El líder cubano preguntó al Pontífice por los cambios en la liturgia, por su oficio de Papa y la multiplicidad de religiones
El líder cubano, visiblemente demacrado y muy abrigado pese a las elevadas temperaturas de la isla, llegó a la Nunciatura en un Mercedes verde, rodeado de grandes medidas de seguridad.
Castro fue recibido a su llegada por el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, a quien comentó su alegría por las beatificaciones de Madre Teresa de Calcuta y Juan Pablo II, «dos personas que hicieron mucho bien a Cuba, sobre todo Madre Teresa». A varias personas les llamó la atención el aspecto envejecido del líder cubano.
Transmitiendo comentarios del Papa, el portavoz del Vaticano añadió que el diálogo fue muy intenso y respondió en buena parte a preocupaciones de Fidel Castro por los grandes problemas, «ahora que lleva una vida de reflexión y escritura sobre el mundo de hoy». Castro preguntó por los cambios en la liturgia de la Iglesia católica, distinta a la que conoció en su infancia, así como por su oficio de Papa. ¿Qué hace un Papa?, le preguntó. Esta pregunta le dio a Benedicto XVI la ocasión de explicar el sentido de sus viajes y el servicio a la Iglesia universal.
Los grandes problemas de la humanidad
Finalmente, Castro abordó también grandes problemas de la humanidad y la multiplicidad de religiones. El Papa comentó en este punto el problema de la ausencia de Dios en muchas sociedades, así como la necesidad de armonía entre fe y razón, así como entre libertad y responsabilidad.Al final, el líder de la Revolución cubana le pidió que le enviase libros que considerase útiles sobre los temas que habían tratado. Benedicto XVI comentó al portavoz del Vaticano que tiene que hacer la lista con calma. Concluido el encuentro privado, cuya duración máxima se había establecido de antemano en media hora, Castro presentó al Papa a algunos miembros de su familia.