En el Gobierno de Cristina Fernández la prensa se entiende, «como un
agente de distorsión social. Lo mismo sucede en Ecuador y en
Venezuela... Para ellos es una fuerza de ocupación con la misión de
tergiversar los hechos», observa Jorge Lanata. En la tercera legislatura
de un Kirchner y segunda de la actual Presidenta, este periodista, de
51 años, aparece en televisión los domingos por la noche con informes
demoledores que desnudan la Argentina de hoy en día. El nombre de su
programa, bautizado PPT, Periodismo Para todos, surgió como una réplica
humorística a las intervenciones constantes de Cristina Fernández de
Kirchner donde, «anuncia carne y leche para todos, planes sociales para
todos, fútbol para todos…», comenta con ironía el fundador y primer
director de Página 12, un periódico que fue vanguardia en los años 90 y
hoy forma parte del «aparato de propaganda del Gobierno», lamenta.
El ex presidente Carlos Menem, cansado de estar bajo la lupa de los escándalos de su Gobierno (1989-99), les acusó de narcotraficantes, «al día siguiente —cuenta con sorna— cambiamos la cabecera de Pagina12 por Narco12». Hoy, Página 12, forma parte del bloque de medios de comunicación que ejerce esa expresión de nuevo cuño en Argentina que es el «periodismo militante» algo que, a juicio del periodista, «es el anti periodismo. Un periodista no debería ni estar afiliado a un partido político. Los periodistas no solo debemos ser sino parecer», asegura.
La figura de Lanata, tradicionalmente, ha sido molesta con el poder pero, por las reacciones de la presidenta, Cristina Fernández, parecería que la irritación ahora es inmensa. En el último aniversario de la fundación del matutino, hace unos meses, la presidenta de Argentina pronunció un discurso como invitada donde olvidó deliberadamente el nombre de Jorge Lanata. «El Gobierno —interviene— intenta cambiar la historia en todo. Controla un aparato de propaganda que no se veía desde los años 50 pero no le funciona», recuerda.
Lanata y su equipo no son bien recibidos donde manda el
kirchnerismo. (la pasada semana les robaron las cámaras y golpearon en
Jujuy). PPT sufre la censura, «entre otras provincias, en Tucumán, Río
Negro, Mendoza y San Juan, donde el programa está prohibido. El veto es
por influencia del Gobierno o por empresas vinculadas al oficialismo»,
observa. En Entre Ríos, apunta, «el mecanismo que siguen es otro. Emiten
el programa a la una y media de la madrugada».
Los reportajes Lanata y el tono burlón de sus monólogos, con
imitadores de la presidenta y sus ministros, muestran atropellos,
abusos, injusticias, corrupción y la cara más surrealista de una forma
de entender el poder. Buen ejemplo de esto fue, la impresión defectuosa y
con borrones de los billetes de 100 pesos o el tour por Angola de la
presidenta, un viaje oficial más próximo al género cómico que a una
visita de Estado. El periodista destapa el caudillismo de los
gobernadores, denuncia el enriquecimiento de los sindicalistas y su
pasado oscuro, los negocios ilegales de los políticos y de un Gobierno
al que exige, «poder preguntar» porque «las ruedas de prensa
tradicionales y las entrevistas también están vetadas».
Lanata se ha convertido en un fenómeno mediático, se alza como una voz capaz de hacer sombra y hasta provocar, como con la empresa del «Sube» (equivalente al Bono bus) , que el Gobierno de marcha atrás en alguna decisión. «No es nuestro trabajo ejercer de oposición. Tampoco lo pretendemos ni nos gusta pero representamos a un sector que está descontento porque la oposición no existe», reflexiona. «Con Menem parecía que remplazábamos a la justicia porque ésta no funcionaba. Ahora da la impresión de que ocupamos la vacante de la oposición».
