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Santa Catalina de Siena (1347-1380), terciaria dominica, mística, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Diálogo 37
Santa Catalina de Siena (1347-1380), terciaria dominica, mística, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Diálogo 37
El desespero de Judas.
“Judas se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo: -He pecado entregando a este hombre inocente.- Ellos le replicaron: “¿A nosotros, qué nos importa? Tú verás.” El fue y se ahorcó” (cf Mt 27,3-5)
Dios le dijo a Santa Catalina: -El pecado imperdonable, en este mundo y en el otro, es aquel que despreciando mi misericordia no quiere ser perdonado. Por esto lo tengo por el más grave, porque el desespero de Judas me entristeció más a mí mismo y fue más doloroso para mi Hijo que su misma traición. Los hombres serán condenados por este falso juicio, que les hace creer que su pecado es más grande que mi misericordia... Serán condenados por su injusticia, cuando se lamentan de su suerte más que de la ofensa que me hacen a mí.
Porque esta es su injusticia: no me devuelven lo que me pertenece, ni se conceden a ellos mismos lo que les pertenece. A mí me deben amor, el arrepentimiento de su falta y la contrición; me los han de ofrecer a causa de sus faltas, pero hacen justo lo contrario. No tienen amor y compasión más que por ellos mismos, ya que no saben más que lamentarse sobre los castigos que les esperan. Ya ves, cometen una injusticia y por esto quedan doblemente castigados, por haber menospreciado mi misericordia.
Dios le dijo a Santa Catalina: -El pecado imperdonable, en este mundo y en el otro, es aquel que despreciando mi misericordia no quiere ser perdonado. Por esto lo tengo por el más grave, porque el desespero de Judas me entristeció más a mí mismo y fue más doloroso para mi Hijo que su misma traición. Los hombres serán condenados por este falso juicio, que les hace creer que su pecado es más grande que mi misericordia... Serán condenados por su injusticia, cuando se lamentan de su suerte más que de la ofensa que me hacen a mí.
Porque esta es su injusticia: no me devuelven lo que me pertenece, ni se conceden a ellos mismos lo que les pertenece. A mí me deben amor, el arrepentimiento de su falta y la contrición; me los han de ofrecer a causa de sus faltas, pero hacen justo lo contrario. No tienen amor y compasión más que por ellos mismos, ya que no saben más que lamentarse sobre los castigos que les esperan. Ya ves, cometen una injusticia y por esto quedan doblemente castigados, por haber menospreciado mi misericordia.