Verbitsky confirmó “la ira de Cristina” contra Alperovich y Beatriz Rojkés
La Presidente enfureció por la foto con la Chancha Ale y
los dichos de “la incomprensible vicepresidente del Senado”, que sería
eyectada de la línea sucesoria.
En su columna dominical en Página 12, el periodista Horacio
Verbitsky, una de las personas más cercanas a la presidente Cristina
Kirchner, confirmó “la ira” de la primera mandataria contra el
gobernador José Alperovich y su esposa Beatriz Rojkés.
Verbitsky remarcó que la foto de Alperovich con la Chancha Ale y las
afirmaciones de Rojkés sobre la prostitución enfurecieron a la
Presidente, y desde Buenos Aires se les dieron instrucciones para
disculparse con Susana Trimarco, y para remover de inmediato al ministro
de Seguridad Ciudadana, Mario López Herrera.
También aludió a vínculos de un sector de la política con las redes de ilegalidad.
Confirmando lo que se anticipa como su salida de la línea sucesoria
presidencial, Verbitsky calificó a Beatriz Rojkés como “la
incomprensible vicepresidente del Senado”.
Veamos lo que escribió Verbitsky:
CFK captó con una notable sensibilidad para los temas populares la
repercusión de ese veredicto y lo vinculó en forma inobjetable con el
desempeño que le preocupa de la Justicia en lo cautelar federal civil y
comercial.
Se comunicó de inmediato con Susana Trimarco, le prometió acompañarla
en su reclamo e incluyó en sesiones extraordinarias del Congreso la
reforma a ley de trata, que ya tiene media sanción de la Cámara de
Senadores.
Esta saludable reacción toma nota de la vinculación de la Justicia
con las redes de ilegalidad de las que también participan las
instituciones de seguridad y un sector de la política.
En ese sentido el gobierno provincial se colocó a la defensiva: José
Alperovich, cuando se difundió una foto suya con La Chancha Alé,
sindicado como el máximo jefe de la cosa nostra tucumana; su
esposa Beatriz Rojkés, al referirse en forma complaciente o al menos
resignada a gravísimos delitos que, dijo, siempre existieron y seguirán
existiendo.
Ante la ira presidencial ambos tuvieron que retroceder: el gobernador
visitó a Susana Trimarco y aceptó su solicitud de relevar al ministro
de gobierno y la incomprensible vicepresidente del Senado debió
disculparse ante la madre de la víctima.
Opinar sobre el fallo es difícil, cuando sólo se ha difundido el veredicto absolutorio.
Pero la instrucción policial y judicial fue desastrosa, esa etapa
había concluido en 2004 y desde entonces la causa podría haber pasado al
juicio oral. Algunas víctimas tuvieron que declarar a lo largo de tres
días, algo que ni siquiera ocurrió en el juicio a los ex comandantes de
1985. El maltrato incluyó la interrupción de sus dramáticos testimonios
porque los jueces querían irse a almorzar.
El día de la lectura, la madre de Marita debió esperar afuera cuatro
horas mientras los acusados festejaban su absolución antes de la lectura
del veredicto. Sería comprensible que entre los trece imputados hubiera
varias absoluciones, pero por lo menos ocho testimonios de otras
víctimas demostraron que Marita había pasado contra su voluntad por
varios prostíbulos de esa organización, por lo que el fallo parece más
bien una absolución eclesiástica.
La actitud de ambas Cámaras tiene un punto decisivo en común: en
ambos casos se trata de una justicia cómplice de los poderosos. (Contexto)