10.01.2012 | Política | Por: Guillermo Cherashny
Farsa y papelón del gobierno con la operación presidencial
Por Guillermo Cherashny para el Informador Público
La
 telenovela de la operación presidencial sigue su curso. Nuestro colega y
 médico Nelson Castro reveló que un estudio médico estableció dudas 
sobre la existencia de un cáncer de tiroides y que el diagnóstico de la 
clínica Maipú habló de “compatible”, por lo cual tampoco afirmó 
rotundamente que la presidente tenía un cáncer. Pero el apuro por tapar 
la compra presidencial del piso de 2 millones de dólares en el Madero 
Center pudo más que todo. A tal punto que no se habló más de ese tema 
escandaloso. Se puede evaluar que, para la presidente y su mesa chica, 
la diferencia entre cáncer sin metástasis o un simple tumor no era 
demasiado importante, ya que ninguno de los dos implicaba peligro de 
muerte. Pero la palabra cáncer sí permitía montar un show que rememoraba
 los festejos del bicentenario y el lanzamiento de Tecnópolis, en este 
caso con un toque de alta dramaticidad. Así las cosas, esta cirugía era 
en realidad la tercera zaga de una serie de la farándula. Sin embargo, 
esta vez apareció el papelón cuando después de la operación se anunció 
que no había cáncer, tal vez debido a la imposibilidad de continuar 
sosteniendo médicamente la farsa.
La realidad se impone
El
 espectáculo se transformó entonces en un papelón mediático bien 
explotado por muchos medios -empezando por Clarín- que fueron 
severamente criticados por el gobierno nacional. Éste confía en que la 
gente no les haga caso a los grandes diarios.
Después
 del papelón, el gobierno tuvo que minimizar la sequía para que la 
opinión pública no tome conciencia de que la caja se está agotando. Pese
 a que las cuentas cada vez cierran menos, Cristina todavía duda en 
eliminar totalmente los subsidios a la energía y el transporte, con lo 
cual se ahorraría unos 20.000 o 25.000 millones de pesos. Hasta ahora 
solamente se redujeron subsidios por 5.000 millones de pesos. Es cierto 
que tiene una alivio, porque la soja está en 450 dólares la tonelada 
después de casi tocar los 400 dólares. Sin embargo, el peligro de la 
sequía y los daños ya consumados garantizan unos U$S 3.000 millones 
menos de recaudación impositiva. Todo esto en momentos en que los dos 
impuestos vinculados al consumo, el IVA-DGI y el impuesto al cheque, 
cayeron exponencialmente en diciembre, como señalamos ayer.
Otra mala noticia 
es la suba del petróleo debido a la escalada del conflicto entre los 
Estados Unidos e Irán, acentuada por lo que está ocurriendo en las 
internas primarias republicanas, donde todos los precandidatos proponen 
atacar militarmente a ese país, mientras el régimen de Teherán amenaza 
cerrar el estrecho de Ormuz. Esta suba del petróleo adquiere suma 
importancia, porque en el 2011 el déficit de la balanza energética fue 
de U$S 3.500 millones y este año se asegura que estará entre 8.000 ó 
10.000. Entonces, hay que mirar atentamente el precio de la soja, la 
cantidad de toneladas que finalmente se cosechen y el precio del 
petróleo, para saber si caemos en estanflación o en un crecimiento del 
2%. Todo esto muy lejos de las tasas chinas de otrora.