El malestar, finalmente, ganó la calle
Por Ricardo Kirschbaum
14/09/12
La espontánea movilización de anoche mostró, por si quedaran dudas, tanto el poder de las redes sociales para convocarla como la existencia de causas concretas para que la gente saliera a la calle a protestar contra el Gobierno.
No hubo partidos políticos ni gremios ni ninguna organización en el armado de esta manifestación. Participaron por supuesto militantes políticos, pero la gran mayoría fueron ciudadanos comunes que necesitaban hacer sentir su voz .
Llamó la atención la masividad de la concurrencia, por un lado, y la extensión de la movilización, por el otro. La gente salió a manifestar en una gran cantidad de barrios de la Capital , fuerte en el norte de la ciudad pero también en sectores del sur. También en Rosario, Córdoba, La Plata, Paraná, Tucumán, Mar del Plata, Bariloche y otros lugares del país.
No hubo una sola consigna. Prevalecieron claramente la oposición a la re-reelección de Cristina y el reclamo por la falta de una política eficiente de protección contra la inseguridad . Se añadieron el malestar por la profusión de cadenas presidenciales, el cepo cambiario y muchas otras.
Esta reacción reconoce, está visto, varias causas, pero resume una crítica a una política donde la arbitrariedad y el doble discurso han mellado la confianza de una porción importante de la sociedad.
El fenómeno de la movilización por las redes sociales es impresionante y la de anoche fue, en la Argentina, la primera demostración de este gigantesco músculo que es capaz de producir grandes manifestaciones y protestas sin que haya una organización determinada. Basta tener alguno de los múltiples estímulos para protestar.
También mostró el efecto de la ley de Medios, la que presuntamente fue creada para la “multiplicidad” y la “diversidad” de voces, en la cobertura de los medios oficialistas de la manifestación.
Casi todos ignoraron la protesta o la redujeron a una simple expresión de la clase media porteña, en un intento de demostrar que no ha pasado nada.
Ese fue el principal objetivo de esta legislación: tomar el control de los medios , acallar al periodismo no adicto.
Esta es la demostración práctica de para qué fue concebida y por qué el Gobierno la sostiene: el relato oficial debe ser protegido de la realidad . Cuando ésta irrumpe, como anoche, el relato es insuficiente. Necesita de la sordina para subsistir y de la descalificación para minimizar el impacto de aquello que el Gobierno considera dañino para el modelo.
Este hecho le permite a la Casa Rosada tomar la temperatura y examinar las razones de esta erupción . Cometería un grave error en considerar que se trata sólo de un fenómeno porteño, propio de la “ciudad fenicia”, la forma peyorativa e intelectual de bajarle el precio y de borrar lo que pasó como síntoma de una sociedad dividida. Y eso es grave.