marzo 19, 2012
By Malú Kikuchi “En cuanto alguien comprenda que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía podrá dominarlo”. Mahatma Gandhi.
El martes 13, mal día para los supersticiosos, durante el programa de Marcelo Longobardi, C5N, 22 hs., abruptamente, mientras estaba en cámara Alberto Fernández, ex hombre de confianza de Néstor K. (manejó los medios con mano férrea en su momento), salió del aire.
Las excusas presentadas al día siguiente por Daniel Hadad, quien se hizo responsable por la orden, fueron deliberadamente pueriles: la formalidad del canal con los horarios hizo que se levantara el programa que llevaba 4’ de atraso sobre su horario de cierre. Algo habitual con Longobardi.
Los programas políticos de cable no llegan a 1 punto de rating. Poca gente se hubiera enterado de lo dicho por los invitados, en este caso, Jorge Asís que desmenuzó el tema Boudou/Ciccone y el vice no quedó bien parado y Alberto Fernández que desmintió a la presidente. ¡Peligro!
Cristina había sostenido que la reforma a la carta orgánica del BCRA era imprescindible, porque venía de los 90. En realidad lo que se cambia son 2 artículos que a pedido de Néstor K (¡“ÉL”!), escribiera Martín Redrado cuando presidía el Central. Dos buenos artículos, que desaparecerán. Y esta verdad, comete el imperdonable pecado de violar el relato del modelo.
“Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado”, decía George Orwell en “1984”. Para intentar controlar el pasado y cambiarlo de acuerdo a las necesidades del gobierno, hay que ejercerlo de forma tal, que no se permitan grietas en el relato.
El relato reemplaza la historia y se convierte en una verdad revelada que no se puede cuestionar. Si alguien osa disentir con el relato, aún con las pruebas a la vista, es rápidamente censurado y pasa a formar parte del cada día mayor número de réprobos, que habitan Argentina.
Suposiciones: alguien del gobierno, con una reacción hormono/visceral, le ordena a De Vido (dice el tweet de Alberto Padilla, periodista mexicano, ex CNN, invitado de Longobardi), que ordene el levantamiento del programa. El canal obedece. La cabeza visible del canal sale a dar explicaciones no creíbles, el periodista censurado no reacciona y acá no ha pasado nada.
Pero pasó y mucho. Ya no es solo el hecho reiterado, de limitar y convertir en periféricos, a los pocos periodistas independientes que quedan en el país, y que no están amparados por la estructura de un diario o un multimedio, ahora directamente, levantan un programa. El huevo de la serpiente es gelatinoso y transparente, se ve lo hay en su interior. No verlo, dejar que la serpiente crezca, es permitir lo que no debe suceder.
Ya pasó. Cuando todavía Clarín era el niño mimado de Néstor, y Néstor era Kirchner con la ayuda de Clarín, se permitió que el multimedio fusionara Multicanal con la compra de Cable Visión y desapareció todo un canal, P&E (tenía 4 programas que molestaban al gobierno). Pocos protestaron. Lo del martes, es una consecuencia más, de ese silencio cómplice.
¿Por qué sucede todo esto? Por miedo. El gobierno tiene miedo. Tiene miedo porque ya no maneja todas las variables socio/económicas que le permitieron ganar las elecciones con el 54,11%, el poder se le achica. Por eso hay que defender el relato al precio que sea. La vida por el relato.
Y como el gobierno le tiene miedo a la verdad, y sus mentiras son muchas y muy gordas, aprieta. Y el medio, en este caso C5N, acata, porque a su vez tiene miedo que le corten la publicidad oficial, sin la cual no se puede mantener un canal o una radio, o que le quiten la licencia, o le incendien (sin querer queriendo) las antenas, o lo interfieran con otro medio o…
Y el periodista se calla, porque tiene familia y vive del periodismo y tiene miedo de quedarse sin trabajo. O sea que el miedo del gobierno, le mete miedo a los medios para que sigan con el relato y no permitan que éste sea cuestionado. Pero Lincoln decía que “se puede engañar a poca gente mucho tiempo; a mucha gente, poco tiempo; pero lo que no se puede, es engañar a todo el mundo, todo el tiempo”.
El gobierno tiene miedo. El relato ya no tiene cimientos sólidos. Argentina no nació el 25/5/2003, los K no inventaron los DDHH, la fiesta tiene fecha de vencimiento y el ajuste ya empezó. La energía es un problema, los US$ acá, están en vías de extinción, los países vecinos claman por el cierre de importaciones y el amigo Chávez está enfermo. Después de 9 años de crecimiento fenomenal, hay un 33% de pobres, de los cuales un 17% es indigente. La inflación, aunque la dibuje el INDEC, está por arriba del 20%. El descontento social explota en las calles. Nada es lo que era.
El gobierno tiene miedo. Los medios tienen miedo (salvo unos pocos). Ese miedo se extiende sobre la sociedad como una mancha de aceite. Los hechos se comentan, pero nadie reacciona. ¡Miedo! En Argentina no hay “indignados”, porque para indignarse, primero hay que tener dignidad.
El miedo es un mecanismo de supervivencia frente al peligro, es normal; lo que no es normal es que el miedo nos maneje las decisiones, en desmedro de nuestra dignidad.
El miedo explica, jamás justifica.
Malú Kikuchi
La Caja de Pandora