El problema para el Gobierno, continúa, «es que tiene dinero pero no talento. Sus medios son muchos pero no funcionan. No pueden crear audiencia por decreto». Lo explica en el contexto de la lucha del Gobierno contra La Nación y Clarín, a los que la presidenta, sus ministros y seguidores, se refieren de forma permanente como «los medios hegemónicos». «Sí, son los diarios más leídos pero eso no se puede modificar por una ley (en alusión a la polémica ley de medios que promulgó Cristina Fernández de Kirchner). La gente —añade— compra el periódico que quiere».
«Néstor Kirchner y Cristina Fernández pedían por favor venir al programa que tenía antes», recuerda Lanata. Pero eran otras épocas, eran elecciones y el matrimonio que forjó el poder en el sur de la Patagonia entonces buscaba el voto de los argentinos para llegar a la Casa Rosada. «Hoy suceden cosas increíbles, desde el Gobierno se trata de imponer el miedo. La presidenta extorsiona a un ciudadano y no pasa nada… El mensaje —asegura— es que nadie puede hablar». El episodio al que se refiere Lanata se produjo hace unas semanas. Cristina Fernández, en cadena nacional, señaló, con nombre y apellidos, a un agente inmobiliario que no cumplía con sus obligaciones con el Fisco. Lo hizo después de mandarle una inspección. El hombre, había cometido el error de reconocer en la prensa el parón del mercado por «el cepo» al dólar, moneda nacional para la compra venta de inmuebles que fluctua entre un inaccesible mercado oficial devaluado y otro paralelo al alza.
«Quiero que mi programa sirva para perder el miedo. Funcionarios, empresarios… Nadie se atreve a hablar porque tienen miedo a las represalias. Hasta los periodistas tienen miedo porque el aparato de propaganda es muy extenso y si hablas, al día siguiente, eres su objetivo en el aparato de propaganda. Eso provoca mucha autocensura. No vivimos en una dictadura, este Gobierno es democrático pero la forma de gobernar me recuerda a la dictadura. Hacía muchos años que eso no me pasaba. Es una lástima», lamenta.
El ex presidente Carlos Menem, cansado de estar bajo la lupa de los escándalos de su Gobierno (1989-99), les acusó de narcotraficantes, «al día siguiente —cuenta con sorna— cambiamos la cabecera de Pagina12 por Narco12». Hoy, Página 12, forma parte del bloque de medios de comunicación que ejerce esa expresión de nuevo cuño en Argentina que es el «periodismo militante» algo que, a juicio del periodista, «es el anti periodismo. Un periodista no debería ni estar afiliado a un partido político. Los periodistas no solo debemos ser sino parecer», asegura.
La figura de Lanata, tradicionalmente, ha sido molesta con el poder pero, por las reacciones de la presidenta, Cristina Fernández, parecería que la irritación ahora es inmensa. En el último aniversario de la fundación del matutino, hace unos meses, la presidenta de Argentina pronunció un discurso como invitada donde olvidó deliberadamente el nombre de Jorge Lanata. «El Gobierno —interviene— intenta cambiar la historia en todo. Controla un aparato de propaganda que no se veía desde los años 50 pero no le funciona», recuerda.
«El Gobierno intenta cambiar la historia en todo»
Lanata se ha convertido en un fenómeno mediático, se alza como una voz capaz de hacer sombra y hasta provocar, como con la empresa del «Sube» (equivalente al Bono bus) , que el Gobierno de marcha atrás en alguna decisión. «No es nuestro trabajo ejercer de oposición. Tampoco lo pretendemos ni nos gusta pero representamos a un sector que está descontento porque la oposición no existe», reflexiona. «Con Menem parecía que remplazábamos a la justicia porque ésta no funcionaba. Ahora da la impresión de que ocupamos la vacante de la oposición».
El problema para el Gobierno, continúa, «es que tiene dinero pero no talento. Sus medios son muchos pero no funcionan. No pueden crear audiencia por decreto». Lo explica en el contexto de la lucha del Gobierno contra La Nación y Clarín, a los que la presidenta, sus ministros y seguidores, se refieren de forma permanente como «los medios hegemónicos». «Sí, son los diarios más leídos pero eso no se puede modificar por una ley (en alusión a la polémica ley de medios que promulgó Cristina Fernández de Kirchner). La gente —añade— compra el periódico que quiere».
