de los referentes sociales que deberían haber
cuidado estas groseras violaciones al derecho positivo. Ahora están
llorando porque se están dando las últimas embestidas contra la Justicia,
pero como siempre ocurre ya es tarde. El daño que este “modelo” le ha hecho al
Poder del Estado que debe asegurar la Justicia y la Libertad de las personas es
enorme, y mucho tiempo se tardará en repararlo, si es que alguna vez alguien
intenta hacerlo.
Vuelvo
a aquel Juez que me enseño lo básico de lo que es administrar Justicia. Hoy día
preso no por haber cometido algún delito, sino porque, al haber sido funcionario
del gobierno militar de los setenta “tenía que saber” lo que hacían los
militares con los terroristas que apresaban. Según sus captores, en su caso
concreto tenía que conocer lo que hizo el Gral Camps en la provincia de Buenos
Aires, ello pese a que Camps fue juzgado y condenado cuando vivía por un
Tribunal independiente, Tribunal que determinó con verdaderas y contundentes
pruebas procesales, que ese Ministro de Gobierno no había tenido ni arte
ni parte en lo que se le achacaba a Camps. Hoy día, no obstante, mi
ex Juez, socio y amigo fue condenado a Prisión Perpetua porque “tenía que
saber” (paradójicamente Camps fue condenado por la Cámara Federal en la
causa nro. 44
a 25 años de prisión)
Pero no
acabó acá mi aprendizaje: Hoy se encuentra alojado en uno de los pabellones mas
incómodos del Módulo 4 de Máxima Seguridad de la cárcel de Marcos Paz. No
junto a militares, sino en el pabellón donde va lo que en la cárcel llaman “el
lumpen de los delesa”, esto es policías provinciales, penitenciarios, civiles
allegados a esas policías, etc. y cada vez que en los demás pabellones que
alojan a militares, marinos o miembros de las Fuerzas de Seguridad se
produce una “vacante”, esto es, se libera una celda ( nunca por que pone en
libertad al ocupante, si se libera esa celda es porque lo trasladaron a una
cárcel peor o bien se murió) esta celda se la ofrecen en primer término a mi
amigo. Y cada una de esas ofertas es rechazada porque él quiere quedarse
allí donde esta esa gente mas “desprotegida” , trabajando todos los días
ayudándolos en el manejo de sus causas, las que se encuentran, en casi
todos los casos, en manos de “defensores oficiales” que también en su mayor
parte son funcionarios “k” ( y que en lugar de defenderlos los
hunden).
Jaime
–Jimmy- Smart, porque de él estoy hablando, lo hace día a día con una
sonrisa, con gestos de amabilidad hacia los reclusos que se hacinan en ese
pabellón, usando su bien ganado prestigio como penalista y procesalista para
ocuparse mas de las causas judiciales de los demás que de sus propias causas, (
no tiene una sola causa penal, sino que cada mes le inventan una nueva, ya que
quienes manejan la política de odio y revancha planean seguir con estos
juicios-show por los siglos de los siglos y para eso lo necesitan a Jimmy, una
presa muy útil para proseguir con su maquiavélico plan, que avala con fervor la
propia Presidenta de este país). He descubierto entonces ahora la faceta
de Jimmy que me faltaba conocer. La de la entrega por el prójimo. La del
desinterés por su suerte frente a la preocupación por la de todos los que lo
rodean. La del hombre que, con 77 años encima, descarta la lesión en la columna
que le produjo un reciente accidente con el móvil que lo transportaba a
Tribunales, para atender los males físicos o sicológicos de sus compañeros de
cautiverio. El hombre en definitiva, que sabiéndose un perseguido político, una
víctima mas de la Revancha Montonera, olvida los agravios y siguiendo al
pie de la letra el ejemplo de Cristo perdona al que lo ofendió y ayuda al
prójimo en desgracia.
Yo lo
he bautizado “Madiba”, que es el nombre tribal de Nelson Mandela, pues su
actitud se asemeja a la de ese ex presidente de Sudáfrica al cual le pudieron
robar por décadas su libertad física, pero no lograron derribar su fortaleza
espiritual.
…Me
empastillo con un Valium – una rutina normal para cuando regreso de Marcos Paz-
Hoy dormiré gracias a esa droga, pidiéndole a Dios me ayude a desprenderme
del odio profundo que me carcome, pues se que es un sentimiento negativo que me
destruirá a mi antes que a mis oponentes. Espero en algún momento
lograrlo…por el momento se me presenta como una Misión
Imposible…
EDGARDO
FROLA