Más allá de la lipotimia presidencial
Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público
Curiosamente y por primera vez, el gobierno justificó la ausencia de Cristina Fernández de un acto organizado como parte de la campaña electoral, en base a una caída inesperada del estado de salud presidencial. La noticia, a doce días de los comicios, tiene su componente de riesgo, pese a la certeza instalada en la opinión pública respecto de que está asegurada la reelección. Lo cierto es que la Presidente se vio emocionalmente afectada -situación que es posible se prolongue durante lo que resta de la semana con el eufemismo de “secuelas de la lipotimia”- después de una prolongada reunión que en un domicilio particular se desarrolló horas antes, con la presencia del ex titular del Banco Central, Dr. David Blejer. El nombre de este influyente economista, ligado a sectores financieros de gran importancia y que en el pasado se desempeñó como titular del Banco Central de la República, fue mencionado tiempo atrás para ocupar nuevamente ese cargo o algún otro de similar trascendencia, lo que evidentemente no se cumplió. De todos modos, su rol de hombre de consulta se mantuvo, al margen de que sus recomendaciones no siempre fueron atendidas, aunque ahora y ante la evidencia de las graves dificultades que aparecen en el horizonte, se conoció que su pensamiento podía llegar con mayor firmeza a la Casa Rosada y que sus análisis serían escuchados con atención. Blejer, cuyo nombre es reconocido en los más altos niveles, habló largamente con Cristina Kirchner, muy en privado, aunque se considera que podría haber participado algún funcionario del área económica, además del dueño de casa.
Según fuentes privadas que insistieron en la necesidad -y conveniencia- de mantener en reserva las alternativas de la conversación, podemos decir que se abordaron temas estructurales de la actividad económica, de la inestabilidad que se ahonda en la materia y las perspectivas que reúnen todos estos componentes, sin excluir los aspectos políticos internos e internacionales. También se evaluaron las perspectivas sociales a la luz de las dificultades que se acumularán con el transcurrir de las semanas e incluso se mencionaron algunos nombres de figuras polémicas que rodean la función de la presidente de la República.
Así, se consideró el factor inflacionario, que tiende a acrecentarse día a día, la insistencia oficial en mantener bajo el tipo de cambio, la alteración de los datos oficiales con relación a los distintos temas, circunstancia que ahonda el impedimento de una adecuada planificación por parte del sector privado para encarar un futuro que se muestra incierto. Obviamente, estas reflexiones, avaladas por la seriedad de las fuentes, entrañaron un matiz crítico a la situación, con el agregado específico de la inconveniencia en atender pagos de la deuda externa mediante el uso de las reservas acumuladas en el Banco Central, cuyas estimaciones exactas fueron expuestas muy por debajo de las informaciones oficiales en la materia.
Según se nos dijo, la conversación tuvo momentos difíciles, por la discordancia puesta de manifiesto respecto de la estimación presidencial acerca de determinados temas, aunque habrían existido coincidencias sobre la necesidad de efectuar ajustes muy severos prácticamente después del recuento de los votos, con el consecuente aumento de las tarifas y una suba del costo de vida como consecuencia inevitable de las alternativas del “modelo”. Según parece, se sopesó la conveniencia o no de aplicar las medidas en preparación de manera gradual o bruscamente, y durante el intercambio de opiniones e información, Cristina pudo confirmar que si no se adopta una actitud clara, drástica, con amplitud informativa, justeza en los conceptos vulgarmente definidos como “señales”, no se obtendrían resultados. Digamos que esta apreciación fue taxativa, concreta, fundamentada y crudamente expuesta. Así, se pasó revista al cerramiento del crédito externo, al aislacionismo en que se ha colocado al país, a la necesidad de reducir el gasto interno y, obviamente, esto último aludió al enorme peso que poseen los llamados “programas sociales” concebidos en términos electorales. Por cierto, el factor social quedó expuesto -aseguran que en medio de elocuentes baches de silencios- y flotó entre los contertulios el peligroso contenido político de esta circunstancia.
El riesgo país, que ya roza el mil por ciento, no fue ajeno al análisis crítico, con el agregado de que, si se mantenía la actual situación y no se aprovechaba el impulso que podría surgir de los votos obtenidos para poder modificarla, los riesgos del futuro se agrandarían proporcionalmente al plazo previsto para una debacle y hasta se estimó que, de no cambiarse el rumbo comentado antes de transcurridos los próximos seis meses... como máximo, esa debacle podría convertirse en una explosión. Concurrentemente, se habló de la vertiginosa salida de capitales del país y se pasó revista a la objetiva contradicción entre quienes podrían votar por la fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou pero simultáneamente corren todos los días a comprar dólares en pequeñas cantidades ante la certeza de que ésta será la única forma de defender “los pocos pesos que se ganan”. Como explicación, se aventuró que mientras se consume a crédito “cada vez menos” la sensibilizada y experimentada opinión pública aprovecha el momento mientras reconoce los síntomas de tantas experiencias acumuladas en la historia económica de la Argentina.
Las fuentes reiteraron que hubo momentos de tensiones poco disimuladas, que Cristina quedó impresionada por lo descarnado del análisis y que debió escuchar acerbas críticas a por lo menos tres figuras destacadas del actual momento político. Éstas fueron Nilda Garré (quien no volvería al área de Defensa, como es de su interés), Horacio Verbistky, el asesor sin cartera y mentor de buena parte de las medidas seguidas por el kirchnerismo desde que asumió el poder, y Héctor Timerman, quien hace esfuerzos por mantenerse en el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores y Culto.
Como lo saben nuestros lectores, estos nombres, las resistencias que despiertan fuera y dentro del gobierno, a lo que debe agregarse la inseguridad jurídica y las peligrosas definiciones ideológicas que adoptó el presidente de la Suprema Corte, Ricardo Lorenzetti, lo cual forma parte de un escenario que augura cambios necesariamente profundos que pondrán en juego otros nombres y novedades a plazo fijo, por decirlo de alguna manera. Las fuentes dicen que una posterior meditación presidencial acerca de los reales alcances del escenario es el origen específico y tangible de la lipotimia.