Nuestra Fragata Libertad y ajenos intereses creados
Por Carlos Manuel Acuña
No vamos a referirnos a la bonita suma de más de 1.600 millones de dólares que constituyen un reclamo adquirido junto con la incautación de YPF -gracias a la genialidad de Axel Kicillof- ni al triste papelón de quien nos representó en España durante la Cumbre Iberoamericana realizada en Cádiz. Boudou (Amado) viajó en lugar de Cristina, impedida de concurrir por las razones de salud que la afectan. Nuestra ex República, otrora distinguida de manera más que especial y significativa, recibió un claro e implícito mensaje de desprecio concretado en la persona del sonriente vicepresidente. Éste fue ubicado en el extremo de la última fila en oportunidad de la clásica y simbólica fotografía que presidieron los Reyes y compuesta por los representantes de los otros países americanos de habla hispana. Entre el pasado histórico y el ridículo presente, cabe todo un proceso de decadencia y una sensible modificación de nuestro papel en el mundo.
Una expresión de la grandeza perdida sobrevive parcialmente en la Fragata Libertad, hoy cautiva gracias a la impericia de quienes gobiernan y tal vez por otros factores que rondan la imaginación de los analistas. El caso es que mientras no existen razones atendibles que expliquen y justifiquen adecuadamente los motivos para que el viaje final de instrucción de los cadetes argentinos y extranjeros recale en un país africano donde ni siquiera existe representación diplomática, a medida que pasan las horas y los días comienzan a saberse algunos detalles que hacen más incomprensible la situación. Antes de ingresar al puerto -ya en aguas jurisdiccionales de Ghana- dos lanchas se acercaron al buque. En una de ellas viajaba el práctico, en la otra una autoridad portuaria representada por un elegante marino ghanés, quien subió a bordo para confiar a sus visitantes sudamericanos que existía el riesgo de que al día siguiente se produjera el lanzamiento de una orden de embargo fundada en los reclamos de acreedores bonistas. El capitán argentino, Pablo Salonio, realizó de inmediato la consulta del caso con el ministerio de Defensa. Obviamente, comenzaron a vivirse momentos tensos y nerviosos en tanto se esperaba la respuesta de Buenos Aires. Al rato, el propio ministro Puricelli, terminante, reiteró la orden prevista al organizarse el viaje: “ingrese a puerto”. La respuesta fue desconcertante y puede pensarse que también afectó en igual sentido al elegante y formal marino ghanés. La Fragata iniciaba las maniobras correspondientes y, por segunda vez, quien de hecho sería anfitrión, recibió más noticias que trasmitió a los argentinos. Ante la insistencia, una nueva consulta que llegó a la Casa Rosada determinó una idéntica respuesta pese a que quedó claramente ratificado lo que legalmente sucedería horas después. Más aún, se habría informado que la comunicación oficial sería trasmitida -y concretada- a las 9 de la mañana del día siguiente.
Aquí comienza el misterio. El marino argentino cumplió exactamente las órdenes que se le impartieron. En la húmeda y calurosa mañana, ya con el sol alto y ardiente, llegó la comunicación del embargo y aquí, en la Argentina se iniciaron los “dimes y diretes” que son conocidos por todos. Nació el escándalo, habló Cristina, Timerman recurrió a los lugares comunes del caso, la Fragata Libertad tomó el camino del reclamo popular y demostró que el suceso había impacado hondo e insistentemente en la opinión pública. El gobierno y sus ideólogos quedaron asombrados.
Entre tanto, se conocieron detalles indignantes: Néstor Kirchner había firmado acuerdos especiales que incluían la renuncia a litigar en la Argentina ante cualquier inconveniente que surgiera en torno del pago de los bonos e incluso aceptó perder la jurisdicción que correspondía a inembargabilidad de los soberanos buques de guerra. Se ingresó así en el farragoso terreno del Derecho Internacional Público, de los reclamos pertinentes, en la argumentación jurídica del juez norteamericano Griesa, en la recurrencia al Tribunal del Mar, que aún no se expidió sobre la apelación argentina, y la susceptibilidad hizo que se buceara en el listado de los titulares o presuntos dueños de los bonos reclamados. El mundo financiero hablaba de los incumplimientos argentinos en lo referente al rescate de los bonos, cuyo valor comercial había descendido notablemente en las plazas internacionales. Las complicaciones crecieron como siempre le sucede al kirchnerismo en todo tipo de emergencias y a horas de nuevas y complejas definiciones circularon los primeros nombres de los poseedores de los “fondos buitres” y la posible extensión del problema a la corbeta Espora, detenida en Sudáfrica por serios desperfectos técnicos. La falta de presupuesto se hizo sentir y la Argentina quedó excluida de participar en un ejercicio internacional para el control militar en el Atlántico.
Por el momento, dejemos de lado las consideraciones atinentes a esta nueva demostración de la ineptitud política en que se nos ha colocado y digamos tan sólo que entre los propietarios de los bonos figuran fondos de inversión como NML Capital, Aurelius, Olifant Found, ACP Partner y Blue Angel, además de Marta Vázquez y Lavorato, su hermana Carmen, Lila Bourgueno, Susana Aquerreta, María Corral, Teresa Muñoz de Corral, Mirta Dieguez, César Vázquez, Pablo Varela y Norma Gines. Las especulaciones circulan por doquier, el papelón logró colocar a la Argentina en un primer plano y, como dice la canción ciudadana, “el mundo sigue andando…”
Fuente: http://site.informadorpublico.com