Sábado 03 de noviembre de 2012
Confesión pública: le tengo terror al
8-N
Por Carlos M. Reymundo Roberts | LA
NACION
La orden de Zannini fue perentoria: "Venite
ya a Olivos. Te espera la señora". Sentí al mismo tiempo emoción,
nervios y miedo. Hacía mucho que no hablaba con ella, y los pocos que
la frecuentan me venían comentando que últimamente se ha puesto
difícil. No le gustan cómo están saliendo las cosas, se enoja más de
lo que se desenoja, dice que está rodeada de inútiles, se pasa el día
entero urdiendo maniobras contra Clarín, ve conspiraciones en todos
lados y no para de pedir que le organicen actos para poder
hablar.
Es decir, yo no estaba yendo a Olivos, sino al
matadero.
"Ni se te ocurra
contradecirla", me
dijo Zannini. Le respondí que nunca lo hago, porque con los años voy
perdiendo todo menos el instinto de supervivencia.
Cristina me mandó llamar porque se acerca el
8-N y quería saber qué estrategias de contramarcha estamos pensando en
Unidos y Organizados (odio a los que nos menosprecian llamándonos Uno
o dos y Rentados). Básicamente le expliqué que no había de qué
preocuparse. Nuestra estimación es que, en caso de ser lindo día, el
gorilaje no va a juntar más de un millón de personas. Y si llueve,
apenas 300.000, porque odian que se les moje la ropa
importada.
-¡Me muero sin son
tantos! -saltó
Cristina-. Creo que no podría
soportarlo.
-Tranquila, señora: hablamos de un millón
repartidos por todo el país, más Nueva York y otras ciudades; es
decir, muy dispersos. ¿Quién los va a contar? Además, ya hablamos con
el Servicio Meteorológico Nacional para que ese día pronostique
sudestada, vientos huracanados, frío, lluvia y granizo; con la
Policía, para que cada diez tipos cuente uno, y estamos tratando de
que esa noche Tinelli ponga a la sueca en el Baile del caño. ¿Qué le
parece?
-Un desastre. No estamos
planteándoles la batalla en el terreno de las
ideas.
-De eso quería hablarle. Tenemos algunas
ideas. Una forma de sacarles gente a los caceroleros es no irritarlos.
Por ejemplo, y dicho esto con todo respeto, quizá es conveniente
esconder a Boudou, a Moreno, a De Vido. También a Aníbal, a Abal
Medina y a Echegaray. Y a la Garré, Timerman, Lorenzino, Kicillof,
Boudou y Moreno. A Boudou y a Moreno los nombré dos veces porque
pensamos que hay que esconderlos bien.
-¡Pero ustedes quieren hacer desaparecer a
medio gobierno!
-Bueno, sí, y un poco más también. Pero
insisto en que decimos esto con todo respeto por cada uno de los
compañeros. Es sólo por unas horas o unos días. Y si la cosa funciona
bien, por unos meses. También proponemos que de acá al 8 no se hable
más de cepo, de re-re, de que no hay inflación ni inseguridad, de
cierre de las importaciones, de ir por todo. Incluso, déjeme decirle,
con todo cariño y admiración, que no sería bueno usar tanto la
cadena.
-¡No, no y no! ¡Con la
cadena no se metan!
-Cristina me estaba perforando los tímpanos-. ¡Yo voy a hablar cuantas veces quiera! A
la gente le enloquece mis discursos.
-Eso es cierto: la escuchan y se ponen locos.
Bueno, lo de la cadena era una propuesta. Tenemos otras. En estos días
sería importante no estar atacando a los opositores, apretando a
jueces y empresarios, hablando de intentos destituyentes, peleándonos
con todo el mundo. Y algo más, pero no lo tome a mal, es sólo un
consejo: ¿y si hasta que pase el cacerolazo nos olvidamos de
Clarín?
-¿Olvidarnos de Clarín?
¡Vade retro, Magnetto! ¡Eso nunca!
-Ok, ok, no se ponga mal. Nuestra idea era
pactar por abajo con ellos para que TN no transmitiera en directo la
marcha y en ese horario pasara un programa especial con los 300 goles
de Messi. Pero si no le parece bien, pensamos en otra cosa. Quizás los
goles de Messi los podemos dar esa noche en 6,7,8, con Víctor Hugo
como invitado. Capaz que a dos o tres puntos de rating
llegamos.
-Nada de lo que me están
proponiendo me parece ingenioso, inteligente y
eficaz.
-Es que todavía no terminé, señora. ¿Qué tal
si sorprendemos a todos con una ola de anuncios? Esos anuncios bien
nuestros, que suenan bárbaro porque si algo sabemos es montar el
escenario, la obra, los actores y el público. Anuncios que suenen a
relato glorioso: pagar los 20 millones de dólares y repatriar la
Fragata, subir el mínimo no imponible de Ganancias, usar las reservas
para sacarnos definitivamente de encima a los fondos buitre. ¿Le
parece bien?
Por primera vez esa tarde, Cristina pareció
sumergirse en una reflexión profunda. Fueron segundos que se me
hicieron eternos.
-Acabo de caer en la
cuenta -dijo, y sus
ojos hablaban de un odio apenas contenido-: me están proponiendo esconder a nuestra
gente, nuestro relato, nuestras luchas, nuestras convicciones. Me
están proponiendo que enfrentemos al antikirchnerismo con menos
kirchnerismo. Incluso con menos cristinismo. ¿Saben qué? Haré
exactamente todo lo contrario. Seré más yo que nunca. Y usted,
retírese ahora mismo.
Dejé Olivos triste y alarmado. Tengo miedo de
que el 8-N revienten las calles, avenidas y plazas de todo el país. Le
tengo miedo a esa oleada de cacerolas. Por primera vez le tengo miedo
a la gente, que puede convertirse en la oposición más
peligrosa.
Y, con todo respeto, le tengo
miedo a la señora..