«Néstor Kirchner y Cristina Fernández pedían por favor venir al programa que tenía antes», recuerda Lanata. Pero eran otras épocas, eran elecciones y el matrimonio que forjó el poder en el sur de la Patagonia entonces buscaba el voto de los argentinos para llegar a la Casa Rosada. «Hoy suceden cosas increíbles, desde el Gobierno se trata de imponer el miedo. La presidenta extorsiona a un ciudadano y no pasa nada… El mensaje —asegura— es que nadie puede hablar». El episodio al que se refiere Lanata se produjo hace unas semanas. Cristina Fernández, en cadena nacional, señaló, con nombre y apellidos, a un agente inmobiliario que no cumplía con sus obligaciones con el Fisco. Lo hizo después de mandarle una inspección. El hombre, había cometido el error de reconocer en la prensa el parón del mercado por «el cepo» al dólar, moneda nacional para la compra venta de inmuebles que fluctua entre un inaccesible mercado oficial devaluado y otro paralelo al alza.
«Quiero que mi programa sirva para perder el miedo. Funcionarios, empresarios… Nadie se atreve a hablar porque tienen miedo a las represalias. Hasta los periodistas tienen miedo porque el aparato de propaganda es muy extenso y si hablas, al día siguiente, eres su objetivo en el aparato de propaganda. Eso provoca mucha autocensura. No vivimos en una dictadura, este Gobierno es democrático pero la forma de gobernar me recuerda a la dictadura. Hacía muchos años que eso no me pasaba. Es una lástima», lamenta.
ABC-¿Hay más corrupción ahora o durante el Gobierno de Carlos Menem?
JL-El menemismo se llevaba un porcentaje de las inversiones y
negocios. El kirchnerismo opera de otro modo, se vincula a la empresa,
se queda con un porcentaje de ésta y pasa a cobrar cada mes. En
realidad, no es nuevo. Así gobernó el fascismo.
-¿En qué se diferencian los Gobiernos de Néstor Kirchner y de su viuda?
- Ella se viste de un ropaje más ideológico, es más fundamentalista y
caprichosa. Tiene actitudes políticas suicidas que su marido no tenía.
Néstor Kirchner, cuando estaba arrinconado, doblaba la apuesta pero no
llegaba hasta la última instancia. Era más componedor, más negociador.
Decía, fíjense en lo que hago y no en lo que digo.
-¿Cómo resumiría este Gobierno?
-La definición no es mía pero me parece muy buena: Fundamentalista de
la coyuntura. No tienen ningún proyecto a mediano plazo. No tienen un
plan. Si no, no cometerían errores que son contraproducentes como el
régimen de las importaciones (bloqueo parcial), la inflación que
falsean, el sistema de subsidios o la forma en la que expropiaron Ypf…
Eso, sin mencionar que cinco días antes decían que era la mejor empresa
del planeta.
-¿Qué opinión tiene de La Campora, la organización que dirige el hijo de la presidenta, Máximo Kirchner?
-Es un intento de la presidente de tratar de poner una segunda línea
ejecutiva con vocación de primera pero no son eficientes en ninguna de
las empresas que manejan ni tienen liderazgo. El de Máximo es un mito,
no creo que maneje nada. La Cámpora es una fantasía de Cristina de crear
una camada política joven.
-¿Hay Kirchnerismo para siempre o se termina con Cristina Fernández?
- En Santa Cruz (donde Kirchner fue gobernador) cambiaron la
Constitución para incorporar la reelección indefinida. Va a suceder lo
mismo. La presidente, quiera o no, va a ir por la re-reelección porque
sino el kirchnerismo desaparece. No hay figuras de recambio. Podría ser
Daniel Scioli (gobernador de Buenos Aires) pero no lo sienten como
propio.